El 23 de enero
EL 23 de enero se menciona constantemente, pero todavía no se ha escrito la historia de la década dictatorial que culminó aquél dia. Es recomendable escribirla antes de que se consolide la deformación de la historia nacional en que ha venido empeñado el régimen. Maduro, con su habitual torpeza, habló de que la democracia traicionó el 23 de Enero.
El primer señalamiento de significación es que el 23 de Enero no fue un desenlace adánico, sorpresivo. Desde el mismo momento del derrocamiento de Rómulo Gallegos, profesionales, estudiantes, sindicalistas jóvenes comenzamos a configurar un movimiento de resistencia contra la dictadura militar que se iniciaba.
Aquel encuadramiento juvenil, con dirigentes improvisados, ya que todos los dirigentes con experiencia estaban en la cárcel y en el exilio, empezó a articularse, a adquirir consistencia cuando Leonardo Ruiz Pineda fue puesto en libertad por Pérez Jiménez quien con esa medida aspiraba a congraciarse con sus paisanos tachirenses. Apenas salido de la cárcel Leonardo buscó contacto con el comando de la Resistencia integrándose a el.
La lucha clandestina fue desigual, sacrificada siempre recia, enfrentando a una dictadura sin escrúpulos para asesinar a sus opositores. Leonardo Ruiz Pineda, el gran conductor de la Resistencia, fue abatido a tiros por esbirros de Pedro Estrada en la Av. San Agustín del Sur. Alberto Carnevalli murió de mengua en el hospital de la Penitenciaria de San Juan de los Morros y no nos permitieron a sus compañeros de cárcel, verlo en su lecho de muerte. Antonio Pinto Salinas, el joven poeta de la resistencia, fue fusilado en la carretera de los llanos en paraje cercano a San Juan de los Morros, Luis Hurtado Higuera líder sindical del Zulia, fue secuestrado y todavía se ignora el paradero de sus restos. Hemos citado los más conocidos, son numerosos los luchadores clandestinos asesinados por aquella dictadura.
A pesar de los asesinatos y de las razzias permanentes contra sus activistas, el movimiento de Resistencia se mantuvo durante aquellos diez años de terror. Nunca cundió el derrotismo ni la resignación. A finales de 1947 se celebró en Puerto Rico, una conferencia de exilados, donde los benjamines éramos Domingo Alberto Rangel y quien esto escribe. Entre otros, además del anfitrión Rómulo Betancourt, estaban Raúl Leoni, Luis Augusto Dubuc, Gonzalo Barrios, Francisco Olivo, Augusto Malavé Villalba. En los expositores prevaleció una visión un tanto pesimista sobre la posibilidad de un cambio político a corto plazo. En cambio Betancourt, en un análisis político en profundidad señaló que el recibía “vientos de cambio” y nos recomendó permanecer alertas. Lo que sucedió a los pocos meses, en Enero de 1958 fue el comienzo de 40 años de democracia, de libertad, de progreso, hasta el mal paso de las elecciones de 1.999.