Fuentes alternativas de energía
Tremenda alharaca la que se ha formado ante la posibilidad de que Venezuela compre a Argentina un reactor nuclear con fines pacíficos.
No podemos entender que nuestro país, importante productor de petróleo, intente instalar un sistema de producción de energía que requiere condiciones especiales y exige tecnología a la que no estamos familiarizados.
Venezuela es un país dotado de fuentes alternativas de primera calidad y capaces de producir energía en cantidades muy apreciables.
No vamos a repetir informaciones que están disponibles en innumerables fuentes, pero entendemos que las reservas de petróleo que se encuentran alojadas en nuestro subsuelo son suficientes para los próximos dos siglos.
Si nos referimos a la energía hidráulica, ya contamos con presas que son capaces de almacenar cantidades enormes de agua que sometidas a un tratamiento adecuado generan en la actualidad energía en cantidades difíciles de expresar y entendemos que todavía existen capacidades no explotadas que nos permitirían exportar electricidad a los países vecinos.
Venezuela es un país tropical donde disfrutamos del sol durante doce o más horas cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año por lo que pensar en la explotación de la energía solar debería ser un recurso de primera mano.
Son muchos los parajes de la nación donde el viento sopla con regularidad e intensidad que permitirían el establecimiento de baterías de molinos de viento que podrían contribuir de manera muy importante en la generación de energía eólica tal como sucede en muchos países de Europa.
Estas dos fuentes de energía, la solar y la eólica, son posibles en casi cualquier escala. Se pueden instalar sistemas tan pequeños como los necesarios para suplir la energía necesaria para el funcionamiento de una vivienda y se pueden ampliar hasta las dimensiones que exige una población entera.
Además, estas fuentes de energía son de muy fácil mantenimiento y no generan desechos.
La energía nuclear requiere de tecnologías que están sometidas al control de países que disfrutan de sus patentes.
La energía nuclear produce desperdicios indeseables que ninguna nación quiere recibir.
La operación de un reactor es un proceso delicado que requiere de preparación y destreza a las que no estamos acostumbrados.
Una vez más nos encontramos ante un proyecto que está lleno de indefiniciones, de imponderables y de fundamentos difíciles de aceptar.
Para nadie es un secreto que la operación de un reactor exige recurso humano que domine tecnologías que no disponemos.
No quisiéramos analizar si el planteamiento, que ya ha sido aceptado y negado por diversos niveles de la administración pública, se corresponde a necesidades de la nación o a caprichos belicosos hacia alguna de las naciones del mundo desarrollado.
Creemos que grupos muy importantes de los ciudadanos de Venezuela están hartos de escuchar actitudes agresivas hacia naciones que tradicionalmente han sido nuestras amigas.
El régimen se excede cuando utiliza a los habitantes de Venezuela y a sus recursos para agredir a quienes son nuestros principales clientes y suplidores.
Estimamos que la anunciada compra del reactor nuclear argentino se enmarca dentro de esa indeseable y absurda guerra asimétrica.