Volvió la barbarie
Con el triunfo electoral de Chávez en 1998 se inició un ya largo camino hacia una nueva barbarie. Las autocracias, que generalmente derivan a dictaduras, son la negación de la democracia. Los sátrapas, para capturar el poder absoluto, recurren a la fuerza y bastardean la ley. Y como la democracia tiene mucho prestigio, dicen actuar en su nombre.
Maduro, al igual que Chávez en su momento, se inventó, saltando por encima de la Constitución, su asamblea constituyente. Algunos de los leguleyos que lo rodean seguramente le aconsejaron la convocatoria de la actual ANC, especie de lámpara mágica de Aladino, no con uno, sino con 545 genios que satisfarían todos sus deseos y obedecerían todas sus órdenes. Desde el 4 de agosto, tal engendro comenzó su torcida andadura. Destituye y designa fiscales del ministerio público, fija fechas para las elecciones de gobernadores regionales y alcaldes municipales, usurpa la función legislativa ordinaria de la Asamblea Nacional y mantiene en el limbo su tarea nominal de aprobar una nueva Constitución, respalda la actuación del régimen que ha conducido al colapso de la economía nacional, apoya la feroz política represiva que se acrecienta todos los días, y vomita declaraciones y acuerdos denigrantes contra los Jefes de Estado y de Gobierno de los países más importantes del mundo y contra los organismos multilaterales de la comunidad internacional.
La última barbaridad del chavismo-madurismo ha sido el asalto a la inmunidad parlamentaria y enjuiciamiento de Freddy Guevara, primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, por su participación, con rango de liderazgo, en las protestas populares contra la actual dictadura que tuvieron lugar en el país entre los meses de abril y julio del año en curso. No es delito el ejercicio del derecho a manifestar establecido en el artículo 68 de la Constitución, en cambio sí es delito que los cuerpos de seguridad del Estado y los llamados “colectivos” hubiesen usado armas de fuego y sustancias tóxicas contra los manifestantes. Es una aberración que los victimarios pretendan trasladar la responsabilidad de las muertes habidas a los que lucharon al lado de las víctimas.
La felonía cometida contra el diputado Freddy Guevara nos confirma que vivimos en un país sin ley. Han vuelto los bárbaros. No aquellos que acabaron en el siglo V con el Imperio Romano, sino los que están acabando ahora con la democracia venezolana.