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Deportistas se juegan la vida en carreteras venezolanas

Lo que le ocurrió a José Castillo y Luis Valbuena fue la gota que derramó el vaso, uno que se venía llenando con varios incidentes hacia los deportistas en las carretas venezolanas.

En lo que va del 2018, el deporte venezolano ha sido víctima del hampa que está desatada en todo el país, especialmente en las carreteras, en donde se han suscitado varios robos y ha cobrado la vida de dos grandesligas.

En el mes de agosto, la Federación Venezolana de Golf trasladaba su dotación de uniformes para dos años desde Barquisimeto hacia Caracas, cuando delincuentes atracaron el vehículo de la empresa de envíos que los trasladaba, dejando a los golfistas sin indumentarias.

En octubre, el Angostura FC y el Petare FC se enfrentaron en la jornada 17 del Torneo Clausura de Segunda División en el Estadio Olímpico de la UCV. Luego de culminado el encuentro, el equipo auriazul fue víctima del hampa en su regreso a Ciudad Bolívar.

Alrededor de las 12 de la noche, el autobús que trasladaba a la delegación de Angostura fue interceptado por delincuentes que impedían el paso en la carretera, muy cerca del peaje de Los Potocos, en el estado Anzoátegui.

En ese momento del viaje el equipo estaba sin seguridad, reciente lo habían dejado de escoltar y estaban esperando al otro escuadrón que lo acompañaría. En ese momento los antisociales hicieron de las suyas: robaron teléfonos, uniformes y demás objetos personales de los que estaban presentes en el bus.

Pero no solo este año han ocurrido este tipo de sucesos con los deportistas venezolanos en las oscuras y peligrosas carreteras del país.

En noviembre de 2011 le tocó el turno a Wilson Ramos. El grandeliga venezolano fue secuestrado por un grupo de individuos armados, mientras se encontraba de visita en casa de sus padres, en la ciudad de Valencia.

Permaneció dos días en cautiverio y fue rescatado en el sector Aguas Claras por las autoridades venezolanas sano y salvo. Pese a lo sucedido, el receptor de los Nacionales de Washington (actualmente con los Filis de Filadelfia),  decidió continuar la temporada de la pelota rentada con los Tigres de Aragua.

En el 2016, el equipo de la Primera División del fútbol venezolano, Trujillanos FC, retornaba de Maturín hacia Trujillo, tras haber disputado un partido con el Monagas SC.

Seis sujetos con armas de alto calibre y alta potencia abordaron la unidad secuestrando al grupo. La plantilla fue retenida unas dos horas y media, cerca de la población de Boca de Uchire, ubicada en el estado Anzoátegui.

Los delincuentes se marcharon con los uniformes, calzados de los jugadores y balones de la entidad trujillana, además de que a cada integrante del equipo que se encontraba en el autobús, le fueron arrebatadas sus pertenencias.

Los deportistas no están exentos a la inseguridad que abunda, no solo en las calles. Se juegan la vida en las canchas y también en las carreteras venezolanas.

Lamentablemente a José Castillo y a Luis Valbuena les tocó perder el juego en las carreteras. Pero fue un juego sucio, un juego en el que solo ganan la anarquía y la delincuencia.

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