Bolsos y valijas K
La pareja K, que gobernó Argentina desde 2003 hasta 2015, confiaba en la fidelidad de los involucrados en su acumulación insaciable de riqueza personal. Crearon una red en la que se aplicaban los códigos de la mafia: soborno, extorsión, intimidación, y también la ley del silencio, la llamada Omertá siciliana, que proscribe comentar sobre los asuntos internos de la organización. Durante su reinado los K mantuvieron a raya a la justicia. Pero la Reforma del Código Penal en octubre de 2016 por el Congreso de la Nación, que introdujo la rebaja sustancial de penas a aquellos indiciados que suministren infomación precisa, comprobable y verosímil de hechos delictivos, mejor conocida como La Ley del Arrepentido, ha volado en pedazos la lealtad de cómplices y colaboradores de la rumbosa pareja presidencial.
Ante las prominentes evidencias de pillaje y la actuación de oficio de la justicia, cada día acuden a los tribunales nuevos arrepentidos que buscan la benevolencia del juez de la causa. Declaran ex funcionarios, empresarios y allegados, que desmadejan detalladamente el modus operandi, una suerte de hidrografía de corrientes de dólares provenientes de coimas, de sobreprecios, de chanchullos con Venezuela, que circulaban hasta ir a dar, inequívocamente, a manos de la pareja: en sus predios privados, en la residencia presidencial de Olivos o hasta en la propia Casa Rosada. Hechos corroborados por los choferes y pilotos transportistas del dinero K.
A la vieja usanza, dinero contante y sonante en bolsos y valijas hinchados de billetes. Eso sí, exclusivamente dólares, porque como confesó uno de los arrepentidos -Claudio Uberti, operador de la descarada “embajada paralela” establecida para negociar con Caracas- “fue enorme la bronca de Néstor cuando en una ocasión le llevamos un bolso que también contenía pesos argentinos”. Se calculan unos 200 millones de dólares escondidos en caletas a la manera de los narco carteles. ¡Hay recompensa para quien suministre una pista!