Opinión Nacional

La educación como eje de la globalización

En estos días leí en una revista universitaria europea, que Ernest Yonli, ministro de Relaciones Interiores de Burkina Faso, sostiene que «la falta de conocimiento es un problema mucho más grande que la falta de dinero»…Cuando mis amigos de Venezuela Analítica me pidieron un artículo sobre globalización y educación, pensé inmediatamente en esta cita del ministro africano. Y es que, cuando se habla de globalización, normalmente se piensa en lo económico, en los avances de las comunicaciones y de la informática, pero casi nunca se piensa en la educación. Para mi el eje de la globalización debe ser precisamente la educación.

Burkina Faso es un país muy pobre, de los más pobres de Africa y del mundo. Sin embargo, el ministro Yonli no es pesimista sobre su país. En cambio, nosotros en Venezuela y la gente de muchos países que si tienen recursos, tenemos la tendencia a hablar con pesimismo del futuro. La clave de este problema está en que el ministro africano comprendió que su país se insertará en un mundo globalizado en la medida en que su pueblo se eduque, se forme, y pueda competir en todos los campos.

He dicho en reiteradas oportunidades que el error del llamado socialismo real, que condujo al colapso de la Unión Soviética y de los regímenes similares instaurados en su área de influencia, estuvo en creer que la solución de los problemas sociales estaba en el Estado.

Y el error del liberalismo o del llamado neo-liberalismo ha estado en creer que la solución está en el mercado.

Mi posición humanista cristiana me lleva a sostener que la solución no está en la exacerbación del Estado, como pretendieron los comunistas, los socialistas y otros movimientos de vocación totalitaria, como el fascismo; pero tampoco está en el endiosamiento del mercado y de una libertad concebida sin los límites que impone la responsabilidad, como ha pretendido el capitalismo y en general como se desprende de una visión inspirada en el liberalismo nuevo o antiguo.

La solución está en la Persona Humana, y por eso todas las naciones del mundo, desde las más desarrolladas hasta las más pobres, nos debemos dedicar a promover el potencial intelectual, moral y cívico de cada Persona Humana y del conjunto de las Personas Humanas.

La globalización no puede ser vista frívolamente, como una moda, como muchas veces, y de una manera lamentable, me parece que ocurre. La globalización es una realidad latente, que no puede verse como algo ajeno a la acción política; por el contrario, es un desarrollo de orden eminentemente político, y en ese marco pienso que debemos verla y analizarla; es decir, como un proceso que debe concebirse y practicarse como un asunto de moral

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No puede ser que dentro de unos años, cuando pase el boom, ocurra con el proceso de globalización lo que ha pasado con todas las modas políticas en el mundo: Al principio todos se entusiasman, y hay grandes expectativas sobre sus logros para la humanidad. Cito los mismos casos del comunismo, del capitalismo y hasta de los movimientos ambientalistas, para agregar uno más….Y después han venido las grandes frustraciones. La pobreza en el mundo ha aumentado y la mayoría de las naciones no cuentan con una buena calidad de vida para sus ciudadanos. ¿Qué es lo que ha pasado?…A mi modo de ver, que ninguna de esas posiciones ha sido instrumentada desde una perspectiva humana, desde una perspectiva ética. El problema es que en la mayoría de los casos, el socialismo, el capitalismo y hasta algunos movimientos ambientales, han sido utilizados – por supuesto con sus respectivas excepciones -, para fines grupalistas y no para el verdadero bienestar de la gente.

Es por eso que pienso que la globalización debe ser vista desde una perspectiva moral, y que el centro de la misma debe ser el ser humano. Y el eje, y así lo propongo a la discusión pública en este artículo, debe ser la educación. Es así como pienso que le podemos sacar el jugo a los avances de la globalización, en vez de distraernos en cuestiones superfluas.

Inversión, alianzas y orientación

La educación, como eje de la globalización, y también como yo lo he planteado, como eje de un proyecto de país para Venezuela, debe tener tres pilares: Inversión, alianzas y orientación.

¿A qué me refiero?. En primer lugar, que se debe invertir más y mejor en el esfuerzo educativo. En América Latina, por ejemplo, debemos aproximarnos a la meta reclamada por los ministros de educación del continente, que recomiendan un gasto educativo equivalente al 7% del P.I.B. A nivel mundial, pensamos que los países industrializados, los países más ricos y poderosos, deben estimular el financiamiento de programas dedicados a la educación de las naciones pobres y de las llamadas «en vías de desarrollo». Igualmente, los organismos multilaterales deben dedicar, y entiendo que ya lo están haciendo en muchos países, parte de sus programas al fomento de la educación. Sólo educando a las naciones pobres o atrasadas desde el punto de vista del conocimiento y la tecnología, podremos lograr su desarrollo para que se incorporen rápidamente al mundo de la competencia y de la globalización.

Hay que hacer una revolución educativa global, porque sólo de esta manera le brindaremos a la gente los instrumentos necesarios para salir de la pobreza. El conocimiento es la llave para el desarrollo y se ha convertido ya, según muchos expertos, en un factor prominente en la llamada competencia global. Además, la educación es un factor de cohesión social, que genera respeto y auto-estima, y promueve espacios para la creatividad.

Por otra parte, la inversión en la educación no puede venir solamente de fuentes oficiales o gubernamentales. Es imprescindible seguir impulsando al sector privado en el financiamiento de la revolución educativa, porque es precisamente el sector privado, las empresas, las industrias, los comercios, los que se beneficiarán de personas mejor formadas y capacitadas. De esa manera se aumentará la producción y la productividad.

Es aquí donde colocamos el tema de las alianzas estratégicas para la educación. La cooperación para el desarrollo entre las naciones, y con las organizaciones multilaterales, debe envolver al mundo de las grandes corporaciones privadas y también de las pequeñas y medianas empresas, en la revolución de la educación.

El problema es que muchas veces las corporaciones se sentirían más estimuladas a invertir en la educación de los países donde tengan intereses, en la medida que tengan confianza en el sistema educativo de esas naciones, confianza en la calidad de los programas educativos y de la enseñanza.

Entra entonces en escena el tercer pilar:la orientación; la orientación que deben seguir los programas educativos. Y a mi modo de ver, el énfasis debe estar en la educación pre-eescolar, en la educación básica y en la educación para el trabajo. Todos los niños deben gozar del pre-escolar, que es donde se fundan las bases del ser humano integral; así mismo, todas los muchachas y muchachos deben contar con una educación básica firme, que brinde conocimientos y que enseñe destrezas; y, finalmente, toda mujer y todo hombre debe tener la oportunidad de adquirir una formación capaz de proporcionarles empleo calificado y bien remunerado.

Por todo lo anterior digo que la educación debe ser el eje de la globalización. Eso si, de una globalización vista desde la perspectiva política y moral. De una globalización que procure las bases de una verdadera democracia, de una democracia global, que brinde bienestar y felicidad a los ciudadanos de este planeta.

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