Los carnavales de ayer y de hoy
Es sabido que los carnavales son unas fiestas de origen pagano que se celebraban en honor al dios romano del vino Baco, las llamadas lupercales romanas. Incluso hay quienes consideran que su origen es más antiguo, como las que los egipcios realizaban en honor del toro Apis.
A pesar de que hoy la Iglesia Católica no las considera una festividad religiosa, los carnavales tienen un lugar antes de la Cuaresma, con una fecha variable entre febrero y marzo, que inicia con el miércoles de ceniza.
En nuestro país la tradición del carnaval se remonta a la colonia, cuando ya se tenía la costumbre de jugar con agua, azulillo, huevos y otras sustancias non sanctas.
El carnaval siempre se celebró de manera muy intensa y fueron famosos los del Callao y los de Caracas, que durante la dictadura de Pérez Jiménez fueron amenizados por grandes orquestas nacionales y cubanas, entre las que destacabanla Billo’s, la Orquesta Aragón, los Melódicos y la Sonora Matancera. Los desfiles de carrozas nunca alcanzaron la notoriedad que tienen los de Río de Janeiro y de Salvador de Bahía, pero sin embargo reflejaban una Venezuela alegre y con esperanzas de un mejor futuro.
Hoy, con la terrible crisis que azota al país en todos los terrenos, cuando muchos venezolanos tienen hambre y hurgan la basura para encontrar alimentos, otros mueren por falta de medicamentos y muchos están presos por disentir, luce, lo menos que pueda decirse, inmoral y con total falta de empatía, que el gobierno pretenda celebrarlos por todo lo alto, como expresión de máxima alegría, gastando importantes sumas de dinero que bien podrían utilizarse para, entre otras cosas, recoger la basura que pulula en todas las ciudades del país.
Es hora que el pueblo venezolano exija de sus gobernantes que no los engañen con mas circo, sino que hagan lo necesario para revertir la crisis humanitaria y restablecer las condiciones de convivencia democrática que la nación exige para traer la paz y superar esta nefasta etapa de destrucción y miseria en la que la inmensa mayoría vive.
