La Cumbre de Lima y Venezuela
Eduardo Soto Álvarez
La VIII Cumbre de las Américas aprobó dos documentos, uno que versa sobre la crítica situación de Venezuela y el otro sobre la corrupción en el continente, tema sin duda ligado al accionar del régimen chavistoide.
El documento sobre Corrupción, destaca que la prevención y el combate del flagelo son fundamentales para el fortalecimiento de la democracia, recalca la necesidad de transparencia en contrataciones públicas y de la cooperación jurídica internacional para luchar en su contra.
Por su parte, el documento sobre Venezuela, entre otras cosas, hace un llamado al régimen chavistoide para que realice elecciones libres, justas, transparentes y democráticas, con la participación de todos los actores políticos y, de no cumplirse esas condiciones, los comicios del próximo 20 de mayo carecerán de legitimidad y credibilidad.
No había que ser demasiado zahorí, para prever unos resultados de esa naturaleza, menos aun cuando el capo chavistoide le habría venido tomando el pulso a la labor preparatoria, lo que explicaría los sucesivos matices del sainete que ha montado.
Inicialmente, afirmó que asistiría a la Cumbre de las Américas contra viento y marea, luego señaló que era intrascendente, para terminar calificándola de completo fracaso. Se infiere que en un primer momento, el capo chavistoide quería forzar la barra y montar un espectáculo en la propia Lima, pero al ir siendo más patente su rechazo, la creciente frialdad de sus dos compinches y concretándose el tenor de una declaración que tanto acierta al señalar las falencias del régimen, se convenció que mejor era no añadir ribetes más dramáticos a su nuevo descalabro internacional.
Ante la execración, el capo tiene que aparentar victimización, bajar el tono de su pirotecnia verbal, prestar oídos sordos al llamado de la Cumbre y evitar referirse al fondo del problema planteado en el documento de Lima, sobre todo en la actual coyuntura electoral.
Es poco factible que dieciséis mandatarios del continente, hayan podido errar en su apreciación conjunta sobre el juicio que les merece el venidero acto del 20 de mayo y menos sobre una materia de tanta envergadura. Es explicable que los dos compinches (uno representado solamente a nivel ministerial), no suscribieran el documento de Lima, pero es también evidente la creciente deserción en las filas del clientelismo chavistoide en América Latina y el Caribe.
Debemos agradecer a la Cumbre de las Américas, el haber señalado con tanta nitidez y tan oportunamente, las graves fallas que presenta el ejercicio comicial. Cómo habrán sido los resultados de Lima, para que el capo haya dicho ayer que pudiera haber sido la última la última Cumbre, lo que seguramente será cierto, pero para quienes vaticinan su desaparición.