Teresa de la Parra: escritora y triunfadora, pero sobre todo, VENEZOLANA
Teresa de la Parra nació el 5 de octubre de 1889 en París, no por ser francesa, sino por un caso fortuito; su papá era cónsul venezolano en Berlín y estaban por varios motivos en Europa. Teresa regresa a Venezuela cuando tenía dos años de edad y comienza su vida caraqueña en una hacienda de Tazón, en las cercanías de El Valle en Caracas. De París a Caracas, pequeño cambio, ¿no?, pero cuando su padre muere, ella y su familia se van vivir a España donde ejerce sus estudios y comienza su inquietud por la poesía.
El periódico El Universal publicó dos de sus obras: “Un evangelio indio: Buda y la leprosa” y “Flor de loto: una leyenda japonesa” y con ellas dio inicio a su carrera literaria
A pesar de que la mayor parte de su vida transcurrió fuera del país, Teresa solía reflejar la Venezuela de esos tiempos. Como toda una venezolana orgullosa de su gentilicio
Fru-Fru (como ella se hacía llamar), quedó inmortalizada en el tiempo gracias a dos de sus novelas: Memorias de Mamá Blanca e Ifigenia. Esta última reflejaba la vida de la mujer del siglo XX, su drama frente a una sociedad machista, donde no podía opinar y su única opción de vida, según la sociedad, era un matrimonio legalmente constituido. (Vale la pena leer ambas obras)
En 1920 Rómulo Gallegos era director de la revista Actualidades y Fru-Fru publicó “Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente”, cuyo tema se basaba en vivencias de su hermana plasmadas en cartas que le enviaba desde diferentes lugares. Ese mismo año, de la Parra publicó “Mamá X” en un concurso nacional y ganó un premio especial que dio pie al editor de la revista Lectura Semanal, José Rafael Pocaterra, para invitarla a publicar “Diario de una señorita que se fastidia” y emitió seis mil copias que se vendieron a cabo en unos pocos días.
Luego de estos éxitos, en 1924, Teresa escribe su más famosa novela “Ifigenia” (sí, ya la mencionamos antes, pero es necesario hacer énfasis por el éxito que ella enmarca), novela que la hizo ganar el primer premio, una vez más.
A Teresa de la Parra se le debe la mirada distinta sobre el género femenino y además marcó tendencia diciendo que las mujeres deben ser fuertes y sanas, deben trabajar y ser financieramente independiente, y deben considerar a los hombres como a sus amigos y compañeros, no como su propietario o enemigos. Ella se llamó a sí misma una feminista moderada. “¡Todas deberían pensar así!”, dirían algunos.
En 1929 regresa a Venezuela, donde se enferma de tuberculosis. Tratando de encontrar una cura, se va a Suiza para internarse en un sanatorio, donde reside en sus últimos años.
Al perder la batalla contra la tuberculosis y el asma, Teresa de la Parra murió el 23 de abril de 1936 y desafortunadamente nunca tuvo la oportunidad de escribir una autobiografía. ¡Hubiese sido excelente poder leer una autobiografía escrita por Teresa!