De fantasmas y otras cosas
El fantasma de un eventual default o impago del servicio de la deuda externa ha acechado a Venezuela en tiempos recientes. Es muy distinto a aquel otro fantasma, el del comunismo, que recorrió a Europa, según afirmaron Marx y Engels en su célebre Manifiesto publicado en 1848. Ese otro fantasma, el comunista, comenzó a esfumarse, sin parar, con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética en 1991. Los contados países que aún lo ven aparecer tienen solo un valor testimonial. El problema de los fantasmas, aparte de su verosimilitud, es que asustan.
La semana pasada, las agencias calificadoras de riesgo Standard and Poor’s y Fitch otorgaron el rango de ‘default restringido’, o parcial, a la República en algunas de sus obligaciones y a PDVSA por el retraso en el pago de los bonos de la deuda con vencimiento en los años 2017 y 2020. Eso dio lugar a que ISDA (Asociación Internacional de Swaps y Derivados) determinara que Venezuela y PDVSA, por tal retraso, podrían dar pie a la activación de los mecanismos de seguro que tienen los contratos de sus bonos.
Pero, además, sobre la economía, y consecuencialmente sobre el país, sobrevoló y ya ha aterrizado, no otro fantasma, sino el hecho real de la inflación que está pulverizando el ingreso de los venezolanos. El FMI pronostica que Venezuela cerrará el año 2017 con una tasa inflacionaria de 1.134%, sin precedentes en nuestro país. Y lo que es peor, estima que esa tasa llegará al 2.530% en el año 2018, que es como decir hiperinflación a la vista. Como si noticiara obituarios, el reputado Cendas-FVM ya nos ha informado que la Canasta Alimentaria se ubicó en octubre en 2 millones 727.606,37 bolívares (una familia requeriría 20 salarios mínimos para su sola alimentación) y la Canasta Básica (alimentos más servicios) alcanzó los 5 millones 594.119,73 bolívares. A esos costos siderales, se suma la escasez de productos de primera necesidad y medicamentos, situación que fue considerada como “dramática” por el Premio Nobel de Economía, el francés Jean Tirole. Aquí en Venezuela, hasta José Vicente Rangel, identificado con el régimen, aseguró en su programa de TV del pasado domingo que es “insoportable el costo de la vida” y que es “imposible callar ante el fenómeno que azota por igual a todos los habitantes de este país…los venezolanos estamos contra la pared”. Agréguese la contracción económica de los últimos cuatro años, la caída de la producción de PDVSA por debajo de los millones de barriles diarios, y la negativa oficial de aceptar la ayuda humanitaria.
¡Feliz Año Nuevo!, exclaman Maduro y su camarilla civil-militar.