El EditorialOpinión
La violencia política es signo de debilidad
Lo ocurrido en el estado Bolívar con la agresión aparentemente ordenada por autoridades locales oficialistas a María Corina Machado y su equipo, es una muestra palpable del temor que sienten algunos en el régimen por la actitud diáfana, valiente y decidida de esta asombrosa mujer, que no teme enfrentarse pacíficamente a la barbarie, que pareciera ser el signo prevalente de los partidarios del partido oficial.
Cuando la política deja de ser escenario de confrontación y diálogo, de antagonismo y respeto a la vez con el adversario, y no se resuelve a través de la palabra, sino con palos y piedras, estamos entrando de lleno el reino de la barbarie primitiva, de formas de comportamientos que fueron las típicas de los fascismos del siglo XX y donde el garrote silencia todo pensamiento crítico.
En los últimos meses la violencia se ha acrecentado de tal manera que ya pareciera no tener límites y pueden suceder impunemente hechos como la muerte de Fernando Albán y ahora la furia desatada contra una mujer que no teme denunciar la descomposición ética y moral que prevalece actualmente en nuestro país.
De continuar estos hechos reprobables y condenables estaríamos creando, esperamos que eso no sea así, las condiciones para una lucha fratricida que nadie en su sano puede desear que ocurra en Venezuela.
Hay momentos enlos que vale la pena retomar lemas del pasado, que al ser acatados facilitaron una transición incruenta hacia la democracia. Nos referimos al llamado de López Contreras, quien pidió a los venezolanos de entonces Calma y Cordura.