El naufragio
La fuga de Antonio Ledezma, la forma como fue recibido en España, la inflación galopante y sin control, la falta de efectivo, el Default, la escasez de gasolina y de gas, la imposibilidad evidente de seguir sobornando a los militares corruptos, la combinación de factores que parece indiscutible en el exterior para salir del régimen narcomilitar chavista, todo indica que el fin de la pesadilla está muy cerca, y, como suele ocurrir en los naufragios, afloran de inmediato todos los egoísmos de quienes están dispuestos a sacrificar hasta a sus madres para salvarse del remojón eterno.
Heroísmos no puede haber, dado el carácter perverso de los chavistas, que además de desalmados son fundamentalmente egoístas y por lo tanto no puede en ellos haber nada parecido al altruismo. Los egoísmos, desde luego, están a la vista. Ya empezaron a pelearse entre ellos de la manera más descarada para conseguir un puesto en un bote salvavidas, así sea a costa de los niños y los discapacitados. Por eso vemos al falso fiscal, llamado por muchos el fiscal raro, amenazando con cárcel a los que califica de corruptos para que la gente crea que él no lo es, o al bigotón reposero en lo mismo de fingir que quiere castigar a los corruptos para que la gente crea que él no lo es. Y por eso defenestraron al capo del Seguro Social, después de varios años en los que los medicamentos que el Seguro Social debía entregar a los asegurados no llegan a quienes los necesitan sino que se venden en Cúcuta. Esto es algo que me consta, porque fui a buscar Zoladex en el Seguro y supe que tienen ya tiempo sin traerlo a Mérida, y cuando le llevé a mi urólogo el que una prima consiguió en Bogotá le extrañó que no fuera el del Seguro, pues los últimos que le han llevado, comprados a precio de oro en Cúcuta, han sido los del Seguro, y éste, comprado en Bogotá, no lo era.
Y también rasparon a un grupo de jefes de Citgo, todos protegidos de Rafael Ramírez, que públicamente se defendió diciéndose amado por el difunto militarcito narcisista, corrupto y vendepatrias, que lo habría llamado a su lecho de muerte junto con otros tres ungidos, para que viera el efecto de la medicina cubana en su hinchado cuerpo que se convertía en cadáver. Para colmo, uno de los personajes más deleznables de los tiempos recientes, José Vicente Rangel, parece querer desmarcarse del régimen que tanto le ha dado y al que hasta hace nada defendía a muerte.
No quiero pasar por optimista, pero son demasiados los signos y los indicios de que estos bárbaros están llegando a su crisis final, entre otras cosas porque la crisis es de tal magnitud que no hay sociedad capaz de resistirla y el mundo entero lo sabe. Hasta los evidentes errores de buena parte de la oposición, que por lo visto ha caído por enésima vez en las trampas del gobierno, son claros indicios de que el final de los bárbaros se acerca. Y ojalá que el país haya aprendido la lección y nunca más se deje engañar por cantos de sirenas rojas. Ni de ningún otro color.