Economía para el alarde del desencanto
La actividad económica es el proceso fundamental de cualquier social, esa verdad de perogrullada, por no decir tan simple y cotidiana, por variables ciertas deja de ser visualizada y al final metamorfoseada en lo contrario. Partiendo de esa premisa atisbemos la realidad económica que la nación vive en la llamada revolución bonita.
En primer término, salta la sorpresa al observar como un gobierno que se titula socialista, resulta que la calidad de vida de la población viene en picada, a más que la evidencia social del crecimiento de la llamada categoría lumpen, ciudadanos que merodean por los pueblos y urbes de la geografía nacional desagregando fuerzas humanas, crece exponencialmente; mientras los héroes de la revolución danzan en el reino de Midas. El discurso político con miras al control social se ha impuesto, en tanto, la economía muestra crecimiento pero no desarrollo económico en términos de ciencia y tecnología, bases principales para irrumpir en grande.
Los marxistas en el gobierno, ahora funcionalista en su lenguaje y burgueses en su tren de vida, en boca del Cabeza vociferan hasta el cansancio el llamado crecimiento económico consecutivo desde hace varios trimestre. Tratan de vender un auge económico, que cualquier principiante de la ciencia económica, sabe que no tiene sustentación en una infraestructura económica producto de realistas políticas públicas centradas en el empleo, la industrialización y el conocimiento de avanzada. Un nuevo excremento de diablo como diría Juan Pablo Pérez Alfonso vive el país, los gestores de la revolución con el cuarteto criollo de Giordani, Cabezas y los tristemente célebres Gastón Parra Luzardo y Maza Zavala con el asesoramiento de Hanz Dieterdy y de vez en cuando Marta Hanecher; diseñan por ironía la economía del conuco con fundamenta legal en el artículo 118 de la Constitución Nacional, el cual reseña el cooperativismo como modelo económico y de gestión de los nuevos Amos del Valle.
El Inca Presidencial y sus maestros económicos nada dicen sobre endémicos problemas del venezolano de ayer, hoy y esperemos que no siempre. Allí el desempleo se abre en el mundo del buhonerismo, la seguridad social con sus respectivos subsistemas yace sepultada, la descentralización fiscal esperará hasta nuevos amaneceres la Ley de Hacienda Pública Estatal, la estructura económica de puerto prosigue, la producción hasta agrícola no supera indicadores; en el otro extremo, los consabidos segmentos del sector terciario hacen su agosto: banca, telecomunicaciones y áreas conexas como concesionarios de automóviles, mundo del espectáculo, es decir, propaganda, publicidad y el mundo de la fantasía mediática alienante.
La economía venezolana amparada por el maná petrolero sigue ahondando en el imaginario social del venezolano un sentido de riqueza inexistente. Las bases para crear una economía real se diluyen, la economía de los papeles aumenta. No se nota ni cambió en el tipo de formación que debe recibir el educando, que es tan simple: educación para el trabajo, el desarrollo de las artes y oficios, la mano de obra técnica.
Al parecer los seudos socialistas científicos en el poder olvidaron que los saltos de un sistema económico a otro no se dan si las condiciones objetivas de producción y subjetivas del ciudadano no han madurando y superado en conocimiento, productividad y conciencia el anciano régimen; ellos obvian las discusiones de fondo, los problemas reseñados en diversas épocas de la nación, bien en Venezuela, Política y Petróleo de Don Rómulo Betancourt, Labor Venezolanista de Alberto Adriani, De uno a Otro País de Don Arturo Prieti y hasta el Fin de Fiesta de Domingo Alberto Rangel. La metamorfosis que genera el poder, por lo general, en este caso de los científicos sociales del Presidente en sus bostezos de catedráticos debe hacerlos gritan al unísono la conocida frase del malandro de la ya viejita pero actual película Canción Mansa para Un Pueblo Bravo: _! Gocemos que el petróleo es nuestro y mi hierro es tuyo!-. Así se vuelve a perder otra oportunidad en la Venezuela Populista del Siglo XXI en manos del heredero de Maisanta El Ultimo Hombre a Caballo.
Los economistas idealistas- igual que los literatos de la misma especie- pretenden ver los procesos invertidos. Para ellos, primero fue la riqueza y la palabra, la producción y los alaridos las consecuencias. La lección es clara: sin producción no hay riqueza; con esa premisa el problema de fondo es idear los mecanismos para su distribución, atesoramiento y capitalización en un contexto de escasez de recursos y de necesidades crecientes.
La producción almacenada sería el peor de los contrasentidos. En el trayecto histórico los viajes de los fenicios, las cruzadas y la expedición española a América no fueron gratuitos. La ampliación del mercado como cruz sella la producción. La llamada globalización no es más que un cuento viejo contado por un nuevo escritor. Si el Robinson Crouse inglés es un personaje quijotesco en la dinámica económica, se hace evidente también que los puertos abiertos sin contención alguna de los bienes y servicios, van dejando, por lo general, pueblos tipo Macondo.
El discurso de Milton Friedman y Von Hayech luce desabrido. Las experiencias nefastas de la caída de los tigres asiáticos, México, Rusia y Argentina, plantean la necesidad de darle control a la loca finanza liderada desde Wall Street y sus congéneres en Europa y Japón. Más pretender ubicar el ahogo presupuestario y financiero de los países al sur por la voracidad del norte, sólo se puede calificar de un simplón mecanismo de transferencia, como diría un psicólogo clínico. En la economía del sur se presencia una orgía de los gestores pública en el manejo de la hacienda pública, que ya resulta grotesco.
Los extremismos van y vienen. Acá en América Latina toda una década pérdida de los ochenta. El discurso izquierdista diabolizando el Fondo Monetario Internacional y desde los Foros Sociales esgrimiéndose paños calientes para una terapia estructural que exige la realidad económica. Los jóvenes del norte acosando a los funcionarios de la Organización Mundial del Comercio, los populistas orgasmando con la retórica y los jerarcas en el poder ingeniando desde vertientes inusitadas nuevos mecanismos para acrecentar la danza de dólares, que van a reposar en los paraísos fiscales. He allí parte del drama de la economía rabiosa y alardeando en las venas abiertas del norte y el sur.
1. El Lord Keynes, a despecho de los epígonos de la ideología del libre mercado y de los extremistas del estatismo, sin lugar a dudas es el economista de mayor marca en el siglo veinte. El hombre que lideró con sus ideas económicas el renacer europeo y norteamericano, el mismo que en 1919 clamaba- en sus ensayos de persuasión- la condonación de la deuda entre los aliados, como uno de los requisitos para evitar males mayores al viejo continente.
Será en el escenario político su pionero Franklin D. Rooselvet con el New Deal, recetario para darle tonicidad al aparato económico norteamericano en terapia intensiva con el desastre financiero del año 1929. Al pasar el huracán de las dos guerras mundiales, las economías que en el presente lideran el desarrollo económico, se olvidan de sus deudas, como lo hizo tío Sam con los suyos. Se cumple así aquello de evitar el conflicto no sólo europeo sino de las masas en efervescencia con la condonación de los pasivos financieros y la tarea de prestamista light de los gringos a través del Plan Marshall
Desde esa asunción de los planteamientos económicos como política de Estado, concretada en los planes de crecimiento y desarrollo económico, se entroniza la intervención pública más allá de la mera realidad institucional. El libre mercado dio paso, hasta la actualidad, a las economías de mercado controlado, caso de la USA. y la Comunidad Económica Europea.
La realidad de Sur es muy contraria. El país, nuestro caso, vive durante el proceso libertario la presencia de enviados ingleses, franceses e italianos en las filas del ejercito bolivariano, personajes que trasmutados años después en las casas comerciales extranjeras- especie de bazar y banco- harían su reclamo de los empréstitos, cañoneando las costas patria por los años 20. Medio siglo después el auge de la deuda externa toma ribetes inusitados al calor del oro negro. Las acreencias con la banca internacional siguen en las economías periféricas sustrayendo recursos económicos al crecimiento y desarrollo económico. El presupuesto, cuantificación del plan gubernamental, traslada no menos del treinta por ciento de los ingresos a las bóvedas de los banqueros y bolsas de valores mundial y nacional.
El círculo perverso continúa, ayer los hidalgos españoles extrayendo oro, plata y producción bruta para mantener la holgazanería imperial, hoy los portafolios de Nueva York, Tokio, Londres exigiendo sus intereses crecientes e incesantes de una deuda que más que externa, parece eterna. En ese escenario Keynes permanece dormido entre bostezos de hartazgos del grupo de los siete.
La ideología de los seudos marxistas universitarios ven el fantasma del neoliberalismo y su padre el imperialismo por todos lados. De un discurso ya añejo, donde la tarima se hizo gobierno, los hombres que apoyan el Por Ahora siguen en sus cátedras y en sus funciones de poder, vendiendo un humanismo fofo, cual el pregonado por la doctrina social de la iglesia, que no acaba con los pobres y coloca a la clase media en ascua.
Un discurso y realidad de pobreza se hizo cultura basado en simples slogans contra todo lo que significa economía y producción real. El proyecto del Gran Viraje, expresado en el Octavo Plan de la Nación, satanizado hasta el infinito- hasta por el conservador de Caldera; quien de paquete en paquete nos trajo al paquete definitivo chavista- era la posibilidad de modernizar definitivamente el aparato económico venezolano. No se desconoce que muchos de sus adalides finalizaron acrecentando más fortuna y no jugaron limpio; no obstante, idea como las maquilas a instalarse en Falcón, Zulia y Guayana, fueron endemoniadas por el discurso catedrático de economistas como Francisco Mieres y el Gastón Parra Luzardo; quienes hoy disfrutan las mieles del poder, ante una ciudadanía minusválida, que debe inundar los centros de las ciudades y pueblos para vender cualquier tipo de baratija, mientras la Oficina Central de Estadística e Informática pregona un crecimiento de veintiún meses y un desempleo según su metodología mínimo. La mentira se hizo gobierno, veamos.
Ante todo la deformidad del aparato económico prosigue. La tercerizaciòn de la economía es un hecho creciente, la economía venezolana excreta la producción real y se alimenta de un buhonerismo de calle y otro edulcorado en los llamados Malls, en tanto, el recurso humano de calidad y formado en la ciencia y la tecnología vive el sueño de los justos. La seguridad social sigue en mora y el estado chavista alimenta la esperanza con las misiones. El nuevo bloque histórico de poder está representado por la boliburguesía, que los seudos izquierdistas de Aporrea y demás grupos anarquizantes, llaman muy eufemísticamente: La derecha endógena.
Las expectativas empleadoras con competitividad del venezolano se agrava, a ello súmesele esa inmigración nefasta de origen colombiano, que por general, no trae un expediente de mano de obra calificada, sino el subdesarrollo del subdesarrollo granadino, es decir, los sureños de esas tierras, que junto a los paracos y guerrilleros, ya son poder en el entramado social venezolano.
En el cuadro de una economía, que en gran medida se mueve en lo subterráneo, la ganancia económica o plus producto se lo llevan los capitanes de negocios, que no de industrias, representados por la banca, los seguros, las telecomunicaciones y cualquier truhán que se haya conectando con el poder, que significa la chequera local de Miraflores. Y mientras los cubanos de Fidel se abren a los centros comerciales, dan aliento al consumo y dejan atrás su internacionalismo o lo convierten en negocio, a esas el estado chavista responden copiando una solidaridad cara al tesoro público nacional y tratando por todos los medios de controlar el estado para su casta militarista y civiles avenidos; y así el país camina en una enorme carpa fenicia, donde lo todo lo menudo se vende al calor del chorro petrolero.
El crecimiento sin desarrollo del ambivalente Maza Zavala sigue siendo cierto y su colega Luzardo, embarque académico con aquello del neoliberalismo como “la teología del mercado”, abofetea las caras ingenuas de un pueblo sin visión de destino, atrapado en el fuego cruzado de quienes siempre han tenido como norte el botín del tesoro nacional.
Sin ser economistas asumo el desdén por las cifras e intento comprender la economía, supuestamente, socialista del heredero de Maisanta. Supe por materias cursadas en la universidad, que el subdesarrollo es en gran medida estructural; no obstante, los teóricos de dicha tesis, caso de Teotonio Dos Santos, desde hace décadas vienen replanteando la causal única de dicha problemática. Más allá del imperio norteamericano, la colonización española y demás bucaneros- que casi siempre por aquí llegan- la región latinoamericana no toma vuelo y pasa de la década perdida a la pérdida de décadas. Y si bien los informes señalan crecimiento económico; bien se sabe que éste no es lo mismo que desarrollo económico.
También recuerdo que en economía política, se señalaba que las contradicciones entre capital y trabajo, se definirían una vez que las fuerzas productivas llegarán a su nivel óptimo de tecnologizaciòn; sería entonces, cuando las masas tomarían el cielo por asalto, ya que no habría plusvalía que ganar. Viejos teóricos y hoy viejos de edad, como Francisco Mieres, Armando Córdoba, Maza Zavala y el atildado Gastón Parra Luzardo; mareaban con sus cátedras y conferencias magistrales. Aquello de las relaciones económicas sociales de producción lacerantes para las mayorías, llevarían al pozo de la muerte a los Amos del Valle. Los nombrados- la mayoría en el poder- dejaron el discurso catedrático con viso de investigación científica y tomaron por verdadero asalto el directorio del Banco Central de Venezuela, Pdvsa y una que otra división importante, caso del difunto Francisco Mieres. El milagro venezolano, que no alemán, lo aplaudieron: El ingreso petrolero se fue a las nubes, viviríamos otra fiesta; ahora si vendrían las transformaciones estructurales de la economía nacional.
Desde la moribunda constitucional nacional mucho ha sucedido; con aquello del derecho como superestructura de la burguesía, la boliburguesía lleva un Puente Rafael Urdaneta de leyes de todo tipo; donde resalta la pérdida de autonomía del banco central, el manejo discrecional de las finanzas públicas, el gigantismo del aparato público; la estatización, que no el empoderamiento popular; la creación no del bloque histórico de Gramsci, sino el bloque económico de los titulados revolucionarios.
El país, por ironía, es una economía de puerto alimentada por el petróleo; el descontrol fiscal es la nota; se asume la solidaridad internacional con cargo al tesoro nacional, mientras el desempleo y subempleo es la nota; el misionismo se estrena definitivamente con carta legal, versión chavista del techo y el zinc de adecos y copeyanos; la mano de obra en gran medida en la informalidad; la inversión reproductiva y tecnológica-científica hacia abajo y la inversión extranjera sólo apunta al sector petrolero y telecomunicaciones; y hasta importación de mano de obra, caso cubana, se tiene. La nación marcha hacia atrás; la realidad que sirvió a la farsa izquierda para que vegetarán en las universidades e institutos como el Ceela y Cendes, resulta que en mano de sus creadores avalan una llamada economía popular; donde lo que resalta es la imitación postmoderna de la encomienda colonial. Entre Amos del Valle y Boliburguesía el país se debate; sin gestión pública asertiva y eficiente muere de nuevo un ánimo de grandeza.
La crisis en económica es la caída de la producción, o la no realización de la misma. Al caer la oferta o la demanda los factores de producción se viene a pique y, por lo general, el colectivo social mayoritario, representado por la clase popular y los sectores medios sufren el rigor de los ajustes. Ahora bien, el imperio de la economía de los papeles, por esa hegemonía de los actores sociales, hace que las finanzas tomen fortaleza e incidan en un decaimiento en la producción real; por algo el hoy fosilizado Lenin decía que el sistema financiero es el sistema nervioso del capitalismo, y su eclosión vendría de su metástasis.
Desde la década de los setenta con aquella del fenómeno de la combinación de inflación y secesión, los economistas del sistema se convirtieron en simple administradores de la crisis, búsqueda del equilibrio de las cuentas nacionales con énfasis en las reservas monetarias de las economías centrales. Superada la crisis con el endeudamiento de los países periféricos, la dinámica económica impone la hegemonía decisiva del bloque financiero de la burguesía en los procesos del comercio internacional; que por un poco tiempo fue desdibujado ante la emersión de los llamados Tigres Asiáticos, aupados por cierta burguesía industrial y petrolera venida a menos, con la estrategia de la vuelta de la economía del mercado. Pero el panorama era otro visible, aunque sin reseña profunda: El tío Sam en nombre de su gobierno se había convertido en una esponja de las reservas internacionales de países amigos y de la burguesía del orbe con el aliciente de altas tasas de interés bancaria, que posibilitaba mantener el ciclo perverso de alimentar la economía de guerra.
La división internacional del trabajo que impone la economía capitalista hizo de los Estado Unidos un centro financiero para la guerra; los países asiáticos, productores maquiladores y la Europa Occidental, atalaya de la administración del sistema, enfocando la larga vista en economías como la China, la hindú y la brasilera. Un sistema en apariencia perfecto hace grieta; la propia avidez del bloque financiero burgués mundial coloca en ascua el proceso diseñado y es cuando los bancos centrales de dichas economías desarrolladas, abren sus arcas para subsidiar favorablemente a quienes casi llevan a la tumba a la burguesía del orbe. La conexión en red de la hegemonía funciona, los préstamos de seguro a perdida que reciben los banqueros hará manejable la crisis, la guerra entre los imperialistas luce irrisoria aunque posible; la cohesión se impone ante la debacle, al punto que la China, el país con las mayores reservas internacionales, que podría jugar a la profundización de la crisis con mira de convertirse en la potencia mundial; prefiere esperar, sabe la plutocracia china que el límite de la crisis, son los pueblos en la calle.
El análisis de la presente crisis rebasa la clásica visión de guerra imperialista; el sistema mundial diseñado demuestra que es esa plutocracia internacional la dueña del orbe, la cual cierra fila; hasta en Venezuela, potencia financiera por las decenas de miles de millones de dólares, coloca sus reservas monetarias en una diversidad de de portafolios, que en última instancia favorece a la Boliburguesía y loa Amos del Valle, demostrándose que la burguesía no tiene nacionalidad sino intereses comunes a ella.
La teoría marxista sobre la crisis económica está en pie. Desde los ciclos de Rostov, aquellos que en el inicio del capitalismo se medían por más de cinco décadas; llegada la crisis del veintinueve, cuando el ciclo se acorta a periodos de treinta y menos años; se entra en la caída del setenta, cuando la economía sigue acortando su crecimiento, auge y decaimiento a lapso de una décadas a menos; para entrar definitivamente en los ciclos corotos, cuya expresión se radiografía en la secuencia de traspiés de la banca peruana, mexicana, las bolsas asiáticas, la bancaria rusa y la persistencia en el corazón de las bolsa en Wall Street en Nueva York.
La variable guerra no se puede descartar pero tiene sus límites. El sistema diseñado por la hegemonía burguesa mundial sabe del peligro de imaginarios sociales de pueblos como los árabes musulmanes, de los conflictos no resueltos en la periferia y hasta los problemas internos con sus colectivos sociales; aunque no es descabellado soltar el misil y el fusil para reanimar las pérdidas que presentan sus estados de resultados.
Animar una izquierda en esta perspectiva se impone, que no precisamente son esos jocosos catedráticos que convoca la chequera loca de Miraflores, donde resalta la chilena Marta Hanecker. La complejidad del análisis y por consiguiente la estrategia y la táctica en dicho escenario, impone sapiencia y manejo variables múltiples que no nos aniquile en el intento de comprensión y construcción del socialismo posible.