¡A sablazo limpio!
Recurro una vez más al DRAE a fin de tener certeza del significado de términos y vocablos de nuestro rico idioma español, leo que una de las acepciones de sablazo es el acto de sacar dinero a alguien, pidiéndolo, por lo general, con habilidad e insistencia, y sin intención de devolverlo.
Acertada definición, muy aplicable a lo que los cabecillas de la Revolución bolivariana han hecho con el erario nacional, con el Tesoro Público, convertidos en un verdadero botín, en una rebatiña de dólares que luego depositan sin ningún rubor en sendas y buchonas cuentas en Andorra, Suiza, Libia o en paraísos fiscales, a nombre propio o de complacientes e interesados testaferros.
¡Nos han sableado! A plena conciencia, agavillados, indolente e impunemente, despacito, despacito, han dejado las arcas nacionales exhaustas, las reservas internacionales en límites de país en quiebra, progresivamente y con saña con mucha saña, han derruido el país, colocándolo a nivel de las naciones menos afortunadas del mundo.
En medio de nuestras locuras bolivarianas, de los desvaríos de El Robusto Guasón, de las paradojas socialistas, resulta que vivimos en un país bizarro, donde el mérito tiene visos de insensatez y todo se concibe al revés. Se premia al que roba, al que reprime, al que se asocia con pranes y delincuentes, al que malversa, al que prevarica, al que se enriquece con jugosas comisiones, al que roba descaradamente, al que insulta, al que tortura, al que adula y jala bolas y galones, al que es ineficiente y conduce a la empresa pública bajo su mando a la bancarrota, al que regala El Esequibo, al que prohíbe mencionar en vano el sagrado nombre de El Supremo, en fin, al asesino, al delincuente, al corrupto, al enchufado y al cómplice.
En un acto televisivo, de esos que generan náuseas y vómitos, El Bailarín Mayor de la comarca socialista del siglo XXI, aparece – papeado y burlón – premiando a los castigados por El Imperio, entregándoles una réplica de la espada de El Libertador que los beneficiados y beneficiadas agitan aguerridamente reclamando venganza en nombre del Comandante Eterno, semejan más a un jenízaro, a un combatiente de la Yihad socialista dispuesto a entregar su vida a nombre del proceso, aunque – a la hora de las chiquitas -, saldrán corriendo a refugiarse en las embajadas de los países que han chuleado al nuestro.
Si antes nos sableaban diariamente en nombre de Bolívar, ahora con la espada de El Libertador empuñada en nombre de la revolución, debemos poner la cartera en sitio seguro, y prescindir de tarjetas de crédito, joyas, celulares, tabletas y no hacer alrde de lo poco que se pudo comprar en el mercado o en la farmacia, y sobre todo no sacar los carros a la calle.
¡QUÉ DIOS NOS COJA CONFESADOS!
¡BOLÍVAR NO LOS PERDONES QUE SÍ SABEN LO QUE ROBAN!