Fortalezas del proceso chavista
Aníbal Romero proponía, hace algunos semanas, en artículo expuesto en internet, que la victoria electoral de Donald Tremp sugiere una especie de contra revolución, después de mucho tiempo de laissez faire liberal en todas las esferas del que/hacer humano. ¡Interesante, curiosa, y hasta peligrosa percepción ésa!
Pero lo cierto es que con el advenimiento de Donald Trump al poder en la primera potencia militar del planeta o “Imperio”-como gusta calificarlo al Socialismo local-las circunstancias comienzan a dar un vuelco.
Desde los años previos a Trump, salvo algunos vacíos, la civilización judeo/cristina occidental venía siendo enfrentada por diversas fuerzas: los intereses geopolíticos rusos; chinos; el narcotráfico internacional; el marxismo internacional; interpretaciones parcializadas de las teocracias persa y árabe, y las debilidades y vacilaciones de la cristiandad, destacadas con la ascensión de un jesuita al Papado Vaticano, entre otros
En América Latina, era mucho el camino que ya había sido transitado por el Foro de San Paulo, Este era resaltado por el bandazo conveniente que Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia daban hacia Venezuela, la cual, a partir del arribo de Hugo Chávez al poder en el 99, y con la cooperación de las bondades monetarias del petróleo patrio, anunciaba que dirigía su timón hacia el “Mar de la Felicidad Cubano”, donde se encontraba esa isla, desde el 59, según ellos, los marxistas.
Pero, poco a poco las realidades políticas internas fueron cambiando. Aunque cierto ha sido que la muy particular garra marxista/militar impuesta a Venezuela no fue experimentada en ninguno de esos países. En consecuencia, Argentina, Brasil y, más tímidamente Ecuador, fueron superando democráticamente, y por ahora, semejante indigestión, unos con más trauma que otros.
Trágicamente, Venezuela ha sido la más dura de roer, y hogaño, diez y nueve años después, a pesar de una guerrera, decidida y heroica resistencia en las calles, no muy comprendida por su liderazgo, el Socialismo del Siglo XXI muestra aún evidentes signos de fortaleza en el poder, y su mayoritario sector crítico se haya sin salida constitucional alguna.
Los grandes puntales de tal fortaleza han sido y son:
-el fraudulento Consejo Nacional Electoral (CNE);
-el reciente y espurio Tribunal Supremo de Justicia (TSJ);
-ingentes recursos financieros durante parte importante del periodo y,
-la Fuerza Armada Bolivariana, (FAB), como sostén predominante.
Requiere ésta entonces consideraciones aparte. El conglomerado castrense parece estar mayormente controlado por dos grandes tenazas. Una hoja responde a la eficiente labor de adoctrinamiento adelantado por los marxistas en nuestra Escuela Militar, a partir de la caída de Marcos Pérez Jiménez. Pero, más intensamente durante los años socialistas, reforzada durante ese mismo periodo por el decisivo control que el componente cubano “invitado’’ ejerce sobre nuestros uniformados y otros sectores de la nacionalidad. La otra tenaza sufre la configuración de una alarmante corrupción que carcome las una vez entrañas éticas de la ex Fuerza Armada Nacional. La parcialización de este estamento con la dictadura se evidencia una vez más con la sorpresiva aparición televisada del Alto Mando (aunque no todos se encontraban allí), instantes previos a la comunicación oficial de los supuestos ganadores y perdedores de la anterior cita electoral.
Pero, Gracias a Dios, presente está igualmente, entre los combatientes profesionales, otro estamento: los demócratas, institucionales y probos. Anhelo postrero de mucho más de la mitad de los habitantes de estas tierras y de esa histórica y sagrada institución, en quienes reposa aún la cada vez más lejana ilusión de restaurar la Carta del 99.
Superada la reciente votación y hecho público sus manoseados resultados, atravesamos uno de los momentos más bajos de la oposición nacional. Y es así debido, entre otros motivos, al desafortunado desencuentro en la UNIDAD generado por la taimada convocatoria del régimen y la desacertada y sospechosa aceptación de la mayoría de nuestro liderazgo, con la atinada excepción de Antonio Ledesma y María Corina Machado, a unas elecciones de gobernadores, ya archivadas desde el 2016, en momento cúspide de una evidente REBELION NACIONAL la cual, ya había producido importantes virajes respecto de la percepción del régimen, tanto en lo nacional como internacional. Pero, así mismo, desgarradoras cifras de víctimas, entre las que figuran: más de un centenar de gloriosos caídos, miles de heridos y similar número de detenidos, en el reducido lapso de unos cuatro meses.
El efecto de esa infausta decisión de una gran parte del liderazgo político lo sufrimos hoy con el más estruendoso y perjudicial resultado electoral- aunque los electoreros, a objeto de no desmotivar futuros encuentros de este tipo, insisten tozudamente en que la culpa fue de la ABSTENCIÖN- el cual estaba ya cantado, dada la noción pública del carácter fraudulento del CNE, declarado como tal por la mismísima SMARMATIC. Ciertamente esperamos que esta vez sí se cierre la ya trajinada solución electoral, constitucional y pacífica, en las desventajosas condiciones en las que hemos concurrido durante todo el lapso socialista, y que una persistente denuncia aquí y allende del mega fraude ejecutado por tan inigualables malhechores, retumbe en todos esos espacios.
Sin embargo, nos tememos un indeseable y traidor escenario, que la mayoría de la actual y dudosa dirigencia nos hunda más y termine entregándose ante la estafa apelada Asamblea Nacional Constituyente-declarada como tal por el país y la Comunidad Internacional- para poder proseguir su grosera concupiscencia con la institucionalidad chavista. Razón por la cual aspiramos que se recomponga un nuevo liderazgo capaz de reunificar las huestes opositoras con mensajes claros, justos en lo social, preclaros en lo económicos, y consistentes, muy consistentes en cualquier circunstancia. A tal fin habrán de generarse, posteriormente, como efecto de sesudo análisis entre las mentes más lúcidas de la patria democrática, las estrategias y tácticas acordes con la naturaleza del monstruo que nos enfrenta.
Si a este escenario le agregamos los gigantescos poderes e intereses, ya comentados, presentes así mismo en Venezuela, extraños a nuestra venezolanidad que el chavismo, de manera antipatriótica, ha traído de las manos al país, y descartamos la esperanza de la reposición institucional de la Constitución del 99, la realidad sería tal que el porvenir venezolano podría correr el peligro de depender de percepciones e intereses foráneos.