Economía

El Reto de la Energía Alternativa

En algunas oportunidades, quien escribe sobre un tema en particular puede encontrar en la inmediatez de la realidad una temprana respuesta que logre validar sus planteamientos, aún más allá de lo expuesto anteriormente. En otras ocasiones, la realidad pudiera aportar un marco de referencia aún más extenso, que nos obliga a conferirle mayores dimensiones a un escrito anterior, habida cuenta de las innumerables puertas y ventanas que se abren para otras comprensiones.

El caso del uso y consumo de la energía, pareciera ser una de estas situaciones. Es hora de que le demos una visión integral al asunto y le podamos brindar una cobertura mas amplia a nuestra mirada, que despersonalicemos el popular deporte de “echar las culpas”, que por lo menos en una discusión lleguemos entre todos a construir la posibilidad de escucharnos a pesar de nuestras diferencias, dándole mayor audiencia a la sensatez y al sentido común, haciendo las rectificaciones que el buen juicio considere necesario.

La producción intensiva de la energía para un consumo cada vez más masivo y extendido, nos plantea una paradoja técnicamente insalvable que termina alcanzándonos algún día como lo hace el destino. Ambos factores, producción intensiva y consumo masivo extendido, en su desmedido crecimiento, van aproximándose con gran rapidez a los muros de contención que están levantados en sus límites. Y la visión prospectiva conduce, si antes no hacemos un cambio de enfoque a tiempo, a una violenta colisión que frenará catastróficamente la acelerada e irracional marcha.

Enfoquemos en primer lugar el problema de la producción intensiva. Cuando producimos intensamente en un lugar y proyectamos crecientemente el volumen de producción, terminamos agotando algún recurso preexistente en el ambiente. El sistema de explotación del recurso, que tan acendradamente tenemos incrustado en nuestro sistema de creencias científicas, nos hace profundizar en tecnologías extractivas no sustentables, porque los recursos que extraemos son en su mayoría minerales inorgánicos o compuestos orgánicos fosilizados no reproducibles porque perdieron la condición de multiplicarse al cesar su condición vital.

De esta manera, nuestra forma de pensar lineal se traduce en una forma de producción lineal que no conduce a ninguna parte, sino que requiere mas dimensiones que crecen infinitamente como lo haría una recta que no se termina de trazar sino que continúa proyectándose al infinito. Su recorrido no le permite cambiar de dirección, si se empecina en seguir siendo recta, todos los trazos anteriores, su recorrido histórico, no podrá de nuevo ser aprovechado, sino que queda vencido y olvidado en el pasado, sin posibilidad de retomarlo, de recorrerlo otra vez. Esto es lo que nos lleva a la ejecución de una tecnología de gasto infinito que no resuelve el problema, sino antes bien, va reduciendo sensiblemente el espacio para su solución. El símil de la situación podría estar representado por el desierto. El buscar agua en él no conduce a ningún sitio porque justamente se caracteriza por no tener agua. Cuando la conseguimos después de tanto caminar es porque llegamos a sus límites. Quizás si hubiéramos cavado en el sitio donde no la teníamos hubiéramos obtenido el recurso mucho mas rápido que en la insensata caminata. Al final de la larga trayectoria quizás encontraremos una cabeza de playa y frente a la orilla la mayor cantidad de agua que podamos ver pero que no puede calmar nuestra sed, por ser justamente salada.

No es entonces la mar, la mayor cantidad de agua que se ve, el factor que constituye nuestra salvación. Es el agua dulce que no podemos ver porque se encuentra bajo nuestros pies, la que provee la existencia de una planta de la que finalmente podemos extraer una fuente del recurso que nos falta para vivir. Nuestra condición vital, de alguna manera, está vinculada a la preexistencia de las plantas, a la preexistencia de la vida y el formato de vida que representamos está íntimamente vinculado o supeditado a esa condición. Sin embargo, nuestra cultura tecnológica, vale decir, nuestro quehacer tecnológico y allí radica la mayor de nuestras equivocaciones, es el pretender hacer abstracción de esta realidad conectiva y desarrollar en abstracto un conocimiento vital al que no podemos “desconectar” sino que tenemos que aprender a leer “enredado”.

Sin embargo, nuestra enfermedad de pensamiento está muy avanzada. La gran mayoría de tecnocientíficos, sigue buscando el oasis hipotético que está en algún lugar del desierto, para sustentar con una efímera certeza inorgánica el pensamiento analítico que solo sirve para estudiar anatomía pero que no nos permite unir de nuevo las partes, restituir la comunicación fisiológica que supone el estudiar la vida presenciándola desde dentro y no como sensores desconectados de su realidad. Debemos tomar conciencia que siendo “aeróbicos” debemos asumir esa condición y no pretender ser “anaeróbicos” porque la anaerobia nos permita la ilusión cual espejismo en el desierto, de creernos mas objetivos, porque en la distancia suponemos se encuentra la verdad de la razón y no la verdad real que afirmamos buscar .Al final nos empecinamos con la realidad del tótem del modelo que hemos construido y pasamos por alto la realidad compleja que nos invita a observar sus detalles y al incremento de nuestra comunicación para comprenderla tal como es.

El reciclaje solo lo podemos entender y practicar si dejamos de ser lineales y comenzamos a ser curvos, a ver y a vivir en los ciclos de la vida, a pensar en la generación y regeneración energética de la vida como la percepción que nos permitirá vivir en la comprensión ambiental y no divorciada de ella,. como lo hemos hecho hasta hoy.

De tal forma que la producción debe orientarse hacia productos reciclables y los procesos de producción deben ser orgánicos, porque la organicidad nos permite mantener la condición vital sin destruirla, sino antes bien, aprovechando toda su potencialidad regenerativa. La naturaleza es la gran maestra del reciclaje y nos hemos resistido hasta hoy en su entendimiento.

El otro punto que no podemos dejar de mencionar es el relativo al consumo.Porque en este punto hemos aplicado el otro extremo de la paradoja. Producimos intensivamente exterminando al recurso fuente y consumimos extensivamente en una exponencial volumétrica positiva. De esta manera llenamos al espacio de desperdicios por todas partes. Observemos por un instante la perspectiva del que arroja basura en la calle. Le parece que el espacio externo es tan amplio, que no tiene importancia para él arrojar “una pequeña” basura al espacio público. El ego de la insensatez termina imponiéndose. Porque no llega a pensar que miles de millones de personas lleguen a botar basura en la calle como él lo hace. El que lo haga no suma significativamente al problema.Si los demás lo hacen, él no es responsable, sino los miles de millones que como él lo hacen. Lo que se encuentra detrás de esta conducta, es que tenemos un muy pobre concepto del espacio público y un indigente concepto ambiental.

La clave del asunto pareciera estar que pudiéramos tener una fuente de energía que no se agotase, que se encuentre siempre disponible y sin necesidad de cables y sistemas que colapsen por el aumento de la carga de consumo que atenta con una oferta energética siempre limitada. La energía solar, la energía geotérmica y la energía eólica son fuentes de energía que ya están aquí y que no concentran cargas de distribución. Si llevamos a cada hogar los sencillos generadores de energía que requerimos para aprovechar estas fuentes de energía, habremos dado el paso tecnológico más importante que requiere la Humanidad. La de utilizar la energía que la naturaleza ofrece sin concentrar su producción ni extender espacialmente su consumo.Allí se encuentra la decisión que debemos adoptar porque el conocimiento y la tecnología se encuentra ya entre nosotros. Sólo falta, que nos descontaminemos de intereses.

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