Petrobonos 2011
Semana complicada, entre otras cosas, para escribir opiniones. Se agolpan los temas. Debemos escoger. Trataremos de hacerlo en una materia de la que creemos, tenemos algunos conocimientos.
En esta vorágine de situaciones atípicas nos encontramos que PDVSA, que en tiempos anteriores era la empresa más importante de Latinoamérica, va a emitir Tres mil millones de dólares en bonos, con la modalidad del cero cupón (no perciben intereses), pagaderos antes del 8 de julio de 2009 en bolívares y redimibles el 8 de julio de 2011 en dólares americanos.
La determinación del precio de adquisición se realizará mediante una subasta y seguramente tendrán una prima muy alta pues la diferencia actual entre el precio del dólar norteamericano que está establecido como valor oficial en la República de Venezuela y el del valor del mercado llamado de manera eufemística, mercado de permuta y no se puede nombrar, es groseramente elevada.
Hemos escuchado las opiniones que se han difundido por los medios escritos, visuales y audibles y encontramos lagunas inmensas en lo que se expresa en dichas opiniones.
En esencia, se trata de unos bonos que representan la adquisición de dólares norteamericanos a un precio, múltiplo del valor oficial actual, que se percibirán dentro de setecientos treinta días, operación donde el comprador apuesta a que el precio del dólar, para ese momento, estará por encima del precio actual del dólar permuta más los intereses aplicables en dicho lapso.
Escuchamos que el mercado importante para dichos bonos serán las instituciones financieras. Creemos que esta aseveración merece algunas consideraciones.
En primer lugar, pensamos que, si así fuere, las instituciones financieras, con razón o sin ella, estarían derivando sus recursos para comprar unos activos (en moneda extranjera) que en esencia deberían estar destinados a atender las necesidades crediticias de sus clientes.
En segundo lugar, deploramos que el Estado venezolano, a través de sus instituciones responsables de las políticas monetarias del país, estén promoviendo acciones, que si pueden justificarse en un ambiente pseudo legal, están contrariando sus objetivos medulares. Por ejemplo, que no se contabilicen dichos dólares como moneda extranjera.
En tercer lugar, y no por ello menos importante, nos preguntamos: ¿Cómo van a hacer las instituciones financieras para enjugar o más grave aún ocultar, las pérdidas que durante dos años, provocarán dichas operaciones en sus balances? Al adquirir una institución financiera un papel denominado en dólares norteamericanos, pensamos que debe registrarlos, en sus activos, al valor oficial, dos bolívares con quince céntimos. Al adquirirlos a un múltiplo de es valor tendrá un déficit igual a la prima que está pagando. ¿Dónde se registra esa diferencia? En nuestra experiencia, que no fue poca, no encontramos una respuesta adecuada a estas inquietudes.
Omitimos, por escasos conocimientos, el análisis de la operación desde la tesorería y la contabilidad de PDVSA. Sobran las inquietudes. Tampoco analizamos el riesgo de que el gobierno, llegado el momento de la redención, lo haga en bolívares. Una forma ingeniosa (sic) del famoso “corralito”.
Se invoca a la ingeniería financiera, en muchos casos de dudosa reputación, para resolver estos supuestos escollos, para nuestra visión, se están cometiendo gruesos errores que cada día nos sumergen en un tremedal difícil de superar. La corrupción nos destroza.