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Nuestra guerra económica

Todos conocemos el eslogan oficialista: “guerra económica”. Es lo que el G-2 cubano inventó para justificar el caos socio-económico que padece el país, y echarle la culpa de ello al imperialismo y sus etcéteras. Maduro y sus voceros no se cansan de repetir el eslogan y de buscar cualquier alegato para tratar de darle sustento. No parece que hayan convencido como convencía el predecesor, pero el efecto de la propaganda masiva y la combinación de censura con autocensura, no se puede despreciar.

Ahora bien, sí es cierto que Venezuela está atrapada en una economía de guerra. Pero no por causa de una guerra externa sino por una interna. La guerra de la hegemonía roja en contra de la economía nacional. La hegemonía ha tenido todo el poder político y económico que ha querido, ha recibido y despachado los mayores caudales de petrodólares en toda la historia del país, y la economía se encuentra en una situación de catástrofe, con el pueblo depauperado y en una trágica crisis humanitaria. De eso se trata nuestra economía de guerra…

Es obvia, por tanto, cuál es la naturaleza de la economía de guerra que se padece. La mezcla de despotismo, depredación y corrupción sólo puede conducir al desastre. A un desastre de guerra. Al desastre de guerra que está terminando de destruir a la economía venezolana. Creo que la mayoría de los venezolanos piensan más o menos lo mismo, pero aún persiste un grupo que se come los cuentos de la propaganda oficial. Unos se los comerán de buena fe o por extrema ingenuidad o fanatismo, y otros se los comerán a ver qué provecho sacan de su identificación con el régimen de Maduro.

Y claro, hay otro sector, muy poderoso por cierto, que está conformado por la boli-plutocracia, o los potentados de la hegemonía y su conjunto de satélites, enjambres, carteles, tribus y testaferros, que han amasado muchas de las fortunas más escandalosas del planeta. Son los depredadores implacables de los recursos nacionales, que se han enriquecido de manera obscena a costa de la renta petrolera, el asalto a la actividad productiva, y la capacidad de endeudamiento del Estado nacional.

Estas no son especulaciones, sino realidades documentadas e incluso denunciadas formalmente por personas que ocuparon cargos ministeriales en los gobiernos del predecesor y en el del sucesor. Además, sólo basta dar un vistazo por cualquier ciudad o poblado venezolano, para constatar el estado de ruina y abandono, que claman al cielo, porque ello ocurre con el barril de petróleo en  más de 60 dólares, y subiendo…  Nada de la catástrofe socio-económica, por cierto, podrá tener ni asomo de remedio, mientras la hegemonía continúe controlando el poder. Y las ofertas tipo alquimia económica que no pocos formulan, desde pretendidas aceras opositoras, o desde algunos ámbitos de una genuina oposición, no pueden ser creíbles, porque las especulaciones esotéricas no funcionan en la realidad operativa de la economía.

La verdadera economía de guerra tiene una víctima: Venezuela y el conjunto de los venezolanos. Y tiene un victimario: la hegemonía roja que todavía impera. No me luce que sea muy difícil enterderlo…

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