Opinión Nacional

Vanidad del Norte

Repaso reflexiones y escritos. El tiempo de estudio y la dedicación a la
investigación no se detiene. La producción intelectual marca su propio
espacio para poder avanzar y profundizar el Proceso. Tarea que me lleva a
difundir otra vez escritos que fueron sólo 24 horas, pero que tienen
vigencia por años todavía. Traigo hoy esa partícula que denominé Fashion y
que hoy actualizo como Vanidad del Norte. Se trata del significado del canal
por satélite dedicado a la lujuria del exclusivo mundo de la moda.

Fashion TV sirve para mostrar la cara hermosa de una de las industrias más
lucrativas del mundo de hoy. Quien busque un momento de recreación y se tope
con este canal se detiene de manera inmediata. Lo hace más por las
protagonistas y su entorno que por la frivolidad que generan las relaciones
del ambiente. Allí se pueden ver a las modelos más cotizadas de América y
Europa. Unas hembras que paralizan la vida. Son la expresión más elevada de
la belleza perfecta. Además, sus sensuales cuerpos casi al desnudo,
transmiten un erotismo extremo que derrite de pasión al ser más insensible
del género masculino. Hermosos rostros que se unen a la cadencia rítmica de
sus cuerpos, dejando ver los atributos que le ha dado la vida. Qué deleite.

Se eleva la emoción del televidente, al adornarse la pantalla con los
escenarios naturales o milimétricamente calculados para ofrecer un show
inagotable.

Ciudades como New York, Londres, París, Buenos Aires, México, Punta del
Este, sirven de sede para desarrollar los eventos que produce la industria:
desfiles, entrevistas a las exquisitas modelos, vestidos, bikinis, adornos
para hacer más linda y deseada a la mujer de hoy, hoteles de primera con
escenarios de mar, playa, cascadas, ambientes todos inmersos en una gama de
colores indescriptibles. Fantasía y realidad. Todo se mezcla para crear un
mundo particular. Percibido y asimilado por un segmento de la humanidad que
no padece de miseria. Es un mundo circunscrito a una forma de ver la vida
diametralmente opuesta, al de quienes coexisten en la extrema pobreza. Ellos
los creadores, productores, consumidores de la trivialidad de la moda, como
los que viven de las realidades del mundo norte, no tienen que luchar para
subsistir. Ellos están en otra dimensión humana. Sus problemas cotidianos no
se parecen en nada al de millones de millones de personas que sobreviven con
menos de US$ 1,00 diario. Ese mundo, quizá el perfecto, por los niveles de
felicidad que produce, tales como la diversión, la belleza, el disfrute del
goce espiritual, la recreación en ambientes esplendorosos, todo eso podría
representar un estadio a alcanzar. Ese podría ser una meta: existir en el
mundo que derroche felicidad.

No obstante, para los otros del mundo, el mundo sur y concretamente el de
Venezuela, la imagen de Fashion TV seguirá siendo una ilusión lejana a
muchos años luz. El 85% de nuestro pueblo tiene que bregar muy duro para que
alguna vez se pueda anclar en el derroche de esa felicidad. Muchos todavía
viven en condiciones infrahumana de inicios del siglo XX. Los cerros de
Caracas, las zonas pobres de la regiones del interior, como por ejemplo,
Onoto en Anzoátegui, Araya en Sucre, Jusepín en Monagas, Mariara en
Carabobo, Tucupita en Delta Amacuro, Guama en Yaracuy, pueblos que no tienen
nada que ver con ese mundo ideal de las “top models”. Realidades desiguales,
que generan modos de vidas diferentes. Conceptos existenciales radicalmente
opuestos. Necesidades vitales totalmente diferentes. Por lo tanto, aunque
todos somos humanos y nos merecemos el disfrute de la igualdad de
oportunidades, no tenemos la posibilidad de vivir como ellos. Por eso, el
mundo norte no alcanza a comprendernos. Sus pensadores se equivocan al
evaluar al mundo sur desde su propia marco de referencia. No terminan de
entender que los asuntos vitales de la pobreza, no se parecen en nada al de
la vanidad y el derroche. Mientras se perpetúe la desigualdad habrá
injusticia social. Y ésta, continuará su ruta de procrear guerras y
confrontaciones ideológicas, territoriales y religiosas. El mundo fashion,
este que describo y tomo como ejemplo de la desigualdad en el mundo de hoy,
es parte de los símbolos de la injusticia social y de lo que genera la
búsqueda revolucionaria por la emancipación continental y la multitudinaria
manifestación contra la globalización mundial.

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