Controlar la calidad
El terror ha colmado las páginas de los periódicos y los espacios de los noticieros de todo el mundo. Coinciden tres accidentes aéreos en dos días y en tres continentes.
Comenzó la semana con el accidente de un avión chipriota en tierras helénicas donde perecieron más de cien personas aparentemente por el fallo del sistema de refrigeración y presurización del aparato.
El martes, los otros dos, un helicóptero con diecisiete oficiales españoles se precipitó a tierra por causas desconocidas y un avión con matrícula colombiana, mientras cubría la ruta Panamá-Martinica, cayó a tierra en la sierra de Perijá después que aparentemente le fallaron ambos motores.
El accidente del helicóptero que transportaba a los oficiales españoles está bajo la atenta mirada de los técnicos, pero los dos accidentes de los aviones, tienen antecedentes que hablan muy mal del mantenimiento, absolutamente imprescindible en esta industria, y que en base a lo que hemos leído, ha brillado por su ausencia.
Si nos referimos al avión chipriota, leímos que un copiloto a quién le correspondía volar el día anterior al siniestro, se negó a volar por las malas condiciones del aparato.
Si leemos lo que aparece sobre la empresa propietaria del avión siniestrado en nuestro territorio, nos enteramos que siete de los ocho aparatos de la línea se encuentran en tierra por imposibilidad de volar y que la empresa ha sido sancionada severamente por violaciones graves a la seguridad aérea.
Pensamos que en estos accidentes se retrata bastante de cuanto sucede alrededor de países como el nuestro.
Las autoridades, que deben velar por la muy buena condición de los elementos involucrados en la seguridad de los pasajeros de empresas de transporte, tienen poca acción y tratan con absoluta lenidad y holgura a quienes no cumplen con los requerimientos de la seguridad.
Creemos que los aeropuertos no tienen la dotación de equipos necesaria para garantizar una operación segura en diferentes circunstancias de vuelo, la supervisión que se realiza sobra la calidad y entrenamiento de los pilotos y copilotos depende mucho más de la ética de la empresa que de la supervisión cierta y profunda por parte de los organismos reguladores y no nos extendamos en consideraciones relativas a la correcta atención del cliente, al cuidado de los equipajes y a la puntualidad.
El estupendo y valioso espacio de estas mismas páginas, “El Correo del Pueblo” es testigo diario de reclamos, algunos muy serios, otros de menos monta, pero todos ellos y casi todos los días leemos desagrado con líneas aéreas.
Venezuela cuenta con un número razonablemente importante de empresas que prestan servicios de transporte a pasajeros, el país está cubierto por una amplia red de aeropuertos públicos y privados. Debemos estar seguros de que tanto en la calidad de los equipos, en su mantenimiento y en la preparación del personal que brinda estos servicios, nos encontramos en condiciones de competir con los mejores.
El mantenimiento bien realizado, no solo garantiza la correcta prestación del servicio sino que a la larga permite operaciones seguras y económicas, sin pérdidas de tiempo y logra extender la vida útil de los equipos hasta límites insospechados. El mantenimiento es fundamental.