Deudas y más deudas
Cada vez que se realiza un viaje presidencial por los confines del mundo, poco o nada, sabemos los ciudadanos venezolanos de lo que ocurre durante esos periplos, cuánto se gastó, para qué fueron; estrictamente accedemos a ver las reseñas de la prensa internacional. Cuando el jefe del estado venezolano nos compromete en acuerdos y compras –casi siempre de material bélico- o en compromisos ininteligibles que no llegamos a entéranos, sin estar al tanto tampoco de cuales son las deudas estructuradas que implican esos convenios. Prevalece más la parte emotiva de impúber del mandatario cuando hace los anuncios sobre los aviones que compró o “barquitos de papel,” y la profusión de fotos con jefes de estados de otras naciones, pareciera más un “sueño de niño” que una necesidad nacional.
Pero las deudas son reales nada de eso es regalado, ni los costos del viaje y comitiva son sólo sueños de un mozo. Antes se cansó dispensando de todo, los dólares producto del ingreso petrolero con su bonanza, alcanzaron para los obsequios y ayudas “solidarias” con los países afines al comunismo, pero eso pertenece ya al pasado, actualmente las cosas son distintas y distantes a esa realidad, cuando nos vemos obligados a pedir préstamos a los organismo multinacionales para paliar el problema de la electricidad, después que se regalaron tantas plantas termoeléctricas por los recónditos del urbe por sólo dar un ejemplo. Y las deudas van creciendo en todos los ordenes como igual van crecimiento las importaciones de bienes y servicios. Pero, se precisa internamente cada vez más dinero para sostener una burocracia y comprar voluntades para la causa “revolucionaria”. Así andan las cosas por aquí, mientras nuestros vendedores se enriquecen y desprenden de lo casi inservible, a este país vienen a parar los cachivaches y deudas. Cuánto costará una foto con Putin, o con el devaluado Zapatero y su fiel escudero Amorin? Nunca lo sabremos hasta tanto haya una rendición de cuentas que algún día la habrá, Entretanto seguiremos con las migrañas viendo innumerables despropósitos sin que nadie nos de una explicación de lo enigmático.
En cualquier país serio antes de realizar tratados internacionales se trasladan especialistas para convenir sobre ellos, previo consenso en las fuerzas vivas de la nación, y en materia militar se buscan los mejores asesores para certificar que las compras realizadas son justificadas y efectivas. No hay ningún camino informal ni mucho menos tempestuoso o botarate. Todo debe obedecer a las necesidades fácticas de la Patria .En los tratados económicos mientras mas trasparentes sean mejor será para el suscritor como para el vendedor. Los acuerdos nuevos se suponen sustituyen viejos acuerdos y con mejores providencias no a sazón de cambiar de socio por cambiar. Trasladar el petróleo a China no es lo mismo que hacerlo como siempre se ha hecho con nuestro primer socio comercial EUA. Diversificar las ventas tampoco es ventajoso cuando no está planteada una causa de peso que lo evidencie. El petróleo venezolano anda por el mundo edulcorando las antesalas internacionales y no sabemos con qué fines velados se está negociando ni cuál es la verdadera rentabilidad de estas nuevas operaciones.
Algún día se sabrá todo y ojalá quienes hoy especulan con nuestro carburante del otro lado sepan que esas negociaciones se pudieran revertir por írritas u ocasionales. Aunque Venezuela siempre fue respetuosa de los tratados internacionales en estos momentos los venezolanos desconocemos las peculiaridades de ellos y la mayoría del país no tiene acceso a la información sobre la materia. Venezuela se debate internamente en dos polos, con una disidencia mayoritaria quienes democráticamente deseamos que el futuro de la nación transcurra en libertad y aquellos que proclaman el comunismo desde un régimen corroído. Por ello, recomendamos la mayor prudencia en las negociaciones a los supuestos socios. Tristemente en el plano interno la lucha proseguirá hasta lograr las anteriores y proverbiales avenencias democráticas. Un país que depende de un único hombre no tiene visión de futuro en el concierto de las naciones, ni se pueden esperar transacciones duraderas con vínculos estables. Los venezolanos deploramos hondamente que cada día nos vayan encharcando con mayores deudas en todo el mundo, a espaldas de un pueblo que clama por su democracia. Es así como la “revolución avanza a paso de vencedores” hacia su ocaso, hipotecando a Venezuela.