Confieso, me equivoqué
Pronunciar públicamente estas dos palabras, «me equivoqué», no es una de las características predominantes en la población venezolana. A lo sumo, lo que hace la mayoría cuando se convence que ha errado es rectificar su conducta, pero jamás -o casi nunca- asumirá de manera pública y abierta que haya errado en su conducta.
Puedo entender que a nivel intraindividual resulta más fácil reconocer los errores; total, eso se queda entre cuatro paredes. Cuando se trata de reconocer la responsabilidad por errores cometidos en el pasado lo usual, en muchos venezolanos, es irse por la tangente y como se dice en criollo, escurrir el bulto.
El tema es fundamentalmente asumir la responsabilidad, cosa que es usual en los líderes políticos europeos que, cuando sus respectivos partidos son derrotados en las urnas, lo primero que hacen es poner sus cargos a la orden, es decir, renunciar.
Como no puedo hablar por otros yo, en lo particular, confieso que me equivoqué al sostener públicamente que no se podía ir a elecciones regionales con este CNE fraudulento.
La verdad es que mi juicio estuvo marcado por una reacción de indignación moral frente al atropello del que hemos sido víctimas por parte de un gobierno bárbaro y rapaz, que ha permitido un sistema donde la corrupción ha pasado a ser el principal modus vivendi.
Al pensar fríamente cómo continuar la lucha contra esta dictadura del siglo XXI recordé que cuando era joven me enseñaron a jugar ajedrez y todo el objetivo del juego era darle jaque mate al rey.
Muchos, y yo entre esos, creímos que se ganaría el juego político al acorralar a Maduro. Al ver que eso no se estaba logrando, a pesar del tiempo transcurrido y de muchos lamentables sacrificios de vidas humanas, me di cuenta de que se estaban aplicando reglas para el juego equivocado y que era necesario cambiar la estrategia y usar las de Go, cuyo objetivo es controlar mayor territorio que el adversario.
Por eso, considero que la decisión de inscribirse en las elecciones regionales es el paso correcto, así sea tapándose las narices para no respirar el aire fétido al que nos pretende llevar el castro-madurismo-militarista.
La lucha continúa. Tenemos el respaldo de casi 50 países. El PSUV luce más dividido que nunca. La Constituyente no resolverá ningún problema, más bien los agravará y aunque no lo parezca hoy, los días del régimen están contados porque no tienen la menor posibilidad de superar la crisis.
