¿Hay o no hay suficiente electricidad?
Esta pregunta es pertinente porque hay mucha confusión dentro del razonable malestar que invade a la población después de tantos cortes del suministro eléctrico.
La electricidad tiene que ser producida, transportada y distribuida para llegar al consumidor final. Si algo falla en la cadena se producen interrupciones del suministro. En el año 2005 las plantas productoras han tenido suficiente capacidad para satisfacer plenamente todas las necesidades del país. Esto se ha logrado gracias a la entrada en operación de la central hidroeléctrica Caruachi, en el bajo Caroní, que le ha dado un respiro a la generación eléctrica después de las penurias vividas en 2003.
De modo que la respuesta a la pregunta que encabeza esta nota es clara y simple: sí hay suficiente electricidad. ¿Entonces, cuál es el problema que hace que muchas áreas del país estén sufriendo apagones a diario? La respuesta también resulta obvia, si no es la producción tiene que ser la transmisión y la distribución. Las redes que llevan el fluido eléctrico a los consumidores han colapsado en muchas partes del país, ante la falta de previsión del aumento de la demanda de los dos últimos años. ¿Qué podemos esperar los consumidores sobre la solución de estos problemas? Las respuestas son distintas dependiendo de si el problema es de distribución o de transmisión, por lo que vale la pena analizarlos por separado.
Los problemas de distribución tienen un carácter local, asociado a redes de media y baja tensión. Las inversiones y los tiempos necesarios para atenderlos son relativamente bajos en cada caso, aunque son muchos casos. La mejor forma de afrontar la atención a la distribución es mediante la descentralización. Nadie evalúa mejor las necesidades de un área específica que la gerencia local, pero esta gerencia tiene que tener autonomía y recursos para anticipar los problemas. La evidencia nos la muestran empresas como Enelbar en Barquisimeto o Enelven en el Zulia, que a pesar de grandes dificultades por las bajas tarifas, han mantenido estándares razonables de calidad. Lamentablemente, el camino que está siguiendo Cadafe va en la dirección opuesta, en vez de fortalecer a sus empresas distribuidoras está aumentando la centralización. Esto conduce a un modelo de gestión en el que todas las decisiones que implican recursos tienen que pasar por Caracas. Ante esta situación el pronóstico no puede ser optimista. De mantenerse el año que viene el crecimiento de la demanda, probablemente veamos que cuando se soluciona el problema en algún sitio revienta en otro.
En lo referente a los problemas de transmisión las soluciones son muy diferentes, por varias razones. En primer lugar, tanto las inversiones como los plazos para ejecutar las obras son mayores. En segundo lugar, la definición de los proyectos requeridos está asociada a la ubicación de las futuras plantas generadoras de electricidad. Las proyecciones indican que en los próximos 15 años se requerirán cerca de 1.000 MW de nueva generación cada año.
Por esto los problemas de la transmisión no pueden verse en forma aislada sino unidos a los de generación, esto incluye la definición de los combustibles que ofrecerán la energía primaria para estas nuevas centrales. La premisa con la que se está trabajando indica que ese combustible será gas natural y que habrá cantidades suficientes en todas las regiones del país. Esto ha llevado a un plan que distribuye la generación por todo el país, haciendo innecesarias grandes obras de transmisión. La situación de la oferta de gas hace que estas premisas no luzcan realistas.
Tampoco aquí el pronóstico luce optimista. Lo que se impone es un llamado de alerta al Ejecutivo Nacional para que tome conciencia de la grave situación del sector eléctrico. De no ser así, lo que veremos en los próximos años es que a los problemas de transmisión y distribución se sumará también el de generación.
