Mireya y todos
En la recién finalizada visita que realizara a Miami el ex candidato presidencial Henrique Capriles Radonski aconteció un episodio, simpático para unos y dramático para mí, que demuestra la realidad venezolana en el exterior.
El gobermador del estado provincial de Miranda, quien se encontraba entre nosotros para agradecer a los miles de votantes que asistieron a Nueva Orleáns el apoyo mayoritario recibido, se topa en las instalaciones del hotel donde se hospedó con un miembro del personal. El elemento, una dama, al identificarlo sufrió un shock afectivo consecuencia de la sorpresa al verse frente a frente con el dirigente. El capitalino solícito asistió a la señora, quien luego de reponerse le atendió con la amable dedicación que la rigurosidad del mercado hotelero exige a su equipo de planta.
Mireya, tal como se llama la venezolana, le relató a Capriles las circunstancias por las cuales se halla en el país del norte, pero más allá de su problemática, con su reacción y palabras demostró ser él la esperanza para evitar que el hampa cave la tumba de nuestros seres queridos, limpien las arcas del estado los “enchufados”, hacer posible restablecer los jueces naturales, legislar para vivir, extrañar los invasores cubanos comunistas y conducir al país por el camino que nos permita de nuevo como antes llamarnos: “hermano querido”.
Mireya, Rosa, Pedro, Ramón y pare usted de referir nominaciones ya que son miles, se hicieron auditorios el domingo 15 de septiembre, contra viento y marea, y un torrencial aguacero al encuentro con Henrique C. en el James L Knight Center de Miami, para percibir la ilusión del buen venir y poder tener la proximidad, que a pesar de las estrictas medidas de seguridad que imponen, nos permite estar en el mismo espacio físico.
Pude observar como en la parte superior del teatro al unísono de la fuerza de la naturaleza casi detenida en esta arquitectura, recogerse las cortinas para dar cabida a los convidados retrasados por la tormenta.
Capriles logra con éxito las metas que se había impuesto en este viaje a pesar de haber pasado varios meses del último cotejo de abril. Los seguidores le esperaban ansiosamente ya que el mirandino representa el anhelo por volver a la patria distante, la motivación y la seguridad de no morir en tierra amiga más no familiar.
No faltaron las capillas. Cuentan allegados al líder que éste llegó a resentir uno de los conciliábulos entre compatriotas en virtud de las preguntas que a manera de inquisición le formulara uno de los sabelotodos presentes.
Otra escaramuza, pero más bien de salón, se pudo observar entre los órganos de la MUD regional por la prontitud de la noticia del arribo en pocos días del Gobernador. Todos trabajaron con ahínco y dedicación. El voluntariado de Beatriz Olavarría y los jóvenes venezolanos una vez más demostraron su vocación democrática. Una jornada más de laureles.
Cabe recalcar la invitación que cursara Eduardo Padrón a Capriles Radonski en calidad de presidente del Miami Dade Collage para la clase magistral. Entre el momento de solicitar el encuentro y las fechas disponibles, los lapsos exigían un gran esfuerzo organizativo. Padrón asume la empresa y junto a sus ejecutivos lo hicieron posible apoyados en la convocatoria de José Hernández, Gisela Parra y Horacio Medina.
El discurso pronunciado fue retórico a pesar de anunciar previamente que nos traería noticias que esperábamos. La promesa de llevar de vuelta a los venezolanos en barco es una demostración de sus buenas intenciones, pero es el mismo enunciado populista que sus adversarios en el gobierno ponen en práctica.
La convidada a reconstruir la nación ya antes la había formulado; la globalización comunicacional nos ha permitido conocer de esos planes. No necesitan quienes aquí viven y cuyos hijos no regresarán, embarcaciones, ni aviones para volver.
Requieren quienes están fuera de un gobierno digno de la cuna de Bolívar; ya que sobra amor hacia ese pueblo, ciudad, barrio o urbanización. Los que aquí se encuentran demandan que el gobierno de Maduro llegue a su fin ya que de acuerdo al inventario de atrocidades para el 2018, fecha en la cual debe consultarse el relevo presidencial, no habrá patria; solo existirá una colonia de piratas dispuestos a entregar al mejor postor la “Pequeña Venecia”, como la llamaron los conquistadores.
Esto es lo que esperan no acontezca, al más puro estilo madurista, “las Mireyas y Mireyos” de este lado.