La inflación según Giordani y Chávez
Es increíble la capacidad que ha tenido el ministro Giordani para engatusar al presidente Chávez. Con un fracaso tras otro a cuestas, el ministro Giordani sigue siendo el articulador de una política económica que tiene un solo pilar: esperar la recuperación de los precios petroleros para incrementar el gasto público. Vale recordar que fue Giordani el de la idea de anclar el tipo de cambio, que con una inflación elevada, implicó pérdidas considerables de reservas internacionales del BCV, que fueron a parar a manos de ávidos compradores de dólares. La tesis de fijar el tipo de cambio con el objeto de bajar la inflación ha sido la única política antiinflacionaria que ha diseñado el gobierno de la mano de Giordani, y ésta ha fracasado estrepitosamente.
Fijó tercamente el tipo de cambio y luego salió el ministro de Finanzas quejándose de que había un exceso de demanda de divisas que superaba cualquier parámetro que se considerara normal. Cometido ese error garrafal, su salida del problema fue culpar a las casas de bolsa, perseguir a sus integrantes y desparecerlas literalmente. Cualquier estudiante de economía que haya cursado un semestre de macroeconomía de economías abiertas, sabe que al fijar el tipo de cambio el banco central pierde la autonomía monetaria y que además si el tipo de cambio real se sobrevalúa como en efecto ocurre en Venezuela, el resultado es una salida masiva de capital, en nuestro caso disfrazada de importaciones masivas. Pues, esta política que de manera reiterada ha aplicado el ministro Giordani es la responsable de la destrucción del incipiente sector exportador que se había conformado en Venezuela y ahora el país es tan dependiente del petróleo como lo fue en los años treinta. Para que quede claro: con una elevada inflación como la de Venezuela, la fijación del tipo de cambio es un absurdo mayúsculo porque destruye el sector productivo de bienes transables.
La característica del mundo en los años setenta y ochenta era la inflación y países de América Latina tales como Argentina, Bolivia, Perú, entre otros sufrieron procesos hiperinflacionarios que acabaron con sus monedas. Venezuela en los setentas tenía una inflación baja y moderada. Actualmente, la economía mundial está signada por inflación muy baja, salvo un grupo de países entre los cuales sobresale Venezuela. Al presentar el presidente Chávez las cifras de inflación de los años ochenta y noventa hizo una comparación incompleta porque ha debido mostrar la trayectoria de la inflación para un lapso más largo, tal como se videncia en el grafico adjunto. La verdad es que si se compara el período del presidente Chávez con otras administraciones, los resultados son desafortunados. Debe calarse que ha sido durante la gestión del presidente Chávez donde ha habido mayores y más generalizados controles de cambio y de precios que de alguna manera inhiben el crecimiento de la inflación y con todo y ello la tasa media de inflación es la tercera más elevada de la historia reciente de Venezuela, después de la de las segundas administraciones de Caldera y Carlos Andrés Pérez.
Esa tasa de inflación promedio anual de 22% inhabilita a Venezuela en la economía mundial y la condena a un simple y triste productor de petróleo en la medida en que con la inflación los costos de producción se incrementan en la proporción de la inflación interna mientras que los productos elaborados en otras economía sube a un ritmo sustancialmente menor, con lo cual se encarece nuestra producción y se abaratan las importaciones. Es triste que una figura como el presidente Chávez no se de cuenta de esta situación y se conforme con una inflación que este año rondará el 30%, con toda su carga de injusticia porque la inflación es como una especie de impuesto que golpea a los más pobres y desasistidos de una sociedad. El reto del país es estructurar una política antiinflacionaria que contribuya a preservar el salario real y motive el crecimiento estable y sano de la economía.