Opinión Nacional

La humanidad en peligro

Más de 1.000 millones de personas viven en la pobreza extrema, 11 millones de niños mueren al año por enfermedades que se pueden prevenir, medio millón de mujeres fallecen en el parto, casi 1.000 millones de personas no disponen de vivienda digna, 115 millones de niños están sin escolarizar mientras más de 10.000 especies animales sobreviven amenazadas.

En un Informe de la ONU se examina el estado del planeta en relación con el grado de cumplimiento de los Objetivos del Milenio 2000, por parte de los países comprometidos. Son ocho objetivos aceptados por los países, la sociedad civil y las principales instituciones dedicadas al desarrollo como metas para el año 2015. El secretario general de la ONU ha declarado que “si se mantienen las tendencias actuales, se corre el riesgo de que los países más pobres no puedan cumplirlos y será una oportunidad perdida”.

Naciones Unidas ha convocado para el 14 de septiembre una cumbre en la que participarán 175 jefes de Estado y de Gobierno. Estos líderes del mundo deberán decidir las medidas necesarias en la lucha contra la extrema pobreza y el SIDA, el fomento de la educación y la igualdad de género que incide en el parto que se cobra cada año las vidas de medio millón de madres en el mundo. Este riesgo podría reducirse si las mujeres dispusieran de los servicios de planificación familiar que necesitan y contaran con atención médica durante el embarazo y el parto.

La ONU calcula que hay 115 millones de niños sin escolarizar. “La nuestra es la primera generación que cuenta con los recursos y la tecnología para hacer realidad para todos el derecho al desarrollo y poner a toda la especie humana al abrigo de la necesidad”, señala Kofi Annan. Y aunque la pobreza extrema se está reduciendo en todo el planeta, los pobres son cada vez más pobres y algunos ricos son cada vez más ricos. El 21,3% de la población de los países en desarrollo vivía en 2001 con menos de un dólar al día, frente al 27,9% de 1990.

Destaca el aspecto positivo que significa la reducción del hambre crónica, pero aún subsisten 800 millones de personas con alimentación insuficiente, mientras la malnutrición afecta a una cuarta parte de los niños en los países empobrecidos. La urgente lucha contra el SIDA no es suficiente mientras las cifras de enfermos crecen en progresión geométrica, de ahí la necesidad de intensificar y mejorar la salud materno-infantil. La ONU destaca que 81 países han tomado medidas concretas para garantizar la participación del sexo femenino en la vida política pues las mujeres tienen menos probabilidades de ocupar un puesto de trabajo remunerado y estable que el hombre. Asimismo, alerta de que las buenas intenciones que acompañan al principio del desarrollo sostenible no se traducen en progresos suficientes para proteger el medio ambiente. Recordemos que la Declaración del Milenio fija entre sus objetivos el de reducir en dos terceras partes, para 2015, la tasa de mortalidad de los niños menores de cinco años. La ONU calcula que 11 millones de criaturas, unas 30.000 al día, mueren antes de alcanzar esa edad. Muchas de estas muertes se podrían evitar con el acceso al agua potable, antibióticos y otros medicamentos al alcance de los más pobres así como con las vacunas existentes. Así como el medio millón de muertes de mujeres en el parto y diez millones que sufren graves lesiones. Este riesgo podría reducirse si las mujeres dispusieran de los servicios de planificación familiar que necesitan y contaran con atención médica durante el embarazo y el parto.

La ONU pide mayores avances para facilitar el acceso al agua potable y a los servicios de salud fundamentales. Kofi Annan concluye que con estos datos corremos el peligro de “dejar pasar esta oportunidad, y se perderán millones de vidas humanas que podrían haberse salvado, se negarán muchas libertades que podrían haberse conseguido y viviremos en un mundo más peligroso e inestable”. De ahí la necesidad de “movilizar todos los medios disponibles”.

No olvida de señalar el secretario general que el mundo no gozará nunca de la necesaria seguridad, que parece presidir todas las políticas de los grandes del planeta, si no se fomenta un auténtico desarrollo sostenible, endógeno y equilibrado que respete las señas de identidad, costumbres recuperables y tradiciones que pueden adaptarse a este proceso de reajuste y de crecimiento social imprescindible. Muchas actividades calificadas como terroristas dejarían de encontrar apoyo en sociedades explotadas que no vislumbran en el horizonte ninguna señal de esperanza que sostenga y anime la lucha más allá de la supervivencia con dignidad y justicia.

Fuente:
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