Opinión Nacional

Nobel de Literatura 2003

John Maxwell Coetzee (se pronuncia cotsíh), novelista y ensayista, nacido en Ciudad del Cabo, en África del Sur, en 1940, recibió el Nobel de Literatura 2003 el pasado 7 de diciembre. Se le identifica como un escritor de la soledad; que el tema del bien y el mal es básico en su obra; que Kafka es uno de sus héroes literarios; que parte de la incompatibilidad e inseparabilidad de la literatura y la vida; y que será recordado por su preocupación por la condición humana y su angustia por África del Sur, durante y post-apartheid. Se afirma que su estilo se presenta algunas veces como parodias y otras como alegorías; que hace un uso libre de trucos como apéndices cómicos o ridículos y de falsas introducciones; y que tiene un marcado gusto por los finales abiertos. Analistas de la obra de Coetzee, al tomar en cuenta el entorno político de África del Sur, entienden lo difícil que era para un novelista surafricano escribir sobre la fuerte presión interna ejercida por el régimen apartheid sobre la sociedad surafricana y representar la explosiva y volátil historia de su país.

Su padre era abogado y su madre maestra de escuela. Estudió Inglés y Matemática en la Universidad del Cabo, trabajó como programador de computadoras en Inglaterra y completó su Ph.D en Inglés en la Universidad de Texas, en Austin. Su tesis doctoral la hizo sobre el escritor inglés Samuel Beckett, quien tuvo mucha influencia en su forma de escribir. Desde 1968 hasta 1971 enseñó Literatura e Inglés en La Universidad del Estado de Nueva York, en Buffalo, y desde 1972 hasta 2002 en Ciudad del Cabo. Desde entonces ha vivido en Australia donde es profesor de la Universidad de Adelaida y al mismo tiempo conferencista de la Universidad de Chicago. Antes de recibir el Premio Nobel, se le había otorgado en dos oportunidades el Booker, que es el premio de literatura más importante de Inglaterra. En 1983, por su obra Vida y Tiempos de Michael K. y en 1999 por su obra Disgrace. En 1987, recibió el premio Jerusalén por la Libertad y en su discurso de aceptación expresó su sorpresa de que lo hubiesen otorgado a alguien como él, quien venía de y vivía en un país donde no había libertad.

J. M. Coetzee, comenzó a escribir durante la década de los años 70 y fue uno de los primeros novelistas surafricanos que actuaron dentro del concepto de la narrativa como un producto de la historia impregnado con todo tipo de sutiles variaciones de delicadas gradaciones y no neutral ideológicamente.

Coetzee ha expresado sus dudas sobre los escritores que prefieren el realismo como forma narrativa. Piensa que escritores de ese tipo que presentan una reflexión literal, no nos dicen nada más real o más verdadero que aquellos que lo hacen con un enfoque imaginativo. Expresa su preferencia por la novela que opera en términos de su propio procedimiento y sus temas y no por una que sólo describe los hechos que pueden ser cotejados por la historia.

Su estresante ficción ha originado críticas de otros escritores surafricanos. Nadine Gordimer ha identificado como una debilidad de Coetzee lo que ella califica como su “repulsión contra toda solución política y revolucionaria”. Sin embargo, Coetzee ha recibido la admiración y el reconocimiento por su amplia obra que incluye críticas literarias, reseñas de obras, novelas, ensayos, denuncias, controversias y traducciones. Es un crítico, lingüista, novelista y ensayista. En su discurso de aceptación del Premio Jerusalén, al referirse a África del Sur, afirma que “En una sociedad de amos y esclavos nadie es libre. El esclavo no es libre porque no es su propio amo y el amo no es libre porque no puede vivir sin el esclavo”. Al final citó a Nietzsche, quien planteó alguna vez que “tenemos arte y por ello la verdad no nos matará” y Coetzee, al referirse a su país, afirmó: “En África del Sur hay ahora (1987) demasiada verdad para que el arte la defienda, verdad a montones, verdad que abruma y sumerge cada acto de imaginación”.

De Coetzee sólo he leído algunas interesante reseñas de obras relacionadas con destacados escritores judíos, su discurso al recibir el Premio Jerusalén, el ensayo Emergiendo de la Censura, publicado en 1993, y la conferencia que dictó, en junio de 2002, en el Instituto Nexus de Holanda, titulada Elizabeth Costello and the Problem of Evil. Esta conferencia junto con otros ensayos y conferencias los publicó en una novela, en 2003, con el Título Elizabeth Costello. Eight lessons, la cual junto con Disgrace son consideradas sus mejores novelas. Además de otras obras de ficción, “reescribió” a Robinson Crusoe de Daniel Defoe, en su novela Foe, tema que le sirvió de base a su discurso de aceptación del Nobel.

Muchos se sorprendieron de que en África del Sur no hubiese ninguna manifestación de alegría o festividad por el Premio Nobel otorgado a un surafricano. El diario Le Monde comentó que Coetzee era “Un novelista poco leído o comprendido en su país”. En un artículo de diciembre de 2002, el surafricano Christopher Hope, comenta que tampoco celebraron cuando Coetzee recibió el Premio Booker por segunda vez y critica el hecho de que cuando uno de los escritores de África del Sur se ha ganado todos los premios posibles lo que hagan en su país es descalificarlo.

Hope destaca que es bien conocido el vigor con el cual el régimen del apartheid persiguió a los escritores que lucharon contra el odio racial. Entre 1970 y 1980, los escritores desafiaron la manía racial del régimen. Trabajos escritos por blancos, negros, asiáticos o por razas mezcladas, se publicaron en pequeñas revistas literarias. Recuerda que “Nosotros escribíamos en un idioma común, el inglés, leíamos lo mismo y aparecíamos juntos en la lista de los escritores prohibidos”. Piensa que los ataques no son contra lo que Coetzee escribe sino contra su actitud sobre la vida, la liberación y la nueva África del Sur.

John Maxwell Coetzee, se describe en forma precisa cuando afirma que “No soy mensajero de una comunidad ni de cualquier otra cosa. Soy alguien que tiene visiones de la libertad (como la tiene cada prisionero encadenado) y construye representaciones de personas arrastrando sus cadenas que voltean su cara hacia la luz”.

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