Se cayó Robert…
La dictadura, devoción fetichista por un hombre, es una cosa efímera, un estado de la sociedad en el que no puede expresarse los propios pensamientos, en el que los hijos denuncian a sus padres a la policía; un estado semejante no puede durar mucho tiempo. Winston Churchill
Les advierto, el título de este artículo nada tiene que ver conmigo, no fui yo el que se cayó, ni de un resbalón ni con los kilos, menos, zape gato, a quien le ocurrió, por dárselas de caballo viejo, fue al dictador más viejo del mundo, Robert Gabriel Mugabe, político y militar convertido en el máximo líder de Zimbabue desde su independencia en 1980, desde entonces, hace 37 años, agarró el poder como los perros pitbull agarran a su presa, para no soltarla hasta acabar con ella, destrozándola, y si usted intenta que la suelten corre peligro, por ejemplo, se dice que Mugabe ordenó matar 20 mil opositores en los años 80, eso fue sólo el comienzo de la persecución de la disidencia, cuando fue encumbrado como héroe nacional; posteriormente, las acciones de retaliación política en contra de la disidencia, materializadas en una campaña de purgas y terror estatal, conocidas como el Gukurahundi, lucen tan escalofriantes como las sagas de películas de terror más exitosas de la historia: Underworld, Resident Evil, Destino Final, El exorcista, Halloween y El Conjuro, entre otras que se quedan cortas ante el talante sanguinario de este caballo viejo.
Tanto terror para venir a caerse por una mujer, eso es comprensible, si le pasó a Adán en el paraíso terrenal, no tiene nada de extraño que le haya pasado a Mugabe con una doncella de antaño a quien le duplica la edad holgadamente, la llaman “Gucci Grace”, compradora compulsiva de artículos exclusivos y amante de la buena comida, de exquisiteces en un país de muertos de hambre, por eso sería un personaje tan impopular que desató los hechos que condujeron a la caída de su longevo esposo. Dura lección que se sabe pero no se asume, en África como en Venezuela, las mujeres son la causa de que nosotros los hombres perdamos las perspectivas hasta rodar bien feo, nadie las quita del fondo del alma ni del centro de nuestras pasiones, y si tenemos poder y dinero el efecto de las pérfidas féminas como esta “Gucci Grace” es más devastador, Blanquita Ibáñez y Cecilia Matos, quien tenía 15 años cuando Carlos Andrés Pérez se prendó de ella, ni con 100 años de insidias estarían a su altura.
La “Gucci Grace” arremetió contra el Vicepresidente Emmerson Mnangagwa, uno de los aliados más antiguos de Mugabe, logró que éste lo destituyera la semana pasada, luego caballo viejo acusó al jefe del Ejército de “conducta de traición” después de que el líder militar advirtiera que se tomarían “medidas correctivas” si continuaban las “purgas” de los miembros más veteranos del partido del gobierno como Mnangagwa, quien hasta ese momento era el virtual sucesor de Mugabe, ahora es el favorecido de las circunstancias que generó Grace Mugabe, la espigada y polémica primera dama de Zimbabue, cuyos lujos y despilfarros pudieron más que sus estudios en universidades de Zimbabue, Londres y China, originando momentos impredecibles para esa nación africana, en virtud de una apuesta de los militares para hacerla retroceder en sus pretensiones de suceder al dictador, apuesta que rediría frutos, y que permitiría a un Mugabe, humillado y sin autoridad, “retirarse con al menos la pretensión de dignidad”.
Por donde usted mire estos hechos, son un espejo en el cual verse una y otra vez. Las preguntas obligadas: ¿cómo Robert Mugabe, el presidente más viejo del mundo, logró mantenerse en el poder durante casi cuatro décadas? ¿Cómo Zimbabue en estos últimos 37 años pasó de ser uno de los países más prósperos de África a uno de los más pobres del continente? Existen indicadores más que preocupantes: Desempleo 94%, Pobreza 91%, Escases de medicinas: 92%, Escases de billetes: 88,5%, 12.000 empresas cerradas, Hiperinflación, 34 elecciones presidenciales celebradas en 30 años y todas las ganó, durante ese lapso perdió 16 gobernaciones y a todos los gobernadores los mando a asesinar en el primer año de Gobierno, creó una Ley contra el Odio y la discriminación racial, hizo dos constituciones. Un análisis comparativo tomando como referencia la actual crisis política, económica y social que vivimos nos coloca ante conclusiones que prefiero dejárselas a la interpretación de ustedes mis estimados lectores.
La obra de Mugabe se pudiese interpretar como el resultado de un resentimiento no superado o de una perversión desbordada, estuvo encarcelado durante una década y en su condición de guerrillero fue bautizado como “un terrorista marxista”, alguno de esos dos factores es la causa de su obra, mejor dicho, de su legado, hecho con complicidades dentro y fuera de Zimbabue. En razón de ello, todos sus críticos fueron descartados como “traidores y vendidos”, lo que no descartó nunca fue usar un enemigo imaginario a quien echarle la culpa de la ruina del país, tras 37 años de gobierno seguía apelando a los “dos males del capitalismo y el colonialismo”, concentrado más en el asunto de cómo compartir el “pastel nacional”, en lugar de “cómo hacerlo que creciera más”.
El problema, como en Venezuela, es que no parece haber alguna alternativa capaz de rescatar a Zimbabue y guiarlo hacia la democracia. Ciertamente, Emmerson Mnangagwa es respetado en los círculos militares, pero algunos lo acusan de abusos de derechos humanos, tomando en consideración que Mugabe no tuvo el menor temor de usar la violencia para mantenerse en el poder, son altamente conocidos los operativos para aplastar la disidencia en los cuales han muerto miles de civiles. Por tanto, quien tomó el control del país en sus manos en tan responsable de violaciones de derechos humanos como su predecesor en arresto domiciliario, peor presagio, imposible.
A Mugabe, el mandatario de mayor edad del mundo, quien declaró que gobernaría Zimbabue “hasta que Dios lo llame”, el Diablo en forma de mujer le estropeó sus planes, y pensar que mandó a los homosexuales “al infierno”, luego que el primer ministro británico David Cameron le pidiese aprobación y libertad absoluta para ellos, igual destino invocó para Javier Solana, jefe de la diplomacia europea, cuando declaró que los resultados de la segunda vuelta de las elecciones del 2008 no podían considerarse legítimos, pues se había negado al pueblo la posibilidad de elegir libremente. Hoy vive un infierno proclive a tener replicas por estos lares.
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