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La mujer “materializadora de sueños”

A pesar de que aún era una niña, Laura Moreno recuerda ese momento muy bien: iba con su abuela en un bus por la carrera 10, en Bogotá (Colombia). De pronto los vidrios de las ventanas se reventaron y el bus casi se voltea del impacto. Era el 6 de diciembre de 1989. Pablo Escobar acababa de poner una bomba terrible que destruyó las oficinas del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).

Ese es uno de los primeros recuerdos de Laura. Más de 20 años después, luego de superar pruebas terribles, entre ellas el fantasma de ese día, Laura es una mujer diferente. Podríamos decir que es una mujer que despertó. Pero esa larga noche que estuvo dormida, una noche de muchos años, fue oscura y difícil. Salir de ella fue la prueba más tenaz de su vida. Pero salió, lo logró, luego de “haber tocado fondo”, y ahora usa la literatura como una poderosa herramienta para hacer que otros también despierten.

Una frase al día

Laura recuerda su infancia y sonríe, a pesar de las circunstancias. Sus ojos se iluminan mucho cuando habla de lo que ella dice, es un don que le dio la vida. Esa mirada enternece. Y asombra por una especie de sabiduría ancestral que parece guardar. Había escrito cosas, como lo hacen tantos, que escriben de vez en cuando, pero todavía no se arriesgaba a lanzarse a ese tumultuoso mundo de hacer libros.

En 2013 acompañó a su amiga Patricia Rodríguez, escritora, a una firma de libros en la Feria del libro de Bogotá. Alguien se le acercó a Patricia y le dijo que quería ser escritor. “¿Qué tengo que hacer para escribir libros?” –preguntó–. Práctica y simple, Patricia respondió: “Si quieres ser un escritor, empieza a escribir, así sea una frase al día”. Y leer: para ser escritor también hay que leer mucho.

“…Así sea una frase al día”. A Laura, la idea le quedó retumbando en la cabeza, y como tenía un mensaje para dar, unió, no una, sino muchas frases al día, y trajo al mundo el libro que ya venía gestándose en su interior: ¡Despierta, mujer! ‘Engendrar’, porque escribir es, en muchos sentidos, como parir un hijo.

Antes de despertar

Laura es una mujer sensible. Además, el recuerdo de la bomba de Escobar siempre la acompañó, y la situación de Colombia la impresionaba mucho. “Para mí era muy difícil entender por qué nos estábamos matando”, dijo. Por otro lado es hija de un coronel que fue muy fuerte con ella. Esa dureza rayaba con la sensibilidad de Laura.

Pero eso no era lo más complicado. “A eso debemos sumarle las experiencias extrasensoriales: ver otro tipo de seres, sentir otro tipo de cosas, tener sueños”. “Extrasensoriales” son seres que “no son de carne y hueso. Seres que nos acompañan todo el tiempo, y que todavía sigo viendo, pero ya como antes”.

Cuando Laura era niña no entendía mucho por qué le pasaba eso. Su mamá le decía que ella jugaba con “muchas personas”, que tenía un “parche grande”. No eran, precisamente, lo que podríamos llamar personas reales.

Las circunstancias llevaron a Laura a una depresión terrible. El resultado de una situación así era casi que evidente: pensar en el suicidio. Laura se quería morir desde que tenía 7 años. A los 13 años su estado alcanzó el terrible nivel de crónico. Sin embargo no fue tratada. “El único tratamiento que yo tenía era la iglesia”.

Hay muchas maneras de entender la depresión. Desde la literatura, si se da una mirada, digamos “poética”, podríamos imaginar un cuerpo lleno de abismos, del que salen demonios terribles. Y, como si fueran personas reales, Laura veía esos demonios. Entonces, a los 15 años intentó suicidarse. Duró 3 días en coma. Una situación así sólo podría acarrear una respuesta: Laura debía ser internada en una clínica. Pero ella no se quería quedar en un lugar así. “Yo no sé quién está más loco –le dijo ella al médico–, si usted por estudiar lo que estudió y vivir en el medio en el que vive, o yo por haber hecho lo que hice”. Y decir eso la salvó del encierro. Sin embargo, siguió con la terapia. Ese psiquiatra, dice ella, fue su “primer ángel guardián”. No la medicaron: el tratamiento más efectivo fue leer.

Puede que para el resto del mundo, Laura fuera “culo de loca” –así lo dijo–, pero para ella, y para su mamá, que siempre le creyó, Laura tenía un don, un don, único y extraordinario, que le daba la capacidad de ver más allá. “Al tener un talento diferente, no es tan fácil acomodarse en un mundo en el que todo es tan ilógico”.

Ilógico sería, para un mortal común y corriente, lo que Laura veía. Sin embargo, para ella, ilógica es la realidad tal cual es. “Esa neurosis de querer ser estable cuando fue la inestabilidad de los elementos lo que permitió la vida en la tierra es súper antinatural. Sólo que nos hemos convencido de otro cuento. La vida no es estable. Es precisamente esa condición de la vida”, dijo.

Lo ilógico, de acuerdo a Laura, tiene que ver con la desconexión con la naturaleza y de los ciclos de la tierra. Pone un ejemplo bastante real: “Es ilógico que un hijo se quede con sus padres después de cierta edad, porque lo único que los padres tienen que hacer con los hijos es dar algunas herramientas para sobrevivir. ¿Cuándo tú ves a un león o a un gato, adultos, con su hijo adulto? En la naturaleza eso no existe. Los huevos no aprenden a volar. Si tú te quedas en el nido no vas a poder volar”. Es ilógico, también, esperar que uno recoja amor si lo que ha sembrado es otra cosa. “¿Sembrar papas donde queremos que nos salgan rosas?”

“Uno atrae lo que uno es”. Laura explica, con seguridad y firmeza, que depende de su estado emocional y energético le van a llegar las cosas. “De alguna manera –explica–, atraemos lo que somos: eso es lo que nos dicen los Mayas.

En su crecimiento espiritual y físico, Laura aún tendría que enfrentar algunas pruebas, tanto o más difícil que las que ya había vivido. Las ideas suicidas no la dejaban del todo. Las siguientes experiencias, y por las que “tocó fondo” fueron el alcoholismo y una relación bastante tóxica. Era la amante de un hombre 14 años mayor. Ella tenía 19 años. Él la llevó al límite.

Técnicamente, ‘límite’ es “el punto de separación entre dos superficies o entidades”. Límite es el final de algo. Laura, cuando tocó fondo pasó ese límite. No sabía que más allá de esa oscuridad, en la que estuvo tanto tiempo, había mucha luz; luz a la que no se le debería temer.

¡Despierta, mujer!

Antes que todo, y lo más importante es ser consciente de la necesidad de un cambio. Lo primero que logró fue un trabajo, donde conoció a un hombre –su jefe–, que le enseñó mucho. Además, para luchar un poco contra la dura soledad de esos días, empezó a asistir a “círculos”, que eran lugares en los que contaba su historia, y la escuchaban, y la apoyaban. Con el tiempo, también fue aprendiendo a reconciliare consigo misma. Laura despertó para convertirse en “Materializadora de sueños”.

Han pasado 13 años desde ese momento. Fruto de sus aprendizajes y experiencias, Laura escribió un libro. Se llama ¡Despierta mujer! En él, Laura recoge un proceso de transformación para mujeres que diseñó hace dos años.

“Lo que hago es hurgarte. Y te esculco y te esculco para que tú te preguntes por qué vives la vida que vives y para qué estás viviendo la vida que vives. Para qué te levantas todos los días. La gente se acostumbró a estar en ‘piloto automático’, pero realmente cuál es el propósito de tú vida, para qué estás aquí”, explicó Laura.

A partir de ese proceso, ya siguen más de 300 círculos, tanto de mujeres como de hombres alrededor del mundo. En realidad así empezó la idea: como un modelo de desarrollo psicológico, espiritual, físico y emocional, destinado a grupos de mujeres. No obstante, también se hizo falta diseñar una guía, por si la mujer quería hacerlo sola, por su cuenta. Para eso es el libro.

El libro tiene ejercicios, meditaciones, “un montón de cosas que te ayudan a descubrir quién eres, que te conozcas, porque si no te conoces, ¿cómo vas a vivir tú vida?»

“A lo largo de nuestra vida fabricamos personajes de nosotros mismos que limitan nuestra capacidad innata de estar bien, y quiero que sepas que cuando hablo de ‘estar bien’ no me refiero a que no vaya a existir dolor –escribió Laura–. Lo que quiero decir es que cuando uno está bien, la relación con el dolor cambia, aceptamos que este también es parte de la vida, de esta experiencia carnal de caminar sobre esta tierra, que aunque no nos guste, participamos en su formación y en su gris actualidad ¿Pero cuál es la buena noticia? Que puedes cambiar, que tú eres la diosa de ese universo que es tu vida, y con tu voluntad y las ganas de querer ver más allá podrás escribir tu historia, ponerle los colores que más te brillen”.

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