Estereotipo petrolero
En materia petrolera, el régimen ha hecho el contra-milagro de quebrar la industria, faltándole imaginación para inculpar al tal imperio, a la oposición y a los propios venezolanos sumergidos en la espantosa perplejidad que reporta la noticia, luego de la terca, enfermiza y engañosa publicidad que nos dijo y aseguró, nada más y nada menos, que somos y seremos una potencia. Bastará con constatar la crisis humanitaria que padecemos, ya sin las libertades necesarias para desmentir la prédica obsesiva del socialismo demoledor.
Lo curioso es que todas las publicaciones oficiales relacionadas con la materia, insisten en el pretendido desenmascaramiento de las políticas entreguistas del pasado, las que precisamente hicieron de PDVSA una de las transnacionales más poderosas, rentables, eficaces y, en definitiva, competitivas del planeta. Y es que, con todas sus fallas y errores, distorsiones y equívocos, nunca supo de la situación en la que hoy se encuentra, prohibida cualquier indagación por más parlamentaria que sea.
Lejos de descalificar o demeritar al autor, recientemente leímos un par de ensayos de Carlos Mendoza Pottellá que corroboran nuestra convicción: “Vigencia del nacionalismo petrolero” (El Perro y la Rana, Caracas, 2016), pues, parte de una terca premisa moral: la arraigada deshonestidad de los viejos ejecutivos y políticos relacionados con el petróleo que, simplemente, lo subastaron y entregaron a la voracidad de los intereses transnacionales completamente ajenos al país. Por supuesto, acentuando los preceptos políticos, prefería la más completa estatización del negocio y maximización a todo trance de la renta, aportando páginas harto interesantes sobre determinados aspectos técnicos, pero siempre predispuesto frente a la “ideología empresarial”.
Por casualidad, semanas atrás, descubrimos y registramos un viejo artículo de Gustavo Coronel (http://lbarragan.blogspot.com/2017/10/tinta-petrolera.html), distinguiendo entre los beneficios efectivos que conquistó el país, más allá del Estado-Nacional. Útil y necesaria distinción, importante para una relación de complementariedad, mientras avanza la globalización orientada a un impredecible reacomodo de los factores, que clama por una modernización del discurso, sentimos, más que las trampas de la post-modernidad, como escribió Mendoza Pottellá en 1998, que somos víctimas de un sorprendente asalto a la premodernidad.
A través de sus publicaciones oficiales, es nuestro convencimiento, la actual dictadura insiste en los ya remotos enfoques en el campo petrolero, cuestionando la integridad ética de toda la dirigencia que llevó adelante una política exitosa, procurando neutralizar la crítica al monumental fracaso del siglo XXI, e – intimidándolo – estigmatizar a todo crítico que se atreva a la más modesta denuncia y reflexión. Por ello, ni siquiera sabemos de una respuesta sobria, fundada y coherente que se haya dado, por ejemplo, al informe suscrito por el entonces presidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional sobre PDVSA, diputado Freddy Guevara, a finales de 2016, que no la es la ridícula demanda que supuestamente interpuso Rafael Ramírez, como tampoco se dice del actual poder petrolero interno, representado por ejecutivos aventajados por el anonimato, que deja demasiado atrás a la tecnocracia, por lo demás, públicamente conocida, que tanto le satisfizo desterrar Chávez Frías, comprometiendo el futuro mismo de la industria.
@LuisBarraganJ