Economía

Medidas contra la crisis financiera

En la medida en que se agrava la crisis financiera internacional más claro se asoma en el horizonte la posibilidad de una recesión de la economía, lo que en los hechos implica un menor nivel de actividad económica. Cuando la economía deja de crecer se contrae la demanda de bienes y servicios de todo tipo, incluyendo petróleo. Por esa razón, los precios de este mineral comienzan a disminuir abruptamente como ha venido ocurriendo recientemente. No se trata de una caída cualquiera. Entre julio y la primera quincena de octubre los precios internacionales del petróleo han disminuido casi 50%.

Para Venezuela esto es muy peligroso. La declinación de las cotizaciones petroleras puede poner en aprietos a una economía monoexportadora, que no cuenta ni con mercados ni con una producción diversificada, lo que se refleja en el hecho de que de cada cien dólares exportados, noventa y cuatro corresponden al petróleo. Esto es una señal de alarma. Según los ministros del área económica y otros voceros oficiosos dicen que la economía está en inmejorables condiciones, no se sabe si por ignorancia o porque estamos en época electoral, pero lo cierto es que no le dicen la verdad a los venezolanos sobre las eventuales consecuencias que pueden venir si continua la baja de los precios del petróleo, como la mayoría de los analistas espera que suceda y que en el gráfico adjunto es manifiesto su comportamiento. Ello podría provocar reducciones importantes en los ingresos fiscales lo que a su vez incidiría sobre el comportamiento de la economía real, que como la venezolana es sumamente propensa a reflejar el ciclo petrolero.

Estas dificultades pueden encararse de dos formas. La primera es como se ha venido haciendo, mediante una política sectaria que solamente considera al Estado como motor de la economía y que por tanto hostiliza y persigue a los factores productivos hasta el punto de hacer desaparecer buena parte del establecimiento productivo nacional. La segunda es propiciando un encuentro con los sectores de la vida nacional, en una especie de gran acuerdo, que incluya a los productores, los trabajadores y al gobierno, con el objeto de adoptar medidas consensuadas con el propósito de enfrentar oportunamente los efectos de las turbulencias internacionales en Venezuela. Esto implicaría llamara a los mejores talentos venezolanos y propiciar un clima de entendimiento y concordia con los sectores productivos.

Es a partir de allí donde se sugieren un conjunto de medidas para, con suficiente tiempo, afrontar una rebaja de los precios petroleros que puede golpear seriamente la economía. Se trata de incidir sobre las cuentas fiscales recortando de inmediato un conjunto de gastos que actualmente pueden liberar el presupuesto nacional de cargas pesadas para con ello evitar de alguna manera el sacrificio del gasto a la población más pobre que ahora recibe subsidios. En primer lugar, hay que parar la compra de nuevo armamento salvo los estrictamente necesarios para el funcionamiento de la Fuerza Armada Nacional. Ello podría implicar un ahorro de aproximadamente US$ 3.000 millones. Con un país con las calamidades como las que hoy padece Estados Unidos y además con la guerra en Irak, lo de la invasión a Venezuela, no deja de ser un cuento. En segundo lugar, debe limitarse severamente y reorientarse la ayuda y el financiamiento a terceros países. Después de cincuenta y dos años de revolución en Cuba, Venezuela, como antes lo hizo la Unión Soviética, no puede seguir soportando con el peso muerto de la improductividad de la economía cubana. Esto sugiere que si Venezuela frenara sus aportes a Cuba y otros países y cobrara su factura petrolera, podría tener economías cercanas a los US$ 3.000 millones. A donde habría que canalizar la ayuda sería hacia el pobre y abatido Haití, el país más pobre del Hemisferio occidental.

Como tercera medida se propone, parar en seco la estatización de empresas y revertir la compra se Cemex y el Banco de Venezuela. Ya lo que está sucediendo con Sidor, donde su producción y sus exportaciones desde que la tomó el Estado se han reducido a mitad, nos debe servir de experiencia. Esto puede ser un alivio importante para el fisco porque le saca la obligación de nuevo gasto. Por este concepto Venezuela ahorraría unos US$ 2.500 millones. Finalmente, el gobierno debe salir rápidamente al mercado a recomparar la deuda pública y los bonos de PDVSA cuyos precios se han desplomado, los primeros desde 85% de su valor hace un año hasta 59% en la actualidad, en tanto que los segundos bajaron desde 75% hasta 36%, lo que ha significado una confiscación de la inversión a aquellas personas e instituciones que mantiene esos bonos. Con ello el país por cada dólar de bonos comprado obtendría más de un dólar y medio.

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