Opinión Nacional

S.O.S. Alcasa S.O.S.

Nuevamente Alcasa obtiene ayuda de sus accionistas para seguir operando. Las noticias nos dicen que se le inyectarán $104 millones para repotenciar sus equipos. Esta minucia la estamos poniendo todos los venezolanos sin que nadie nos haya pedido nuestra opinión, en esta revolución participativa y protagónica. Hay que recordar, aunque resulte redundante, que todos los venezolanos somos accionistas de Alcasa, igual que somos dueños de CVG y de MIBAM.

Lo mínimo que debe hacer una empresa que pierde plata por 17 años, como acaba de declarar el ministro de MIBAM, para pedir una inyección de capital a sus accionistas, es presentar un reporte claro en el que se explique por qué la empresa pierde plata y cómo va a dejar de hacerlo con la inyección de capital que solicita. Que yo sepa esto no se ha hecho, o si se ha hecho no se nos ha informado a los accionistas sobre las razones que se esgrimen en dicho reporte. Otra vez, la democracia participativa se ha vuelto representativa y el cogollo que nos representa ha decidido en algún conclave el manejo de nuestro dinero.

Alcasa debe responder, entre otras preguntas: ¿Por qué la empresa pierde plata cuando los precios del aluminio están en 1.800 dólares la tonelada? ¿Cómo pierde plata cuando adquiere la electricidad a un precio inferior a 2 centavos de dólar por KWh, precio altamente competitivo?; O lo que es lo mismo: ¿Cómo pierde plata cuando el costo de la electricidad, su principal insumo, es inferior a 300 $/t mientras vende la misma tonelada a 1.800 $? ¿Por qué la empresa tiene una nómina de 2.700 trabajadores cuando las reductoras de escala similar tienen sólo 600?

Si la gerencia de la empresa respondiera a estas preguntas y a la vez explicara que medidas piensa implantar para solucionar los problemas, entonces se podría aceptar que pidiera capital. Esto implica sincerar la situación y reconocer que se tienen que sacrificar puestos de empleo en orden de sanear la empresa. Lo contrario es chantajear a la sociedad venezolana, al decir que toda medida que se aplique tiene que respetar los puestos de trabajo en la empresa. ¿Cómo es posible que un país que tiene seis millones de personas en el sector informal le de dinero a una empresa que pierde por salvaguardar dos mil y tantos puestos de trabajo? Dinero que, dicho sea de paso, pertenece también a ese ejército de desempleados que son mucho más pobres que los trabajadores de Alcasa.

Hay que agregar también que la plata que se le aporta a Alcasa no son sólo estos $104 millones. A esto hay que añadir el monto de la factura eléctrica de Edelca, que ronda los $ 50 millones todos los años y hace mucho tiempo que Alcasa no paga y que los venezolanos pagamos anualmente por ella y también las deudas con Bauxilum y Carbonorca, lo que en conjunto significa unos $100 millones anuales, dinero suficiente para lanzar, por ejemplo, un plan de viviendas que generaría más empleos que Alcasa.

Es mucha plata que los venezolanos, de todos los sectores sociales, tenemos que inyectar a una empresa que no retorna a la sociedad lo que se le da. Razón tienen los trabajadores cuando se niegan a aceptar ser propietarios de la empresa ¡Serán zoquetes para ser dueños de una empresa quebrada! Ellos prefieren que los venezolanos les paguen año a año unas utilidades que no producen por sí mismos y que puntualmente les aumenten el sueldo.

En el capitalismo de los siglos XIX y XX el capital explotaba a los obreros, pero en este socialismo bizarro del siglo XXI son los trabajadores los que explotan al capital, con el agravante de que los dueños del capital son más pobres que los trabajadores.

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