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La misma cantaleta

En la proximidad de cada atropello “electoral”, en especial durante los últimos dos años, cuando es público, notorio y comunicacional que la hegemonía despliega todas sus malas artes para controlar los resultados, es decir para defraudar descaradamente a la voluntad popular (antes, durante y después de la fecha comicial), nunca faltan los voceros políticos, los cometas de la política, algunos “expertos” politólogos, otros “encuestadores-consultores-oráculos” y otras especies de la misma fauna, que alegan con argumentos habilidosos –cuando no abiertamente falsos— que lo más prudente es participar en las anunciadas “elecciones”, a pesar de los pesares, y que se debe negociar con la hegemonía para buscar transiciones pacíficas al menor costo posible… Esta cantaleta se repite y repite, siempre con efectos desastrosos para la causa democrática de Venezuela y para el conjunto de los venezolanos, y sin embargo en cada repetición la cantaleta se difunde como si se tratara del descubrimiento del agua tibia.

No me consta si toda ella, o parte de ella, tiene el mismo origen de la propaganda directa de la hegemonía roja. Pero lo que sí estimo es que su capacidad de hacer daño, de confundir, de manipular, es acaso peor. Tanto por su disimulado contenido, como por la pretendida postura opositora de quienes la tararean, y de la no menos pretendida autoridad académica de aquellos “expertos” que se suman al coro. ¿Todos operan de mala fe y movidos por la codicia de un jugoso ingreso? Espero que todos no. Pero no pocos, sí. Lo cual ayuda a explicar –que no justificar—que la hegemonía se sienta relativamente segura en el tablero político, aunque haya sumido a la nación en una catástrofe humanitaria sin precedentes en lo económico y social.

La llamada “salida electoral” tiene que ser una opción deseable para una sociedad que a lo largo del siglo XX fue adquiriendo y arraigando valores de cultura democrática, como lo ha demostrado tan claramente Manuel Caballero. Pero eso es una cosa y otra, muy distinta, es que esa opción sea posible como medio para lograr un cambio de fondo, en el contexto de la hegemonía despótica, depredadora, corrupta y envilecida que sojuzga a Venezuela. Mi parecer es que sólo será posible la realización de elecciones libres, justas y transparentes, cuando la hegemonía haya sido superada y por tanto ya no controle el poder. No se dice nada nuevo con esta afirmación, pero tengo la convicción de que es una afirmación válida. Y no por el dibujo libre de la especulación sino por las evidencias “empíricas” de la trágica experiencia venezolana de estos años.

Tozudos integrantes del ensamble de la oposición política, tenga ésta el nombre que tenga, se niegan a aceptar esta posición. Hay una mezcla de arrogancia y quizá de ingenuidad, entre los honorables. Y hay una mezcla de oportunismo y enriquecimiento fácil entre los que no lo son. Lamentablemente, le dan municiones a Maduro y los suyos, los cuales las utilizan, sin escrúpulo alguno, para intentar desacreditarlos. Y por cierto con visible eficacia. ¿Hasta cuándo vamos a estar en esto? ¿Qué más tiene que pasar para que se den cuenta de que esa tozudez favorece a Maduro y los perjudica a ellos y, de paso, a Venezuela? Ya basta de la misma cantaleta.

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