Niños de la revolución
NIÑOS DE LA REVOLUCIÓN
GIOCONDA SAN BLAS
En abril de 1945, en una Berlín destrozada por la guerra, las tropas soviéticas se encontraron con una imprevista línea de defensa: los niños de Hitler, miles de niños adoctrinados desde la más tierna edad, fanatizados al extremo. No en balde el Führer decía a sus enemigos internos: «Tú no piensas como yo, pero tus hijos ya me pertenecen». El juramento de las Juventudes Hitlerianas incluía la denuncia de adversarios al Tercer Reich, con frecuencia los propios padres de esos niños, víctimas todos de un proceso destructor de cualquier sentimiento ajeno a la reverencia ciega al Führer.
Tristemente, adoctrinar infantes para mayor gloria del cabecilla de turno es propio de regímenes totalitarios, que en afán de perennidad, usan el proceso formativo como arma para el vasallaje y no como instrumento forjador del ciudadano cabal, poseedor de un pensamiento libre y crítico.
Nada de eso nos es ajeno. Por el contrario, poco a poco penetran elementos preocupantes en nuestro sistema educativo. Así como la Misión Rivas integra la «Educación Bolivariana para el Desarrollo Endógeno… para impulsar el proceso revolucionario de Refundación de la República», los textos obligatorios en educación primaria y secundaria incorporan contenidos explícitos o subliminales que inducen en los niños la imagen del «héroe» y su pseudo-revolución como única opción de futuro.
Ipostel se suma ahora al esfuerzo adoctrinador. En hojas rotuladas con la frase «Exprésale tu amor a Chávez», los niños de escuelas caraqueñas son inducidos a escribir cartas de amor al «Comandante» (@Ipostelaldia, 2-8-13), al mejor estilo de los niños norcoreanos, obligados junto con sus mayores a reverenciar a perpetuidad al Presidente Constitucional Eterno Kim Il-sung, en actos de necrofilia propios de sociedades enfermas.
¿Qué escribirán nuestros niños? ¿Ellos serán inducidos en su inocencia a transformarse en inadvertidos delatores de la intimidad familiar? ¿Podrán plantear las angustias de sus mayores por la escasez, la inflación o la inseguridad? ¿Quién va a recibir toda esa información y para qué va a usarse?
Nada es inocente. La sospecha es fundada: fanatizar a las nuevas generaciones, degradándolas a vulgares soplones. Y completar la faena con Comités de Defensa de la Revolución, a la usanza cubana, porque eso es lo que serán los consejos educativos comunales resultantes de la aplicación de la resolución 058 en los planteles del país.
Así se cumple el propósito esquirol de aterrorizar y someter a la nación desde la base, con el peregrino objetivo de lograr «la suprema felicidad en la sociedad socialista endógena», ahora con las «luces» del recién fundado «Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías» que, créanme, de verdad ha sido creado (Gaceta Oficial 40.216, 29-7-13, Decreto 255).
