Un siglo de esculturas aéreas
Uno no se topa todos los días con esculturas de Alexander Ródchenko, polifacético artista del Constructivismo ruso de los años 20, junto a móviles de Calder, Man Ray, Marcel Duchamp y Lynn Chadwick, primer grupo de obras que reciben al visitante de la exposición Suspensión. Una historia aérea de la escultura abstracta. 1918–2018. Le siguen otras 50 esculturas a lo largo del bosque de columnas de concreto armado en obra limpia de la sala hipóstila del Palais d’Iéna en París. Partiendo del cénit e interceptando verticalmente el espacio, las esculturas suspendidas crean un diálogo sin precedentes en este soberbio edificio, híbrido de la arquitectura neoclásica y del racionalismo moderno, diseñado y construido por el arquitecto Auguste Perret durante la década de 1930.
Curada por Matthieu Poirier, la exhibición contempla obras de 33 artistas de 15 nacionalidades diferentes, entre los que se encuentran
Louise Bourgeois, Olafur Eliasson, Yves Klein, Carlos Cruz-Diez, Julio Le Parc, Sol LeWitt, Robert Morris, Bruno Munari, Hélio Oiticica, Gego, Jesús Soto, Xavier Veilhan, entre otros. Para el goce visual del visitante, la singular Esfera (Sphère trame, 1962) de François Morellet, fue colocada en el descanso de la monumental escalera en forma de herradura, frente a la sala de los pasos perdidos. En la década de 1960, Morellet formó parte junto con Le Parc, del Groupe de Recherche d’Art Visuel (GRAV), dentro de las nuevas tendencias de arte participativo que surgieron en París utilizando nuevas técnicas y materiales.
Esta exposición es un oasis estético, en medio de tanta confusión que aflige al arte en el presente.
Se trata de obras representativas de un siglo de escultura abstracta (1918-2018) bajo el ángulo único de la suspensión aérea. Esta categoría artística apareció a fines de la década de 1910 con Alexander Rodchenko, Marcel Duchamp y Man Ray, luego continuó a principios de la década de 1930 con Alexander Calder o Bruno Munari, se desarrolla en la década de 1950 con Soto, Francois Morellet, Gego, Daniel Buren, Julio Le Parc, seguido en los sesenta por Cruz-Diez, Sol LeWitt, Robert Morris, entre otros.
Matthieu Poirier (1976) historiador de Arte y curador de importantes exposiciones internacionales, se expresó así sobre la selección de obras que realizó: “Si bien muchas de estas obras suspendidas cenitalmente permanecen estáticas, algunas se hacen eco del principio del «móvil», para tomar prestado el término formulado en 1931 por el mismo Duchamp sobre las primeras esculturas de Calder suspendidas del techo y entregadas a las fuerzas invisibles del aire. Aunque resueltamente no narrativo, este género está vinculado a la imaginación cosmogónica, a la conquista del aire y del espacio, pero también al miedo al vacío, así como a la levitación y al hecho de flotar. Los contornos espaciales de las formas marcan el deseo de escapar de la gravedad o entrar en conflicto con ella. Lo que pierden las esculturas en masa inerte, estas lo ganan en transparencia, en equilibrio, en articulación y, a veces, en movilidad física como sucede en los «móviles». Esta estética se deriva de una nueva relación con el espectador, la circulación de la mirada a través de estructuras abiertas y, por lo tanto, sensibles a su entorno inmediato, es decir, al espacio del lugar que lo rodea. Esta forma de negociar con el espacio y la gravedad resulta de una operación estética necesariamente abstracta, es decir, alejada de la narración y la representación, que congelaría el significado y la presencia de estos objetos celestes, frutos de una tensión constante entre caída y elevación”, concluye Poirier.
Durante el vernisage, tuve la oportunidad de conversar con el maestro Cruz-Diez frente a su obra, un laberinto de colores, expuesta en el centro de la columnata.
¿Cómo se titula y cuál es el concepto de esta obra?
Decidí intervenir en estos espacios monumentales con un Labyrinthe de Transchromie. Es una obra interactiva, que permite al observador percibir las variaciones cromáticas que se originan a partir de la superposición de láminas transparentes de colores rojo, azul, verde y amarillo, suspendidas en el espacio y que permiten circular dentro de ella, produciendo variadas combinaciones de colores substractivos que se modifican por el desplazamiento de la persona, por la intensidad de la luz y los colores del ambiente gracias a los enormes ventanales de esta sala. Las bandas de color, debido a su transparencia, propician la contemplación del entorno modificada por el fenómeno de la substracción. Siempre he sostenido que el arte es para la gente, para el disfrute del espíritu, por lo tanto, hago obras que son participativas, es decir, que incluyen a las personas en su creación.
¿Si la memoria no me falla, este laberinto cromático es similar al Laberinto de Transcromías que usted expuso en el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber en Caracas?
Sí, es una versión del mismo concepto de color substractivo que expuse hace 37 años en el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, en la exposición Cruz-Diez. Didáctica y dialéctica del color. Me haces recordar los años setenta y ochenta en Venezuela, una época que podría haberse llamado “renacimiento” por la importante actividad cultural y artística que se desarrolló en el país. Venezuela era mencionada repetidamente en los medios internacionales debido a su intensa actividad cultural. Cabe destacar la creación y dotación en obras trascendentales que logró integrar Sofía Imber en el MACSI, museo que se destacaba entre los mejores del mundo, dotado de una colección de primer nivel, pero pienso que sus logros han desaparecido del escenario artístico internacional.Esta exposición reune a treinta y tres maestros de la escultura que, según Poirier “viven en conflicto con la gravedad”, eso es Suspension. Une histoire aérienne de la sculpture abstraite. 1918-2018. En el Palais d’Iéna, 9 place d’Iéna, 75016 Paris. La exhibición estará abierta al público hasta el 28 de octubre de 2018.
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