Ilan Chester y la libertad
Nada más alentador que expresar a los lectores nuestros parabienes en esta Navidad por medio de un reconocimiento a la carrera artística del compositor venezolano, Ilan Chester, acreedor del Grammy Latino. Nacido en Israel en 1952 y emigrado en 1953 con su familia, judíos askenazis, a la Venezuela de la esperanza que entonces atraía tantos laboriosos inmigrantes, Ilan Czenstochowski se formó en su país, convirtiéndose en uno de los artistas venezolanos más destacados de todos los tiempos.
Ilan ha producido más de 35 discos notables. ¿Cuál venezolano no recuerda cuando el cantautor irrumpió en la escena nacional con su canto al Ávila? Los jóvenes nos conmovimos de la calidad artística de su canción Cerro Avila, convertida en el himno de nuestro parque nacional, amenazado por el cambio climático y la anarquía urbana.
Apreciamos en su vasta creación artística un arcoíris cultural en el cual se entrelazan la música clásica, el rock británico, el jazz, el rythem and blues americano, las melodías afroamericanas y la música folclórica venezolana. Su Cancionero del amor venezolano I, II y III y su Tesoros de la música venezolana (6 CD) dan testimonio de su amor por Venezuela. Artistas como Cheyenne, Cheo Feliciano y Marc Anthony han versionado sus canciones.
La obra de Ilan es representativa de los valores y aspiraciones de la generación de jóvenes nacidos en los años 50 y 60 del siglo XX. La revolución cultural desatada por Los Beatles dio lugar a una rebelión universal de la juventud contra los convencionalismos que coartaban la libertad individual y estereotipaban la sociedad de consumo. Las protestas juveniles contra la Guerra del Vietnam, el Mayo Francés y la lucha por los derechos civiles y la igualdad de género en EE. UU., desembocaron en la definición de una justicia social universal efectivamente inclusiva, sin distingos de raza o religión. Y Venezuela construía su democracia.
La música de Ilan Chester recoge esa universalización de la cultura que reivindica la diversidad de los pueblos sin perder su identidad particular. La protesta juvenil abarcó la sociedad entera y se gestó una nueva narrativa de democracia, libertad y solidaridad, apuntalada ahora por las tecnologías de información y las redes sociales.
@lxgrisanti