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Cómplices

Participan del crimen, unos los hacen descaradamente otros en secreto. Unos vestidos de rojo, otros de verde y aquellos detrás del telón, de traje y corbata, con un rolex en el brazo y una copa de champagne en la otra.

En principio todos son responsables de las faltas cometidas… y no es el traje, el que debe evitarles ser sujetos de la misma pena.

Los más comprometidos se llaman entre si camaradas, otros utilizan eufemismos. Les gusta llamarse socios, consejeros, representantes, gestores, negociadores, inversionistas… mucha grandilocuencia para definir, bolichicos, corruptos, comisionistas, enchufados y testaferros.

Mire como se mire, el cómplice de un robo es un ladrón. El que participa abiertamente o más o menos secretamente, en un acto reprensible; o aquel que con su actitud favorezca o cubra, acciones destinadas a destruir una institución, un país, a la violación de las leyes y derechos humanos, es tan culpable como el autor de esas políticas.

Según como soplen los vientos, algunos socios caen en desgracia; ya vimos como Chávez terminó pagándole a ciertos “leales servidores”. Ratificando la citación que se le atribuye a Robespierre, cuando iba camino al cadalso para ser decapitado en 1794, “La Revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos”.

Maduro lo hace ahora con Chavistas tradicionales, demasiado chavistas y poco maduristas para su gusto. Por ejemplo, Rafael Ramírez, exilado con destino desconocido, acusado de destruir la empresa petrolera venezolana, Pdvsa.

El mayor general Miguel Rodríguez Torres, ex Ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz; fue arrestado el 13 de marzo de 2018, luego de expresar su desacuerdo con el gobierno de Nicolás Maduro. Se encuentra recluido en el Centro Penitenciario de Oriente, conocido como “La Pica”.

El venezolano común sabe, que tantos unos como los otros son la misma cosa. Y piensa que su suerte los sorprendió, porque acostumbrados a las mieles del poder, no creyeron que la realidad los atraparía.

Ese es uno de los primeros errores de los cómplices; los cargos, los discursos, los honores fatuos, los honorarios y sobre todo las comisiones, embriagan “al más pintado”. El ejercicio del poder a cuesta de vidas de jóvenes venezolanos; no lo exime de ser cómplice de delitos, que van más allá de las motivaciones políticas, que existen entre bandas que se embisten por el control del régimen.

Existen situaciones más confusas y preocupantes, pensamos en las muertes de altos cargos chavistas, que siguen siendo un misterio. El asesinato del que fuera compañero de armas de Hugo Chávez y quien participara en la intentona golpista de 1992, Eliecer Otayza; su muerte se debate entre dos hipótesis: hampa común o crimen político.

El ABC internacional publicó en mayo del 2014, que Otayza se preparaba para declarar la verdad “sobre la muerte fraudulenta de Chávez”. Otro crimen no dilucidado, sujeto a múltiples especulaciones fue la del Fiscal Danilo Anderson, así como la extraña muerte del gobernador chavista de Guárico, William Lara, en un accidente donde su vehículo cayó al río Paya, muriendo ahogado, mientras que su conductor y guardaespaldas salía ileso.

Otros cómplices con otros trajes, sufren nuevas preocupaciones, las riquezas acumuladas son de tal magnitud, que resulta imposible esconderlas. No hay mecanismo que permita blanquear tantos millones.

Como resultado de las medidas internacionales contra un número importante de representantes del régimen, el mundo se les hace pequeño. Últimamente los titulares internacionales, se hacen eco de nuevas cuentas congeladas, de enchufados detenidos, investigaciones abiertas y testigos acogiéndose a la condición de “testigo protegido”, lo que conlleva a presumir futuras detenciones.

Un riesgo que tiene sudando a muchos; quienes, en el pasado, no dudaban en retratarse con yates, en fiestas derrochando añejos, relojes y trajes de lujo, en mansiones y en subastas de ejemplares pura sangre. Los servicios internacionales de investigación, los acuerdos de extradición entre países, el fin del secreto bancario en numerosas entidades financieras; van alimentando expedientes, que dibujan a los cómplices de cuello blanco.

Venezuela está ahora llena de arrepentidos, cómplices ingenuos que creyeron en el socialismo del siglo XXI. Pero también del que prefería ser asistido y no tener que trabajar y producir; aceptando sin chistar que se expropiara y se destruyera la capacidad productiva del país.

Que aplaudían a rabiar, los insultos, los exabruptos y las violaciones a la ley y los derechos humanos. Bien manipulados por el cerebro que instauró el chavismo en Venezuela.

Pero existieron cómplices preparados, que aspiraban manipular al teniente coronel, o aquella vieja izquierda utópica, que creía llegada su hora. Aquellos que querían ejercer su venganza personal.

Podemos señalar especialmente a los uniformados, a los jueces y los policías; quienes estando investidos para aplicar la ley y proteger la soberanía nacional. Han preferido acomodarse al régimen dictatorial y servir de alcahuetas, de las violaciones a la Constitución Nacional y las leyes de la República.

Delitos de lesa humanidad, traición a la Patria, desfalco a la Nación, son entre otros, por los que serán juzgados, mucho representante de esos cuerpos. Unos como brazos ejecutores y otros como autores intelectuales del crimen.

La cúpula no necesita presentación, está bien identificada. Sentada en el CNE, en la constituyente, en los ministerios, en la vice presidencia; en el fuerte Tiuna y en Miraflores.

Dando menos declaraciones, haciendo menos ruido, encontramos banqueros, periodistas, presentadores de televisión y hasta artistas. En el mundo lúgubre de la traición, se encuentran los infiltrados en la oposición, haciendo bien el trabajo encomendado.

Ellos acompañan en el nivel humano más bajo, a los colectivos, los que salen a reprimir, los que ordenan encerrar inocentes, los que diseñan las campañas sucias del régimen, los responsables del sistema penitenciario, salud y alimentación.

Gracias a ellos millones de venezolanos huyen despavoridos; han muerto miles de jóvenes e inocentes, que protestaban por sus derechos; 250.000 ciudadanos asesinados en manos del hampa. Existen cientos de presos políticos; pero también muchas lágrimas vertidas ante la morgue, los anaqueles vacíos de los supermercados, ante los cuerpos inertes dentro de los hospitales abandonados y frente a los botes de basura, donde recogen desperdicios para sobrevivir… los venezolanos más pobres.

Ex Cónsul de Venezuela en París

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