Cultura

Rostros de una Venezuela Olvidada (colección Fundef, 1948-1968)

Estos Rostros de Venezuela son el resultado una selección de imágenes fotográficas en blanco y negro de la colección que se inició en 1948, cuando Juan Liscano fundó y dirigió el Servicio de Investigaciones Folklóricas Nacionales junto a Luis Arturo Domínguez y Abel Vallmija, investigadores que generosamente donaron sus colecciones fotográficas a la naciente institución. Las fotografías fueron creadas tras innumerables trabajos de campo a lo largo de toda nuestra geografía. Este segmento de la colección fue creciendo en calidad y cantidad, junto a la transformación de la institución, siguiendo de cerca la filosofía que la hizo nacer. Así, fueron aumentando progresivamente a lo largo del tiempo los portafolios, junto a las grabaciones de literatura oral, música, danza y la colección etnográfica registros resguardados en diversas instituciones acorde con la historia política y cultural del país. Al iniciar la investigación que permitió esta selección se realizó un arqueo entre siete mil fotografías. En esta selección predomina el retrato, pues es el segundo tópico en importancia de la colección. En casi todas predomina el factor descriptivo, intencionalidad fundamental de estos investigadores

De este conjunto de retratos, más del 60% son posados. Los investigadores se dieron a la labor, obedeciendo a sus propias concepciones del gusto, de buscar la pose en el fotografiado, acentuando en la composición rasgos descriptivos, que incluyen elementos de la cultura material o espiritual, y con ello enriquecer la imagen como fuente de información cultural. Se concentran en tipologías fisonómicas, en las actividades artesanales, económicas o festivas. Así se fueron reconstruyendo elementos de la vida diaria, las distinciones entre el espacio privado y el público, entre lo sagrado y lo profano. En esta selección de imágenes estamos ante momentos vividos en un intento por definir la riqueza de nuestro mestizaje cultural y espiritual.

Para la época, uno de los paradigmas ideológicos que movía a estos cazadores de imágenes se encuentra expresada en la novela de Rómulo Gallegos Doña Bárbara. Su drama plasma visiones del mundo encontradas sobre el destino de Venezuela, que determinó lo que somos hoy y los conflictos en que nos debatimos. Las posturas políticas, económicas, culturales e ideológicas y el choque producido por sus tensiones permanentes se materializan en los personajes de la novela que establecen la lucha de la civilización y la democracia en contra del caudillismo y la montonera. Será el universo que rodea y representa a Santos Luzardo, metáfora de la concepción de progreso, liberal en oposición al personaje de Doña Bárbara y el mudo que la rodeaba, expresión de una sociedad y cultura rural dominada por la ley del más fuerte, herencia de una larga guerra civil tras la independencia. Así de escindido percibían al país las fuerzas políticas que intentan materializar esta concepción de desarrollo que se enraizó en nuestro seno por  cuarenta años aproximadamente. La mayoría de los intelectuales de la época vivían  dominados  por los paradigmas del liberalismo capitalista. o  un socialismo totalitario incapaz de trascender ideológica y estructuralmente la concepción desarrollista del progreso y al capitalismo.

Nos referimos a esta novela pues  es un manifiesto político que proyecta desde su trama la manera en cómo una generación veía a Venezuela, posición que luego influyó en la creación del primer instituto de investigación del folklore, el SIFN, 1948-1953. Los dramáticas dramas que se entrecruzan en la novela están imbuidos de razones políticas y de una visión vigente aún de lo que era y es  el país.

Observamos en estas fotografías   visiones de empatía que se delatan mientras van en la búsqueda de una esencia: los rasgos definitorios de la venezolanidad, nuestra multietnicidad. En cierto nivel se establece una  afirmación de los postulados ideológicos tramados por Rómulo Gallegos, que probablemente terminaron siendo matizados con la visión filosófica e ideológica de Juan Liscano. Su cultura humanística y estética caló en nuestro país. Si bien muchas de estas imágenes no le pertenecen a Liscano, fueron influenciadas por su visión de mundo, la cual acogía la heterogeneidad, admiraba la diferencia y se alejaba de cualquier rezago de admiración al desarrollismo compulsivo que ha puesto al planeta al borde de un ecocidio. Juan Liscano leyó y estudió el pensamiento de D. H. Lawrence, A. Huxley, F. Nietzsche, quienes sustentan sus reflexiones en una empatía por los seres apegados a la tierra y al ritmo de sus ciclos. Estos pensadores resultaron fuente de inspiración intelectual para esta generación, de ahí que Liscano viniera a ser uno de los principales promotores del paradigmático Festival Folklórico del año 48, celebrado al asumir la presidencia Rómulo Gallegos. Semanas después se da el trágico golpe de Estado a Gallegos, uno de los acontecimientos políticos más aciagos de nuestra historia

El tema fundamental de estas imágenes es el de hombres y mujeres  trabajadores rurales… Contemplan desde el ciclo del maíz como proceso económico, cultural, social, en el que se involucra la comunidad, hasta diversas imágenes de hombres volviendo del campo cabalgando;  artesanos creando, vendedores de estampas y oraciones, milagreros, y tratantes de mercancías en mercados y pulperías.

A través de esta mirada dirigida hacia el otro, se desea provocar una aproximación a una Venezuela que dejó de existir, que está a la espera de retornar enriquecida, y convertirse así en un factor que genere sentido de pertenencia; estas fotografías quizás vuelvan  a ocupar un lugar en nuestras vidas y en nuestro tiempo, servirán de herramientas  liberadoras de la estrecha visión de la realidad propia de la historia lineal, que deriva de una tendencia materialista-evolucionista-marxista.

La fotografía documental como registro del pasado posee una dimensión que la asocia al álbum familiar, pues en ella nos proyectamos y reconocemos al encontrar similitudes con las imágenes emblemáticas de cada una de nuestras familias y de nuestro país. Esta tendencia se encuentra expresada en la colección fotográfica de lo que fue el INIDEF, INAF y  FUNDEF, sobre todo entre los años a los que hacemos alusión, es decir, de 1948 a 1968. Los investigadores usaron la imagen como documento, logrando captar formas del país, cual caleidoscópico álbum de nuestra alma colectiva, para ser atesorado y usado por generaciones futuras como parte de la urdimbre que tramara a Venezuela. Son visiones dominadas por encuadres, composiciones y temáticas contextualizadas históricamente. Muchas de ellas podrían tener limitaciones técnicas debidas a los equipos y a la falta de profesionalización de los fotógrafos, pero quizás esta sea una de sus virtudes, dado a que el hacer documental no es dominado por la técnica, sino por la intencionalidad de rescatar con pasión creativa un país que sentían debía ser conocido y reencontrado por las generaciones futuras.

Muchas de estas visiones están dominadas por el clima de aislamiento y soledad propia del retrato, que comunica a dos humanidades, a través de un mecanismo tecnológico y químico que eterniza huellas de luz.  Si algo caracteriza a estos retratos de personajes del campo es cómo a través del rostro y del gesto se indaga en la humanidad del otro, en su ser; quizás muchas de las imágenes seleccionadas no sean artísticas, su objetivo era otro: privaba la humildad en la intención de registrar, documentar procesos de la cultura. Adelantándose en el tiempo en lo que será la fotografía etnográfica, y creando los elementos para crear estas innovadoras metodologías.

Cuando leemos los ítems clasificatorios que los investigadores daban a sus fotografías, se observa las tipologías cognoscitivas de la época. En Frases escuetas como ‘mujer’, ‘informante’, ‘cantor’, ‘india’, ‘tipo de indumentaria’, ‘labrador de coco’, ‘ordeño’, ‘llanero’, etc…, delatan discordancia entre estos arbitrarios criterios y el contenido de las imágenes, que a través de la investigación de lo visual como documento irá generando categorías ausente de los criterios etnocentrismos propios de época de creación de la colección. Al analizar estas fotografías es importante no quedar atrapado en lo descriptivo e intentar profundizar en las intenciones, la estética, la ética y las relaciones sociales y culturales que se establecen a través de este arte tecnológico como vía para reconstruir un pasado, aspectos que desarrollaremos en otros ensayos.

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