¿Tercera Guerra Mundial?
Cuando el muro de Berlín fue derribado en 1989 tan sólo signó la caída del bloque socialista, que ciertamente se escoraba en deterioro. Ahora con la crisis económica global, ocurre un hecho distinto, aunque las apariencias son pacificas y circunscritas hasta hoy al ámbito financiero, detrás de ella, pudiera estar oculto otras intenciones. Rusia la otrora poderosa URRS, viene abriendo espacios a lo que fuera la “Guerra Fría” y la figura de Putin es asaz insolente, tanto o igual a la del presidente de Irán. No obstante, los grandes dispositivos mundiales están cuadrados con los Estados Unidos, simulando cierto sosiego frente a los acontecimientos; estando concientes que un desastre de los norteamericanos arrastraría en esta oportunidad a todos. No se ve un enemigo en el horizonte dispuesto a combatir, pero si se ven muchas ansias de que algo “malo” ocurra en el planeta.
La “guerra” seria contra el hambre, contra la disminución de la demanda global, que llevaría a un desplome de los precios de bienes negociables y de las materias primas.
La producción global en el futuro, a lo mejor no será suficiente para abastecer a todas las naciones, notándose más frágiles a las menos productivas, a las que venden sus materias primas y sus economías son dependientes, asidas a riquezas fortuitas exclusivamente para sus supervivencias.
La “guerra” se hallará en todos los perímetros y mostrará características particulares en cada región, mientras las naciones tradicionalmente trabajadoras y “potencias” del mundo, generarán sus soluciones unificadamente; el resto allende del desarrollo, se hundirán en guerras intestinas tratando de lograr cierta supervivencia.
Las prioridades de la crisis económica estarán dirigidas a las ayudas entre las tradicionales economías desarrolladas, sin que nos extrañe un cambio en la correlación política. Alianzas más definidas entre EEUU, China, Unión Europea, India y otros; quienes inteligentemente se pliegan a esta cruzada por salvarse de la catástrofe, privando los intereses crematísticos. El petróleo probablemente continuará siendo de vital importancia, pero no se sabe en que proporciones; las decisiones de los productores tendrá que ser concertadas con los consumidores y no altaneramente ser utilizado como arma geopolítica que tanto daño hace como los propios yerros de Wall Street.
El mundo se entrabó cuando la oferta y la demanda no pudieron autorregularse, ni visible ni invisiblemente. Vendrá el resurgimiento de dos realidades con las naciones que enrumbaron sus economías hacia la productividad, y las que por errores y fanatismos se ataron a viejos dogmas socialistas, asumiendo las quiebras de sus estados aún en tiempos de riquezas.
El problema nuestro será sortear los avatares, dolorosamente en momentos en que Venezuela se encuentra con una democracia herida de gravedad, sin instituciones idóneas, y con una población divida, pendiendo del poder omnímodo de un sólo hombre y sin vislumbrar medidas que, logren guiarnos hacia una eventual ruta paliativa en torno a la debacle mundial.
La guerra existirá en los países pobres o empobrecidos por sus gobernantes con la mentecata tendencia “comunista,” en alianza con el destartalado “socialismo cubano”, hazme reír durante décadas de Latinoamérica. Si Cuba nos arrastra a su ruina, con petróleo y todo iremos a parar al foso. Mientras subsista el “proceso” en nuestra patria será imprevisivo suponernos cuál será nuestra ubicación en un nuevo orden internacional.
La verdad es que esta “guerra” mundial contra el hambre, contra las enfermedades y los desarreglos económicos, nos arrastrará a compartir fracasos junto a Argentina, Bolivia y Ecuador, atados a ese cáncer llamado la “revolución cubana”.
La situación política en Venezuela se agudizará con cualquier titubeo en sus finanzas, desde hace tiempo comprometidas en despropósitos “socialistas”. La realidad será más oblicua a la que ya conocemos y si el régimen profundiza la represión tendríamos una coyuntura social explosiva, casi como una “III guerra mundial.”