El arte de lo posible
El movimiento democrático venezolano requiere claras perspectivas sobre sus verdaderos retos y posibilidades. Lamentablemente, esa claridad de visión escapa a quienes gesticulan cual General MacArthur, exigiendo rendición incondicional a un Japón aplastado. También elude a los vestales que juzgan los toros desde la barrera; y a quienes tan solo cantan errores a la oposición, con perfecta retro-visión de 20-20.
Se trata de la misma simplista retórica anti-política que indujo al país a optar – libre y repetidamente– por una alternativa totalitaria con tal de “castigar” a la muy imperfecta democracia que una vez tuvimos. Hoy se llaman abstencionistas o anti-MUD.
La mayoría de las variables que determinan el futuro de Venezuela hoy están fuera del control de los venezolanos, de ambos lados. No hay gobierno civilizado en este planeta – incluso Estados Unidos – que ande buscando una opción más cruenta en este país.
Todos, desde el Vaticano hasta las Naciones Unidas, pasando por el Grupo de Lima, la Unión Europea y la OEA, claman por solución negociada. No se vislumbra una especie de “caída y mesa limpia” en nuestro futuro inmediato.
En caso de negociar, primero hay que tener “con qué”; y la coalición democrática MUD ya consolidó varias fichas: La legítima Asamblea Nacional electa soberanamente, reconocida mundialmente, y con llave a los casi US$ 50 mil millones indispensables para detener la destrucción y comenzar a reconstruir; el reconocimiento como opción pacífica, democrática y electoral; y la creciente conciencia sobre la naturaleza totalitaria del régimen, con un extenso repudio a la ANC.
Puede reforzar su mano con una contundente demostración de fuerza en las próximas elecciones regionales. Eso, frente a un adversario sin líder, logros ni futuro; pero en control de las armas y de las principales fuentes de generación de riqueza del país.
Es probable que la reconstrucción de Venezuela pase por acuerdos que dejen insatisfechos a ideólogos o puristas de ambos lados: Así pasó en España, Chile, Nicaragua y gran parte de Europa del Este; y en Colombia hoy muchos comulgan con ruedas de molino, todas consagradas por Su Santidad.
Las cosas son como son, y no como quisiéramos; y al final lo perfecto suele ser el peor enemigo de lo bueno. Algunos sueñan con escenarios tipo Ceaucescu, pero de repente toca un Santiago Carrillo. Siendo muy escasos – en ambas toldas – los realmente dispuestos a dar la vida, pudiera estar llegando la hora de la despreciada política: El arte de lo posible, que se juega con fichas, en serio, y sin aspavientos.