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Ventajismo y abstención

Los resultados de las pasadas elecciones regionales demuestran que el facho-madurismo no tiene escrúpulos, ni moral alguna en la obtención del apoyo electoral a fin de perpetuarse en el poder.

Obviamente, esta farsa electoral contó con el apoyo de las 4 madamas del Consejo Nacional Electoral (CNE) quienes justificaron todos los abusos y tracalerías por parte del régimen y del Plan República que rubricó con sus armas la fechoría electoral. Fue una escenificación bufa de algo que se asemejó a un proceso democrático, cuando en realidad fue una burla al ejercicio del voto popular. La mayoría delincuencial del CNE montó su “show” preñado de elementos grotescos para hacerle creer al país que se procedería a escoger democráticamente a los gobernadores regionales, cuando en realidad fue un proceso signado por el ventajismo e irregularidades de todo tipo: no permitieron la sustitución de las tarjetas electorales, “masificaron el voto asistido” como mecanismo de coacción, ignoraron el chantaje como medio de manipulación del voto, reubicaron caprichosamente centros de votación sin la debida información. Todas estas aberraciones electorales contaron con la actitud cómplice de los milicos del Plan República quienes suscribieron con sus fusiles todas esas irregularidades.

El régimen del iletrado Maduro basó su campaña en el chantaje y control social de los más humildes. Se aprovechó de la miseria y del hambre de millones de venezolanos a fin de forzar la voluntad del votante. Fue un proceso envilecedor en donde una población excluida y sufrida aceptó votar por los verdugos responsables de sus males (escasez de alimentos, destrucción de la educación, inflación, represión, caos hospitalario, inseguridad personal, corrupción) a cambio de una dádiva social (una bolsa de comida). Fenómeno infame que fue más evidente en las regiones más deprimidas económica, social y culturalmente. Algo muy característico de las dictaduras fascistas.

Sin embargo, es necesario acotar que más allá de todos los ventajismos y tracalerías del CNE, del Plan República y de la ortodoxia nacionalsocialista bolivariana otros factores, no menos importantes, también incidieron negativamente en los resultados electorales, los cuales hicieron posible que el oficialismo se quedara con la mayoría de las gobernaciones. Entre varios elementos, habría que mencionar los errores estratégicos garrafales de una dirigencia opositora sin rumbo, que durante meses impulsó una fantasiosa e inviable salida que produjo resultados más dolorosos y devastadores que la lamentable “salida” del 2014. Además, la falta de unidad en algunas regiones (Lara, Aragua, Bolívar, Monagas, Amazonas) a pesar de la existencia de candidatos escogidos por consenso o en primaria, un triunfalismo desbordado, así como una alta abstención no solo forzada (migración de centros de votación), sino impulsada por sectores opositores, bajo la peregrina excusa que con la participación en las regionales se convalidaría al nefasto CNE. Casos emblemáticos fueron las cifras de abstención en Estados como Miranda (41%), Lara (37%), Carabobo (41%), Bolívar (42%) y Aragua (39%). Es precisamente esta alta abstención opositora la que permite entender, como un régimen espurio con un amplio repudio nacional logró quedarse con la mayoría de las gobernaciones. Lamentablemente, la dirigencia de la MUD lejos de analizar seriamente las causas de la derrota del pasado 16/10 ha optado por denunciar un fraude técnico. Acusación que ha hecho basada en «evidencias», que solo ellos conocen. Obviamente, hay una renuencia manifiesta por parte de la oposición de analizar sus propios desatinos, inconsecuencias y errores. Inconsecuencias como la insólita juramentación de los gobernadores electos (adecos) ante la espuria y fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente, la “prostituyente” según el propio Ramos Allup.

La farsa electoral del pasado 16/10 no tendrá ninguna incidencia en cuanto a la solución de la crisis del país. En todo caso se seguirá agravando a pesar de los exorbitantes ingresos petroleros que ha percibido el régimen, del control que ejerce sobre el TSJ y los recién electos gobernadores, y de haber transformado a la FAN en brazo armado del PSUV. Las esperanzas de superación de la escasez (alimentos y medicinas), de la pobreza, y la exclusión social, de disponer de un buen sistema de salud, de abatir la inflación (el impuesto de los pobres), de disfrutar de una seguridad social para todos los trabajadores, de tener una vivienda y trabajos dignos, así como el combate a la corrupción han terminado en el basurero, como tantas de las muchas promesas electoreras incumplidas por este grupete de militares que en nombre de una supuesta revolución «bonita» han sumido al país en un caos total. Los venezolanos hemos vivido un engaño colectivo, una ilusión de revolución que en vez de ayudar a los más desposeídos los ha hundido cada vez más en la miseria, frente a una súbita y obscena riqueza de nuevos y poderosos corruptos surgidos a la sombra del poder (boliburguesía). Estafa social que en nombre de un desconocido socialismo ha consolidado un narco-Estado represor, destinado apaciguar la protesta popular, preservar el equilibrio interno de la nación y darle continuidad al proyecto hegemónico.

Los abstencionistas, en gran medida responsables del descalabro electoral opositor, posiblemente estén de plácemes a la espera del fantasioso “pronunciamiento militar” o de la ansiada “invasión de los Marines” de Mr. Trump. Se olvidan que al proyecto hegemónico imperial y su charlatán de la Casa Blanca les conviene un régimen anti-imperialista como el del farsante de Maduro que les garantice sus inversiones en la industria petrolera, así como en el Arco Minero.

¿Qué esperan ahora quienes, desde posiciones altisonantes, han anunciado que el domingo 15/10 fue un día histórico por la elevada abstención lograda? Ignoran que con ello contribuyeron a que el régimen se oxigenará y logrará el control de la mayoría de las gobernaciones, incluyendo estados emblemáticos como Miranda, Lara, Bolívar y Carabobo.

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