Maduro y su maquinaria generadora de odio
El gobernante, que usa el arte de la política, jamás es difamador, ventajista, excluyente y revanchista. Si usa estas arbitrariedades y miserias humanas, es generador de odio, se descalifica. Además, nadie sale ileso: crea malas posturas, causa daños psíquicos y materiales que afectan al espacio físico, al contexto espiritual y al patrimonio moral de víctimas y victimarios. Con esta gran visión, la Independencia de Venezuela, fue, es y será, para erradicar del país la arbitrariedad y la usurpación. Y todo, porque la independencia política desde entonces, no solo fue para liberarse del yugo colonial, sino también, para establecer leyes justas que instruyan la libertad y la independencia de Poderes Públicos, que eviten en el presente y futuro, la ruptura del equilibrio entre el individuo y la sociedad, para que jamás nos destroce la anarquía y el totalitarismo. Por ello, Simón Bolívar rechazaba a todo tipo de gobierno unipersonal. De tal manera, por su historia y espíritu, cuando la patria corre peligro o pierde sus libertades, cuando es víctima de su propio gobierno y la unidad de la familia es agredida, los venezolanos renuevan su espíritu libertador. Y todo, porque son consecuentes con la patria humana y territorial. Saben, cuándo y el por qué, la lucha se hace necesaria. Por ello, en estos momentos de opresión, se amparan en el espíritu de la Constitución de 1999, que desde sus preceptos aún es vigente, aunque el gobierno ose derogarla ilícitamente o “por cualquier otro medio distinto y previsto en ella” (Art. 333. CNRBV). La Carta Magna, nos impulsa, empuja e impele a su propia defensa, reclama acatamiento. Y con ella, es deber ciudadano, exigir derechos y libertades democráticas. (Artículos: 1, 2, 3, 5, 25, 71 y 333. CNRBV).
El pueblo opositor ceñido al desarrollo histórico del país, desde un principio, acciona y lucha apegado a los preceptos de la Constitución, pero Maduro no juega limpio.La oposición pide elecciones ajustadas a las leyes y al calendario electoral; pero Maduro, después de reprimir, en contraposición las retrasa y crea a la espuria Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que quimérica y semejante a un tribunal de inquisición, sin que nadie sepa, por qué y cuál medida legal, dice tener el monopolio de la santa verdad, la institucionalidad y la justicia.
Lo peor, de manera revanchista y peligrosa, Maduro propone a la “ANC”, la creación de la Comisión de la Verdad y la Ley contra el odio, que bajo sus términos y traje de paz, es del todo un fraude de ley. En tal sentido, todo lleva consigo, lo espurio, la perversión, la venganza, la precipitada creación de leyes para anular adversarios hasta lograr el poder absoluto y permanente. Con este ilegítimo poder, Maduro y su “ANC”, bajo ocultación y engaño, amenazan al pueblo con más represión, censura, exclusión, inhabilitación política, hasta imponer, en pocos días, la sociedad cerrada, a la insolente dictadura.
Con todos estos antecedentes, aquí caben algunas interrogantes. Si solo por exigir DDHH, libertades democráticas, activación de la economía, uso de la legalidad, empleo, alimentación y medicina para el pueblo, Maduro reprimió de manera mortal a los manifestantes, ¿qué no haría con el poder absoluto que busca con la “ANC”? Entonces, ¿quién es el generador de odio? Por esto y por la inmensa cantidad de presos políticos y perseguidos, la entrega y valentía de 120 hermanos asesinados, los condenados a la ceguera o a una silla de ruedas de por vida, los miles de heridos, por la acción y exceso de las fuerzas represivas de Maduro, no admiten que se abandone la lucha, ni se deje el poder, en manos de quien devino en dictadura, en totalitarismo (Art. 350 CNRBV).
En otras palabras, Maduro le hace daño a la República y se ilegitima. Huye de la legalidad, de la realidad y no quiere ser honesto con las elecciones Regionales que programó para octubre. Solo quiere el mismo «yo con yo» de la inconsulta “ANC”. Maduro y su maquinaria, para generar odio, alcanza el 90% de rechazo. Ahora teme y sabe que pierde con cualquiera. Pues, apenas respira con el cascaron del poder de una minoría que lo sigue a regañadientes. Así intenta, por todos los medios, incentivar la abstención, inhabilitar y sacar de los espacios políticos a sus adversarios, guiar al pueblo a una nueva trampa, busca que este pierda la esperanza y no crea en sus líderes democráticos, hacer que la gente se impaciente y se desborde en violencia.
La oposición, dentro de la lucha no violenta, está organizada estratégicamente para ir a elecciones; pero no está constituida ni preparada para la guerra, porque ese no es su objetivo. En esta verdad, la desatada dictadura de Nicolás Maduro, la sigue hostigando para sembrarle odio y empujarla a la beligerancia. Quiere someterla a la fuerza, bajo el monopolio de las armas. Su fin último –más intencional – es silenciarla, hundirla en el escepticismo y pesimismo para que el pueblo no luche por sus derechos y dominarlo bajo la hegemonía totalitaria. La única opción que le queda a la oposición, para salvar al país de la tiranía del partido único, es seguir luchando sin desistir de las movilizaciones ni abandonar la calle, descubrir y desactivar a tiempo las trampas del gobierno, exigir elecciones transparentes y acudir, masivamente, a votar. El voto, defendido por testigos, es útil al combate democrático y es parte de la estrategia de la lucha no violenta. La fuerza electoral del pueblo opositor, está por encima de los 14 millones de votos. El pueblo derrotará al abusivo poder del régimen con organización y optimismo, con entusiasmo solidario y masivo en la lucha, sin obviar, la decisiva oportunidad del voto. Sabemos que el gobierno es tramposo; pero cada una de sus trampas y excesos, dan argumentos y motivos para seguir reclamando derechos y avanzar en la lucha hasta vencer.