La crisis del capitalismo
Algunos comunistas creen que la inestabilidad económica mundial que estamos viviendo le abrirá las puertas a un socialismo del siglo XXI. Pero no será así. Sin embargo, es necesario cambiar la forma de conducir el sistema capitalista sí queremos evitar la anarquía o el neototalitarismo.La reforma capitalista que comenzaran, en la década de los ochenta, Ronald Reagan y Margaret Thatcher y expandió el crecimiento mundial, el empleo, la prosperidad e impulso la “mundialización” de la economía llegó a su fin. Del neoliberalismo tendremos que pasar hacia la economía social de mercado, con una fuerte intención y praxis en pro del desarrollo de los sectores económicamente limitados o desposeídos. Tampoco se podrá hablar de economía mundial sana si esta no incluye a los países no desarrollados.
La mano invisible del mercado que debió equilibrar la economía y generar riqueza y bienestar para todos, funcionó en principio durante un tiempo en algunos países, pero en el mediano plazo condujo a abusos corporativos, a prácticas deshonestas, a enriquecimientos ilegítimos, al capitalismo salvaje y a la presente crisis de la economía mundial. El balance del neoliberalismo en Latinoamérica fue francamente negativo.
No obstante, el capitalismo probó durante un siglo que no tiene alternativa válida, porque su antítesis, el comunismo, demostró su inviabilidad en la extinta Unión Soviética, en China, en Cuba, en Corea del Norte y en todos los países que lo intentaron.
La dictadura del proletariado y la negación de la propiedad individual acarrean pobreza porque suprimen el incentivo personal. Los supuestos de igual remuneración para igual empleo, a cada quien según su trabajo, en la fase socialista, y a cada quien según su necesidad en la fase comunista, congelan la productividad, y la falta de libertades niegan la creatividad, el ingenio y la iniciativa de inventar.
Un capitalismo regulado con intervención del Estado, genera mas riqueza, progreso y felicidad que el comunismo, sistema que empobrece a los que más tienen y vuelve miserable a los más pobres, además de destruir a la clase media.
Cuando la crisis de la década de los años treinta, el siglo pasado, John Maynard Keynes escribió una teoría económica como respuesta a la gran depresión que incluía una “política fiscal” para intervenir el mercado y regularlo. Sin quebrantar las libertades de los ciudadanos y sin coartar libertades, los países democráticos del mundo enfrentaron las crisis con un capitalismo reformulado a la altura de esos tiempos. Otras naciones pensaron que mediante un control férreo del Estado y con una planificación centralizada lograrían mejores resultados. No fue de esta forma, el fascismo en Italia, el nazismo en Alemania y el comunismo en los países que lo practicaron pagaron un alto precio social sin tener el éxito esperado. La dictadura del proletariado hizo a los trabajadores del socialismo comunista más desheredados que el capitalismo.
Tenemos dos sistemas que nos han mostrado históricamente sus desempeños. Ahora debemos dejar atrás al capitalismo salvaje y avanzar al futuro. La salida no puede ser hacia el pasado.
Por ahora, apostamos al capitalismo en función social o economía social de mercado, o como dicen los chinos, hacia un “socialismo” de mercado, pero con pleno ejercicio de las libertades, las prácticas democracias y la observancia absoluta de los derechos humanos.