Juan Cirac: La tecnología cuántica estará en nuestro día a día
Desde que se hizo la primera propuesta de ordenador cuántico han pasado 23 años, en los que se han conseguido varios prototipos, cada vez mejores pero aún con errores, afirma el físico español Juan Ignacio Cirac, para quien la apuesta actual de varios países podría acelerar mucho el proceso.
Cirac, junto al austríaco Peter Zoller, fue quien realizó en 1995 ese primer modelo de computador cuántico -se conoce como la propuesta Cirac-Zoller- y desde entonces han sido muchos los avances y muchos los investigadores, centros o empresas que están haciendo una apuesta, explica en una entrevista con Efe el científico español.
«Hemos demostrado que es posible, que los ordenadores cuánticos funcionan y que son capaces de hacer cálculos de manera mucho más rápida y segura que los actuales, incluso que los supercomputadores», resume este científico, director de la División Teórica del Instituto Max-Planck de Óptica Cuántica, en Múnich (Alemania).
Estos, para hacer sus operaciones, trabajan a nivel atómico y por lo tanto siguiendo las normas de la física cuántica -rama de la física encargada de estudiar objetos microscópicos, como átomos-.
Esta física tiene propiedades extraordinarias, aunque, admite Cirac, «difíciles de entender para alguien que no trabaje en este campo», y son las que usan estos ordenadores para hacer sus operaciones, de manera más veloz y segura -estos funcionan con átomos individuales que se denominan ‘qubits’ y no con bits-.
Además, son capaces de trabajar en paralelo, resolviendo un número exponencial de tareas a la vez -un PC normal para ‘romper’, por ejemplo, una clave encriptada lo hará secuencialmente, es decir, estudiará una a una las distintas combinaciones de números hasta dar con la contraseña, uno cuántico no; podría trabajar con miles a la vez en un solo segundo-.
¿Y para que funcionen qué tienen que tener? Cirac, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2006, detalla que para empezar es necesario un laboratorio completo.
No hay que imaginarlos como los del trabajo o casa, no hay memoria ni disco duro, sino una instalación más o menos grande, bien aislada, a una temperatura baja determinada y con varios equipos muy sofisticados.
Los prototipos funcionan, pero cada vez que se hacen más potentes necesitan de más aislamiento y este es uno los problemas con los que actualmente se encuentran los investigadores.
Otro, agrega Cirac, es la corrección de errores. Los clásicos están construidos con mecanismos para corregir errores y los cuánticos aún necesitan de más investigación en este terreno.
No obstante, serán una realidad y estarán en nuestra vida diaria, aunque, debido a su complejidad, van a tardar tiempo: el que haya empresas, ingenieros y planes internacionales -Europa tiene un proyecto de mil millones- o que EE.UU. y China «lo vean como una misión, va a acelerar mucho el proceso, que será progresivo».
«Pueden tardar 20 años, no lo sé, pero antes, habrá ordenadores que resuelvan problemas concretos», apunta Cirac, estos días en Madrid invitado por la Fundación Ramón Areces para impartir una charla y por el Instituto de Ciencias Matemáticas para una estancia.
Cirac, para quien estos ordenadores resolverán primero problemas vinculados al estudio de materiales, señala que países como Alemania o Gran Bretaña han hecho fuertes inversiones en computación cuántica, no así países del sur como Italia o España.
Además resalta que la tecnología cuántica va más allá de los ordenadores; por ejemplo, se está desarrollando para la comunicación, sensores cuánticos -para aparatos médicos como los usados en resonancias magnéticas nucleares- o dispositivos cuánticos que se instalarán en las próximas generaciones de móviles.
Parte de esta tecnología terminará usándose a nivel usuario: la física cuántica tiene dos tipos de leyes, una, «más mundana y menos extraordinaria», que ya usamos mucho y está en ordenadores, láseres o sistemas electrónicos, y otra, «más sensible y complicada», en los cimientos de los ordenadores cuánticos. Porque, asegura, «estamos en la segunda revolución cuántica».