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La nueva etapa de la lucha por la democracia

Con la instalación de ese adefesio que es la asamblea nacional constituyente, en realidad una reunión ampliada de la dirección nacional del Psuv, se inicia una nueva etapa de la lucha que el país ha mantenido a lo largo de casi dos décadas contra el proyecto hegemónico liderado, primero por Hugo Chávez, y desde 2013 por Nicolás Maduro. El objetivo de esa infatigable pelea ha consistido en preservar la democracia  en los pocos espacios que han ido quedando.

Este nuevo ciclo se caracterizará por ser más represivo. La deriva autoritaria ya estamos viviéndola. El régimen, representante de una minoría despótica, adoptó como estrategia tratar de sacarnos de la ruta constitucional, electoral, pacífica y democrática con el fin de empujarnos a un camino al margen de la Constitución y de las débiles instituciones republicanas que aún quedan. Le gustaría que tomásemos la vía violenta, entre ellos los trancazos recurrentes, porque en ese terreno tienen todas las de ganar. Se sentirían muy cómodos si nos olvidáramos de todos los comicios y adoptáramos la vía armada o insurreccional. Nos aplastarían como a unas cucarachas teniendo una excusa perfecta.

Los atropellos más recientes contra los alcaldes opositores apuntan en esa dirección. Como no pudieron ganar en Barquisimeto, Lecherías, Chacao y El Hatillo, entre otros importantes municipios, optaron por secuestrar a los burgomaestres elegidos por el pueblo. El asalto a la Asamblea Nacional, comandado por el coronel Vladimir Lugo, responsable del resguardo de las instalaciones del Palacio Federal y de la integridad personal de los diputados, forma parte de esa estrategia de intimidación. Buscan acorralar, desmoralizar y desmovilizar  la población y a los dirigentes, con el fin de proyectar la imagen de que son invencibles. Apuntan hacia los dirigentes más reconocidos con el propósito de descabezar el poderoso movimiento de resistencia que se ha expresado durante los últimos cuatro meses.

En este marco conviene evaluar con detenimiento la afortunada decisión de la MUD de participar en los venideros comicios regionales de diciembre, pues incidirá en futuras elecciones.  Los barones del régimen no quieren que vayamos a ninguna confrontación electoral porque saben que perderán, por eso nos provocan y tienden trampas. Con motivo de las elecciones de gobernadores han aumentado las celadas. Prohibieron el uso de la tarjeta de la MUD en siete estados. Se niegan a cambiar el CNE, a pesar de la mortal declaración de Smarmatic. Sus ardides  estimulan la confrontación entre “electoralistas” y abstencionistas, como si estos propiciasen la violencia y la insensatez, y los otros la paz y la cordura. En realidad ambos pretenden alcanzar la paz y la democracia, solo que por vías diferentes. Aunque, desde mi punto de vistas, quienes descartan concurrir a las elecciones regionales no solo no deslegitiman al gobierno, sino que lo atornillarían en la medida que les entregarían mansamente a los autócratas las instituciones cuyo origen se encuentra en el voto popular.

A las elecciones regionales hay que ir porque lo que quiere el gobierno es que no vayamos. Aquí no hay ningún dilema. No ir sería renunciar a un espacio que nos corresponde porque somos nosotros quienes realmente creemos en las elecciones como fuente de origen y legitimad de los poderes públicos regionales. Somos nosotros quienes creemos en la descentralización y en la soberanía popular dentro de los límites que establece el Estado de Derecho. El régimen utiliza las elecciones como coartada para destruir la democracia. Además, si decidimos participar, lo más probable es que esos cínicos decidan no concurrir. Querrán evitar una nueva derrota ante el país y el mundo.

La mejor manera de honrar la memoria de los jóvenes mártires que han caído  a lo largo de las luchas por rescatar la libertad, es construir un ambiente que impida que muertes como esas sigan repitiéndose a diario. Ya para el gobierno los asesinatos dejaron de ser un problema y se convirtieron en una estadística. En El Salvador y en otros países pasó lo mismo. Al final hubo acuerdos negociados que incluyeron elecciones, pero después de miles de muertos.

En el ciclo que está abriéndose serán numerosas las tentaciones para que la oposición no acuda a las batallas electorales. El gobierno hará uso del obsceno ventajismo que usualmente utiliza, se valdrá del CNE y de los militares para amedrentar. La incitación a la violencia será cotidiana. Nos corresponderá combinar la lucha de masas con la presencia en el escenario electoral, exigiendo  siempre que se cumplan las condiciones mínimas para que se respete la voluntad popular.

@trinomarquezc

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