Misión de rescate en la cueva de Tailandia deja sin vida al primer salvavidas
El grupo de doce niños y un adulto encontrado la noche del lunes pasado en una cueva situada en el parque natural Tham Luang-Khun Nam Nang Non, en la frontera entre Tailandia y Birmania, a 4 kilómetros dentro de la caverna y tras nueve días de intensa búsqueda en la que participaron más de 1.300 personas, ha dejado sin vida a un hombre en su misión de rescate.
Se trata de un buzo, un antiguo miembro de los cuerpos de élite de la Marina identificado como Saman Kunan, de 38 años de edad, quien la noche del jueves pasado se quedó sin oxígeno mientras estaba sumergido y tras completar con éxito una misión de suministro hasta la cueva.
El deceso, anunciado por las autoridades en rueda de prensa, ha puesto de relieve la difícil operación a la que se enfrentan los equipos de salvamento dentro de la laberíntica y parcialmente inundada cavidad donde permanece el grupo de enclaustrados.
«La muerte de este experto buceador sirve para mostrar la dificultad de las tareas de rescate. A pesar del deceso no vamos a parar de trabajar para sacar al grupo», declaró Passkorn Boonyaluck, vicegobernador de la provincia de Chiang Rai.
En cada viaje a la gruta, los buzos tienen que atravesar unos 1,7 kilómetros de estrechos pasadizos entre visibilidad nula y corrientes de agua, un camino que toma, ida y vuelta, unas 11 horas. «El camino es una continua sucesión de complicados y agotadores retos», declaró Rafael Arush, buceador voluntario que participa en esas tareas.
A estas complicaciones, se suma además el descenso en la cantidad de oxígeno dentro de la cavidad. Apakorn Yookongkaew, comandante de los buzos tailandeses, dijo a los medios que planean extender una tubería para proporcionar aire a los doce niños y el adulto. «A pesar de las malas noticias, la determinación de los equipos de rescate en sacar al grupo permanece intacta», apuntó un representante de los fuerzas militares australianas en tareas de asistencia.
Las autoridades eluden anunciar una fecha para las operaciones que, aseguran, procederán de manera gradual, sacando primero a los niños en mejores condiciones físicas y psicológicas. Para ello, los atrapados han comenzado un entrenamiento intensivo para aprender a bucear, una opción de elevado riesgo, pero que según los expertos sigue siendo la más probable.