Cuba elimina trabas para facilitar el ingreso de sus nacionales
En medio de las nuevas tiranteces con EEUU por los misteriosos «ataques acústicos», que han derivado en trabas para los trámites consulares de cubanos en la isla, el Gobierno de Cuba ha modificado su política migratoria para tender una mano a la diáspora y facilitar los viajes a su país de origen.
Esas medidas aperturistas, que entrarán en vigor a partir del 1 de enero de 2018, incluyen la eliminación de la habilitación del pasaporte, un trámite engorroso para los más de 800.000 cubanos residentes en el exterior; además de permitir el regreso a la isla a aquellos que salieron ilegalmente de Cuba en los últimos años, excepto a los que lo hicieron por la base naval de Guantánamo.
Esa medida no beneficiará a los profesionales que desertaron de sus misiones oficiales en el exterior para migrar a EEUU apoyados en el Programa Parole, al que Cuba responsabilizó durante años de la grave «fuga de cerebros» que sufría.
También se facilita la ciudadanía a los hijos de cubanos nacidos en otros países, al eliminar el requisito de «avecindamiento» que les obligaba a pasar noventa días seguidos en Cuba para obtener su carné de identidad.
«Estas medidas buscan regularizar la situación de la migración cubana, esa otra nación que vive en el exterior, y seguir abriendo la política migratoria», apuntó a EFE el exdiplomático cubano Carlos Alzugaray.
Según Alzugaray, son medidas que estaban sobre la mesa desde hace tiempo para ampliar la importante reforma migratoria de 2013 -que entre otras cosas eliminó el denostado permiso de salida para viajar al extranjero-, cambios que la actual coyuntura con EEUU ha acelerado «como forma de aliviar la presión a las familias separadas por el exilio».
Regularizar la migración cubana
Los cambios, anunciados el sabado por el canciller cubano, Bruno Rodríguez, en un encuentro con cubanos residentes en Washington, benefician sobre todo a los cubanoestadounidenses, a quienes se les facilitan los viajes a la isla precisamente cuando el Gobierno estadounidense hace casi imposible obtener visado a los cubanos para viajar a EEUU.
En lo que va de año, más de 320.000 cubanoestadounidenses han visitado Cuba y el año pasado lo hicieron unos 428.000, cifras que previsiblemente serán superiores a partir del próximo año gracias a estos cambios.
Según La Habana, las medidas son parte de un proceso «continuo e irreversible» de actualización de la política migratoria del país «en aras de fortalecer aún más las relaciones de Cuba con su emigración», muy tensas en el pasado.
Para el analista cubanoestadounidense Arturo López-Levy, de la Universidad de Texas, los cambios «van en la dirección adecuada pero son de alcance muy limitado», ya que no se eliminan los pagos abusivos por pasaporte, «los más caros del mundo», ni las prórrogas bienales del mismo.
«Si Cuba quiere movilizar más a los cubanos emigrados en defensa de los avances en la relación bilateral necesita acciones más enérgicas y sustanciales», aseveró en su cuenta en redes sociales.
Siguen las tensiones Cuba-EEUU
Como consecuencia del nuevo diferendo Cuba-EEUU por los «ataques acústicos» a diplomáticos estadounidenses, el Departamento de Estado retiró al 60 % de su personal en la embajada de La Habana esgrimiendo motivos de seguridad, lo que derivó en la suspensión de visas a cubanos, que sólo podrán solicitarlos desde terceros países.
El mensaje del canciller Rodríguez ante la diáspora en la capital estadounidense fue claro: «Cuba se abre mientras que Estados Unidos cierra las oportunidades de viaje a los cubanos».
La situación también está difícil para los más de 100.000 cubanos que se han quedado a medias en los trámites de reunificación familiar para poder instalarse en EEUU, que por la parálisis consular en La Habana tendrán que continuar ese largo proceso burocrático en la legación estadounidense en Bogotá.
Además de ayudar a los cubanos residentes en el exterior, las nuevas medidas también reportan beneficios claros al gobierno cubano, ya que un mayor flujo de visitas implica una mayor entrada de remesas -sólo desde EEUU entraron más de 3.400 millones de dólares en 2016 en ese concepto, más de lo que ingresó la isla por turismo-, en un momento de dificultades económicas.
Las medidas, además, alivian carga de trabajo al consulado cubano en Washington, que ha quedado reducido a un solo funcionario después de que EEUU ordenara la salida de 15 diplomáticos de la embajada cubana para «nivelar» personal respecto a la suya en La Habana.
Los temas migratorios ya se han utilizado en el pasado como arma en momentos de tensión bilateral, como sucedió en el éxodo del Mariel, en 1980, o en la crisis de los balseros, en 1994.
Esta última derivó en la aprobación de la política «pies secos, pies mojados», que permitía quedarse legalmente a los cubanos que llegaban a suelo estadounidense.
Tras la eliminación de esa política y del Programa Parole en enero de 2017, en la recta final del mandato del expresidente Barack Obama -artífice del deshielo junto con Raúl Castro- las diferencias en asuntos migratorios entre los dos países salvaron un escollo importante en la relación bilateral, que atraviesa de nuevo horas bajas y se vuelve a cobrar como víctima a la migración cubana.