Economía

Remuneraciones, empleo y pobreza

El BCV acaba de publicar las cifras del índice de remuneraciones para el cuarto trimestre de 2010. Ese estimado nos indica cómo han evolucionado trimestre a trimestre los ingresos de las personas que trabajan en el sector privado o en el público, incluyendo todos los devengos percibidos por los trabajadores, es decir, sueldos y salarios, prestaciones, utilidades, bonos vacacionales, etc. Al corregir ese índice por el factor inflacionario obtenemos otro indicador que nos dice cómo ha evolucionado el poder de compra de aquellas remuneraciones en el tiempo, observándose algo realmente preocupante.

Desde el primer trimestre de 2008 la capacidad de compra de esas retribuciones laborales ha estado cayendo ininterrumpidamente en comparación con igual lapso del año anterior, haciendo que hoy los trabajadores puedan adquirir con su ingreso promedio un 17,3% menos de lo que podían comprar hace tres años. La situación es mucho más dramática en el caso de los que trabajan para el sector público, quienes han sufrido una caída de 29% en el poder de compra de sus remuneraciones en ese mismo período. En otras palabras, esas personas hoy sólo pueden comprar con lo que les ingresa por su trabajo algo más de un 70% de lo que podían adquirir a fines de 2007. Sólo en 2010 perdieron un 11,3% de capacidad de compra en comparación con el año precedente. Con razón en la actualidad vemos que los primeros que manifiestan abiertamente su repudio a la estatalización de las empresas privadas donde laboran son precisamente los trabajadores, ya que ellos saben que al pasar a ser empleados del Estado perderán sus prebendas laborales y se deteriorarán sus condiciones de trabajo.

Las evidencias no pueden ser más conmovedoras. Lo que esas cifras indican es que la calidad de vida de los trabajadores venezolanos se ha deteriorado intensamente durante los últimos años, debiéndose ello a la alta inflación que padecemos, la cual no se ha compensado ni remotamente con ajustes en las remuneraciones que perciben, estipen­dios que han crecido mucho menos que los precios.

En 2010 la inflación promedio en el área metropolitana de Caracas fue de 29%, pero la inflación promedio que recayó sobre el segmento más pobre de la población  fue de 32,3%, la más alta de todos los estratos poblacionales, y muy superior a la que sufrió el grupo de mayores ingresos. Ese perverso fenómeno se debió a que los precios de los alimentos experimentaron alzas muy acentuadas, haciendo que las familias de menores ingresos tuvieran que destinar un porcentaje mucho mayor de su presupuesto a la adquisición de esos productos, limitándose así las posibilidades de comprar otros bienes; esto no significa otra cosa que un desmejoramiento de su calidad de vida.

En cuanto a la situación del mercado laboral, hay que decir que, como es lógico esperar en un ambiente de recesión económica como el que hemos vivido en los últimos años, el desempleo ha tendido a crecer sostenidamente, y las oportunidades de nuevos trabajos han bajado. Esto ha hecho que el porcentaje de la población activa, o fuerza laboral, afectada en este momento por situación de desempleo o subempleo supere el 50%.

Por todo lo anterior, es difícil aceptar la posición oficial de que la pobreza ha caído en 2008 y 2009. ¿Qué factores pudieron actuar para que el porcentaje de personas o familias en situación de pobreza disminuyera en esos años? Si bien era lógico que durante la bonanza petrolera del período 2004-2007 la pobreza bajara, como de hecho sucedió, es poco creíble que en períodos tan adversos para el sector laboral y para la población de menores ingresos, la pobreza haya disminuido.

El panorama para el 2011 tampoco es favorable. La alta presión inflacionaria que se espera y las escasas posibilidades de recuperación de la economía, me hacen pensar que el sector laboral y la población de menores ingresos seguirán sufriendo desmejoras en su calidad de vida.

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