Reforma el FMI
Los organismos multilaterales se mueven a velocidad jurásica. Los surgidos al concluir la II Guerra Mundial llevan la delantera en lentitud y burocracia. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio responden a un orden geopolítico hoy superado, cuyo epicentro fue el eje norte-atlántico. Hoy el 50% del PIB mundial se genera en Asia; hace un siglo Asia constituía el 10%.
La globalización rebasó la gobernabilidad de las obesas instituciones multilaterales. Hubo un primer aviso con la crisis financiera asiática (1997); pero el entonces presidente de la Reserva Federal de EE.UU, Alan Greenspan, creía que los mercados financieros se auto-regulan y nada hizo. Las graves consecuencias del error son sufridas por los millones de desempleados luego del descalabro financiero de 2008.
La reunión de ministros de Finanzas del G 20 (23 de octubre) –que incluye a países industriales y emergentes como Argentina, Brasil, China, la India, México y Suráfrica-, convalidó una modesta reforma del FMI. Un 6% del poder de voto será transferido a las naciones emergentes. Europa perderá dos puestos en el directorio y EE.UU. conservará su poder de veto a decisiones claves.
Bienvenida la reforma; pero aquí se aplica el dicho inglés: too little too late. Y aunque en el cónclave de Gyeongji los países del G 20 se comprometieron a no efectuar devaluaciones competitivas que agraven la guerra de las monedas, la reforma del FMI luce tímida e insuficiente para propiciar una reactivación sustentable de la economía mundial a corto y a largo plazo, sin vencedores ni vencidos.
Dejo constancia de mi pesar por la muerte del insigne economista y probo ciudadano, D.F. Maza Zavala.
[1] Ex gobernador alterno de Venezuela ante el Fondo Monetario Internacional