Celia Cruz: La negra con tumbao y “azúcar” sigue alegrando corazones
La Guarachera lo sabía: la muerte estaba a punto de tocar su puerta, así que decidió despedirse en grande, recordando que viviría “en el alma de la gente, en el cuero del tambor, en las manos del congero y en los pies del bailador”, tal como dice su última canción, “Yo viviré”. Y su afirmación fue certera. Hoy, cuando ya han pasado catorce años de la desaparición física de Celia Cruz, su música sigue endulzando la vida de muchos con “¡azúcar!”
Fue un tumor cerebral lo que llevó a esta cubana a despedirse del plano terrenal. El hecho ocurrió en su casa de Fort Lee (Nueva Jersey, Estados Unidos), el 16 de julio de 2003, cuando tenía 77 años. Cuatro meses antes, la cadena televisiva Telemundo la homenajeó con un show en el que importantes figuras –como Gloria Estefan, Marc Anthony, La India, Gloria Gaynor y Patti LaBelle, entre otros– cantaron los más importantes éxitos de “La reina de la salsa”.
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Pero en lugar de seguir recordando su fallecimiento, bueno sería hablar de la trayectoria de esta grandiosa cantante. Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, mejor conocida como Celia Cruz, nació el 21 de octubre de 1925 en La Habana (Cuba). Sus primeros pasos en la música ocurrieron a muy temprana edad, cuando debía arrullar a los más pequeños de su casa con canciones de cuna. Pero eso lo hacía como un oficio del hogar. La verdad es que su padre no quería verla convertida en artista; más bien soñaba con que su hija fuera maestra de escuela, y aunque Celia trató de complacerlo, abandonó la carrera durante el último año para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música.
Luego de esto integró distintas agrupaciones musicales hasta que entró en la Sonora Matancera, orquesta con la que alcanzó la proyección internacional. En 1960, ya instaurada la dictadura de Fidel Castro, la banda firmó un contrato en México. Celia no imaginaba que más nunca pisaría suelo cubano: en lo que ocurrió su salida, el Gobierno le prohibió entrar de nuevo a la isla.
Una medida que trajo consigo momentos amargos en la vida de “La reina rumba”: no pudo estar en el funeral de su papá, tampoco logró visitar a su madre cuando luchaba contra el cáncer de vejiga y, mucho menos, cuando esta –finalmente– perdió la batalla.
En solitario
Luego de varias giras y grabaciones con la Sonora Matancera, Celia decidió iniciar su carrera en solitario, haciéndose bastante popular en todo el continente americano.
Uno de los países que le dio mayor acogida a esta artista fue Venezuela. La primera vez que visitó el país fue en 1948, y desde ese entonces estableció una relación tan cercana que hasta el fin de sus días alegó que estar acá era como encontrarse en su patria.
De hecho, fueron tantas las oportunidades en las que vino a Venezuela que hasta la actualidad es la artista con mayor cantidad de presentaciones en Súper Sábado Sensacional. Su última presencia en la nación fue en 2001, cuando se cumplieron 55 años de su carrera musical con un gran espectáculo en el Teatro Teresa Carreño. Esa noche, cuando finalizó el concierto, dirigió unas emotivas palabras a Venezuela y alegó que siempre llevaría al país en su corazón.
Y aunque no pudo volver a esta “Tierra de gracia”, hoy por hoy sigue siendo querida y admirada por muchos. Es imposible recordarla y no hablar de su “Bemba colorá” o de la “Quimbara”. Por supuesto, se debe recalcar que para ella la vida siempre fue un “Carnaval”, por lo que demostró que “La negra tiene tumbao” y que todo aquel que haga lo malo merece “Que le den candela”.
Aunque hace ya un tiempo que Celia cruzó el umbral de la muerte, su arte sigue presente. A pesar de las tormentas, ella mantuvo siempre su sonrisa y dejó un consejo para todos los que la admiran: “Ríe, llora, que a cada cual le llega su hora; ríe, llora, vive tu vida y gózala toda”.